Título: El regalo
Guion y dibujo: Zoe Maeve
Editorial: Alpha Cómic
Nº páginas: 96
Género: Terror, Histórico
Precio: 19,30 €
RITUAL
En general, no soy muy aficionado a consumir obras que retraten momentos históricos determinados, lo confieso. Sin embargo, de vez en cuando aparecen propuestas que, eligiendo un personaje o instante de la Historia, lo insertan en un relato de ficción en el que se aportan suficientes estímulos para convertirlo en algo relativamente nuevo y original. Tal es el caso de El regalo, novela gráfica de la canadiense Zoe Maeve que podemos disfrutar gracias a Alpha Cómic, el sello comiquero de Alpha Decay.
El regalo nos acerca a la vida de la cuarta princesa de la familia Románov: Anastasia. Si bien la vida de este personaje ya ha sido llevada a la ficción anteriormente, no es hasta ahora que se le ha otorgado un tono inquietante. En esta obra asistimos al devenir de la princesa, desde su mismo nacimiento hasta los trágicos eventos que acabaron con su familia. Entre medias, contemplamos una existencia marcada por la clausura, los paseos y el aburrimiento. En su quinceavo cumpleaños, Anastasia encuentra un regalo de origen desconocido: una cámara fotográfica.
Zoe Maeve utiliza ese objeto, la cámara, como catalizador de la narración. Con ello, la autora otorga a su historia un tono documental y sobrio que no hace más que amplificar la sensación de soledad, encierro y frío que envolvió la vida de la protagonista. La cámara es una representación de la mirada de la joven, que observa su reducido mundo con curiosidad y cierta intención artística. El objeto y la persona también sirven de espejo para retratar la revolución social que se produjo, revolución que aparece de manera explícita en contadas ocasiones pero cuya presencia lo impregna todo muy sutilmente, ya sea en las pequeñas pero significativas muestras de decadencia o en el terreno onírico.
A nivel artístico, hay dos aspectos que saltan a los ojos en cuanto abrimos las páginas: un trazo descuidado, algo sucio y poco detallado, que choca intencionadamente con la idea de ostentación con que se relaciona a los zares rusos, y el uso de un único color en toda la obra: el azul. El efecto es curioso, el de ver un cómic en blanco y negro pero con tonos azules, y creo que intensifica bastante esa frialdad interior y exterior que muestran tanto los personajes como el propio decorado. Ya lo hemos dicho en muchas ocasiones, pero de nuevo estamos ante un ejemplo en que el color —y el aspecto visual en general— se convierte en un elemento narrativo más.
También contribuye a esa sensación la economía de texto. Contada siempre desde el punto de vista de Anastasia, y en primera persona, las viñetas llevan el peso de la narración, quedando el texto como mero aporte explicativo y como introductor del componente inquietante. La subjetividad de algunos pensamientos nos lleva a cierta ambigüedad sobre lo que la protagonista percibe, ya que la intrusión de un sueño recurrente va cobrando peso a varios niveles. No contaré más para no desvelar la naturaleza de ese aspecto fantástico, pero me parece una perfecta metáfora.
El regalo es una pieza indicativa de por dónde se mueve la actual narrativa gráfica indie. No solo subyuga por el tono infantil e inocente de su protagonista —sería injusto terminar la reseña sin recalcar la gran labor de Daniel Tudelilla Pérez, que incide en esa candidez respetando al milímetro la rotulación original—, sino que sabe amalgamar realidad y ficción para componer un relato que destaca por su frialdad y por un aura que hipnotiza al lector y lo impulsa a posteriores lecturas. De esas obras que dejan un poso amargo, para bien.
José Luis Pascual
Administrador
2 comentarios
Muy buen análisis, como siempre.
Muchas gracias, Daniel.
Un abrazo.