Ritual Román 143: Fear Case

por Román Sanz Mouta

Título: Fear case

Guion: Matt Kindt

Dibujo: Tyler Jenkins

Editorial: Planeta Cómic

Nº páginas: 128

Género: Terror absoluto

Precio: 15,95 € 

SINOPSIS

Dos agentes del Servicio Secreto, uno muy sensato y otro con métodos más modernos, investigan una caja misteriosa conocida como «caja del miedo» y que ha aparecido a lo largo de la historia en diferentes desastres y tragedias. Aquel que consiga esta caja ha de pasársela a otro en cuestión de tres días o sufrirá unas consecuencias… letales.

Los agentes tendrán que dar con esta «caja del miedo» al tiempo que se mantienen un paso por delante de una secta psicótica y de las fuerzas sobrenaturales que hay detrás de ella.

RITUAL

Tengo que reconocer, con toda mi humildad lectora, que este cómic me ha ganado, y que necesité hacer una segunda lectura inmediata tras la primera para atar los cabos, para sumergirme de nuevo en la experiencia conociendo adónde lleva. No se trata de un asunto menor, y habla muy bien del guion y de la ilustración (pese a trabas que os comentaré a posteriori) de la novela gráfica.

Adelante.

Hay que comenzar hablando del argumento; esta vez sí, y carente de dicha etiqueta, asistimos a un texto de horror cósmico que sería un relato digno heredero de la labor de Lovecraft y acólitos. Una trama tremenda y terrible que ostenta galas de otredad devastadora, buscando atacar la psique del lector (tú), igual que devora la cordura de los protagonistas. Y la premisa no puede ser más intrigante; los agentes del servicio secreto deben cumplir, a modo de iniciación, un caso trampa, algo irresoluble hasta ahora. Un asunto relacionado con una maleta que pervive a lo largo del tiempo (moradora de antiguos rituales que remontan en pretéritos e insondables) dejando un rastro de cadáveres entre sus poseedoras y aquellos que la anhelan. En ese rastro de feneceres cruentos y asesinatos de toda índole se adentran los dos compañeros, el joven pupilo y el viejo veterano, cada cual en su rol. Y, como marcan las normas de tan peculiar encargo, no se puede alargar la investigación más de X tiempo, para preservar la cordura de los detectives. Pero… Exactamente. La involucración en el caso consigue una obsesión que se convierte en descenso continuo a la locura, mostrándose como realmente son estos personajes, para consigo y entre ellos dos, con pinceladas maestras de trama. Con giros. Con revelaciones. Con ataques a nuestro sentido común para hacernos comprender que no tratamos con una novela normal y que, de tener la posibilidad, también caeríamos en dicho descenso.

Tras todo ello, y bien al final, entenderemos qué es la maleta, cuál fuere su función, y de dónde vino. Prometido. ¿Una suerte de caja de pandora incompresible para el razonamiento humano?

El final, buf, maestro.

El dibujo. Refleja de forma atroz en cada ilustración esas muertes, al igual que los rostros de sorpresa, desolación o locura, los descubrimientos y aquello que sobrevuela todo el argumento, lo nocivo que habita en la caja. Y saldrá, vaya si saldrá. Pero, siempre existe un pero y se trata de impresiones puramente personales en este caso; el dibujo, de inicio, y para quienes no estén familiarizados, puede resultar borroso, sucio, indeterminado, sin dejar que se distingan las caras de entre los dos protagonistas, y dejando esquivos esos gestos torvos, esas expresiones que son parte del avance de la novela. No dura. Una vez te sumerges, la oscuridad del dibujo, absolutamente concorde con la trama, te invita a continuar, a seguir su estela de terror delirante para dejarte la cabeza hueca. Muy adecuado, pese a que cuesta entrar en el mismo (repito, opinión personal). Acabó por encantarme la combinación de autores, sin duda. Tonos oscuros, curvas y ángulos euclidianos o no. Fijaos bien en las fauces de terror y en las gotas de sudor helado de protagonistas y secundarios. Alejarse adictos al amerimanga.

Debo reconocer que el cómic deviene en subyugante, adictivo, corto, breve, contundente, conciso, aterrador. Provocando esa misma perturbación inquieta que obliga a mirar al mundo de forma ligeramente diferente al concluirlo. De los pocos cómics que se pueden definir como de auténtico terror. Esta vez sí, lovecraftiano, con lo duros que solemos ser con las obras que homenajean o se figuran como tal, y aquí, que no se menciona en absoluto, la esencia del de Providence ocupa por completo cada página de temible truculencia. Todos sus valores lo transformarán, a no mucho pasar del tiempo que no existe, en una obra maestra de culto.

Sin más. Aficionados al terror de todo tipo, ¡leed! Welcome to Fear Case.

 

Pd: hay una gran película o una gran serie esperando salir de este formato.

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