Silencio (Clyo Mendoza)

por José Luis Pascual

Título: Silencio

Autora: Clyo Mendoza

Editorial: Almadía

Nº de páginas: 184

Género: Poesía

Precio: 17,99€

SINOPSIS

Silencio cuenta la historia de Águeda, una joven que llora la muerte de su madre, una suicida que sólo en la muerte encontró un camino para huir de la violencia de su marido. Cuando le niegan una tumba en el cementerio del pueblo, el cuerpo de la madre desaparece. Águeda sabe que su padre lo esconde, pero al desafiarlo, este decide castigar su atrevimiento con el encierro. Purgando su condena en una casa, la joven vivirá entre esas paredes como en un segundo vientre materno que la transformará. A través de los muros sentirá el mundo, las aves y las historias que le cuentan, conocerá el amor y la belleza; se dará cuenta de que, en esa sierra donde el crimen organizado manda, muchos son los que, como ella, lloran a sus muertos y buscan a sus desaparecidos.

RESEÑA

En un viejo libro que creo perdido leí una cita que perdura en mi memoria: «Poesía, el auténtico poder revolucionario capaz de cambiar el mundo». No perduró el nombre del autor, supongo que no es importante. Lo importante es el mensaje, una declaración que todos los que nos dedicamos a escribir deberíamos abrazar. De otro modo, nada tendría sentido.

Escribo esto porque Silencio es poesía en letras mayúsculas. Hacía tiempo que no me topaba de frente con algo cuya resonancia es poderosa per se, y la sensación es tan reconfortante que uno no sabe cuánto echa de menos algo así hasta que lo encuentra.  Sí, la poesía es capaz de cambiar el mundo. Y sí, Silencio posee ese poder transformativo.

Me permito ilustrar esta opinión con el primer párrafo del primer poema de este libro de Clyo Mendoza:

A esa hora en todas las grandes ciudades del mundo, en la prisa y en el anonimato, se desplazan cientos de personas arrulladas por el ruido del motor, cabeceando contra los cristales. A esa hora en todos los campos del mundo el viento dobla la hierba hacia la misma dirección y pareciera que esta respirase. En algún pueblo caen relicarios de flores y en el mar las cadenas se precipitan para encallar un navío feroz que ruge y se retuerce como cosa viva. En este país, en este mundo, la sed y el hambre se volvieron un arma. De norte a sur algún ser vivo busca dónde ocultarse. El cielo trae soldados. Los hombres platican: a qué sabe el pulmón de este animal sangrante. Ella, un punto diminuto en una Sierra, toma el veneno y se sienta para esperar la muerte.

No importa la forma, la ausencia de versos, de rima, no importa la narrativa esquinada. El mensaje es poderoso y, como el animal, sangrante. ¿No es esto poesía en su máximo esplendor?

Clyo Mendoza plaga su obra con el descenso final, los últimos pasos hacia la oscuridad, las postreras respiraciones que alimentan pensamientos y recuerdos preclaros, paradójicamente iluminados por la muerte inminente.

Y a ella, que se impresiona con el deseo como quien mira una muralla, él le prometió llevarla al mar y una casa con suelo de cemento donde mirar, quizá por siempre, a los marranos muertos, pensando: esto es la abundancia.

Fragmentos como este indican el nivel de la urdimbre tan minuciosa que teje Clyo Mendoza en este libro. Cada una de las frases de Silencio ha de ser degustada, pensada, interiorizada, para sacarle todo el jugo. Y hay mucho jugo. Por ejemplo, muchas páginas están impregnadas del luto, de la resignación por perder a un hijo o a una madre de manera injusta. Pero también, de algún modo, el relato sucumbe a la naturalización de la despedida, a una concepción de la muerte menos ligada a la tristeza y más al devenir común de las cosas. Una visión poco occidentalizada que nos recuerda que somos animales y que formamos parte de la naturaleza y su conjunto.

También estamos ante todo un ataque poético al Estado en forma del clamor de un joven soldado al que le obligan a matar niños, a matar gente. A base de hacerlo, construye su verdad falsa, la que quiere el Estado. También encontramos esta embestica con forma de un caballo, montura del soldado, que ve a un niño muerto con su mirada animal, con una magia sobrecogedora de la que solo es capaz la poesía. Imposible describir aquí lo que genera la prosa de Clyo Mendoza.

Ya sea de manera directa o indirecta, Silencio da voz a las víctimas. Madres, hijas, hermanas, todas inmersas en el duelo o en algo aún peor: la incertidumbre. Las secuelas son unas manos mordidas, unas arepas congeladas, una fe en el vacío. La resignación podría entenderse como única defensa posible ante tales oscuridades, pero la autora quiere mostrar que quien está cayendo al fondo del mar puede emerger. Hay un resquicio al futuro, a la pervivencia y el legado. La maternidad es aquí el acto sagrado que debería ser siempre, el momento en que la creación se sublima en un instante irrepetible. Así, incluso dentro del fuego puede obrarse el milagro, el de un niño que llega al mundo sin llanto. 

Los poemas de Clyo Mendoza conforman un misal irresistible, un panegírico al que el feminismo debería mirar y convertir en credo. Tremenda y trascendental es la obra poética que aquí enfrentamos. Las capas de Silencio se van pegando a nuestra piel como motas de otra realidad que nos resulta extrañamente familiar. Resulta demoledor reconocerse en estas letras. Resulta demoledor admitir que Acá estaba el triste rencor por los muertos que no nos esperan.

1 comentar

Daniel Aragonés septiembre 15, 2023 - 3:33 pm

Muy interesante. La reseña ya es poesía. Habrá que probar la obra.

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