Espía de la primera persona (Sam Shepard)

por José Luis Pascual

Título: Espía de la primera persona

Autor: Sam Shepard

Traductor: Mauricio Bach

Editorial: Anagrama

Nº de páginas: 104

Género: Narrativa contemporánea

Precio: 17,90 €

SINOPSIS

Alguien espía a alguien: observa al otro lado de la calle a un hombre que permanece sentado en una mecedora, habla solo y recibe atenciones de sus seres queridos. Alguien evoca recuerdos y narra historias:  una extraña fiesta con camellos en pleno desierto de Arizona; el marido de una tía abuela al que le arrancaron una oreja de un mordisco; un embarcadero en la costa; un caballo al que disparan en plena carrera; una clínica en mitad del desierto rodeada de jardines con esculturas; la historia de los abuelos que se marcharon cuando la casa se les inundó; la historia de Pancho Villa cuando acabada la revolución lo asesinaron; un colchón en el suelo en el Lower East Side neoyorquino; Vietnam y el Watergate; la fuga de Alcatraz; un grupo de inmigrantes mexicanos que esperan trabajo en una esquina…

RESEÑA

Sam Shepard escribió Espía de la primera persona durante las últimas fases de la ELA, incurable enfermedad degenerativa que obligó al autor a sustituir gradualmente la máquina de escribir por anotaciones manuscritas, y después estas por grabaciones dictadas a su familia. De algún modo, este libro, o la literatura en sí, era el verdadero tratamiento con el que Shepard trataba de resistir la enfermedad, la única manera de mantenerse vivo. La escritura como antídoto contra el desvanecimiento. 

Es este uno de esos libros que duelen por su clarividencia. Estructurar los pensamientos cuando intuyes el final cercano no debe resultar tarea sencilla. Sam Shepard, que demostró tener una mente lúcida durante toda su vida, se somete en esta obra a la posesión literaria última, ese dejar que sea nuestro ¿espíritu? quien tome el control, hurgue en nuestro interior y redacte todo aquello que encuentre. Como suele suceder cuando alguien encuentra la liberación al saberse deshauciado, la lectura de Espía de la primera persona deviene en experiencia abrumadora e hipnótica.

El libro, breve como una vida, ofrece un conjunto de notas divididas en 37 capítulos. Podría parecer que Shepard reúne textos de aquí y de allá sin orden ni concierto, pero nada más lejos de la realidad. Todo está imbricado con suma precisión gracias a una serie de hilos narrativos que cosen el pasado al presente en un ejercicio fascinante. El conjunto resulta, por tanto, como la manta navajo que el escritor se echaba por encima cuando su familia empujaba la silla de ruedas en la que estaba postrado. Un refugio último, una protección contra el frío más devastador, una inigualable obra de arte.

No hay mucho más que decir, pues la obra habla por sí misma. Convertirse en alguien dependiente, revisitar la vida de los padres, contemplarse a sí mismo desde fuera, reparar en cada uno de los estímulos que genera la naturaleza… Todo ello forma la columna vertebral de un libro que supone una mirada certera a la muerte y a la vida desde una consciencia absoluta. Y, por encima de todo, desde una extraordinaria sensibilidad literaria. Es difícil no emocionarse leyendo este testamento.

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