Título: Un silencio visible
Autor: Mariano Antolín Rato
Editorial: Pez de Plata
Nº de páginas: 208
Género: Narrativa contemporánea
Precio: 20,90 €
SINOPSIS
Un escritor huye a una casa aislada a orillas de una laguna. Desde allí pretende culminar su gran obra, un texto cuyo alucinado propósito final resulta inconcebible: escribir lo nunca escrito, escapar de narraciones literariamente imaginables, borrar todo rastro del yo. Pero su objetivo se ve truncado cuando la provocativa sombra de una mujer alcanza su guarida.
Percibiéndola como una presencia amenazante, Patricio Montes asume el papel de un cuatrero forajido. Ella, la mestiza a la que amó, protagoniza ahora una escena de Duelo al sol. Y saltando de una película a otra, sometidos a un desenfreno de sexo, drogas y alcohol, los protagonistas de esta historia pasarán de pistoleros a gánsteres, de bandidos sanguinarios a cobardes vaqueros moribundos.
RESEÑA
Siempre es grato descubrir autores que, por uno u otro motivo, habían pasado por debajo de mi radar. En este caso, además, puedo decir que el hallazgo arrastra una pátina triste, ya que Un silencio visible es la novela póstuma de Mariano Antolín Rato. Maldigo la dedicación casi exclusiva al género de terror al que me han condenado los últimos años de este proyecto monolítico; y lanzo esta maldición porque me ha privado de conocer a este autor en vida, un autor que, gracias a Pez de Plata, descubro que fue una auténtica eminencia no solo como escritor, sino como traductor de mil y una obras de la generación beat norteamericana.
Sea como sea, Un silencio visible plantea un enfrentamiento muy particular entre un hombre y una mujer. ÉL es un escritor de novelas pulp que subsiste escribiendo ese tipo de obras que tan populares fueron hace ya unas cuantas décadas. Ahora, retirado en una casa aislada a la que llama cueva, su único empeño es hallar la inexistencia. Ella, Outis, es una antigua alumna suya, con la que tuvo una apasionada relación hasta que él desapareció sin decir nada. Ella lo encuentra y trata de sonsacarle la razón por la que se marchó.
La novela alterna capítulos en los que el narrador es el hombre con otros en los que la voz pertenece a la mujer. El estilo es diferenciado para cada uno de ellos, optando por una prosa abigarrada, casi cercana a lo gótico, cuando narra él, y más liviana y asequible cuando es ella quien toma la palabra. El contraste forma parte de esa confrontación, ya que la novela, que se nos vende como un wéstern, resulta un duelo metafórico y metaliterario que oculta mucho más de lo que parece en una primera capa.
Incluso a él mismo le sorprende oírse opinando sobre el convencionalismo de sus poemas. Nunca conseguían, aunque fueran considerados rompedores, volátiles y fulgurantes, liberarse de lo canónico. Que merecieran prestigio y premios demostraba su dependencia de normas vanguardistas aceptadas. Suponían, pues, un fracaso en su irrefrenable impulso por conseguir espacios líricos carentes de interpretación verbal. Y, en consecuencia, ofrecer el vacío silencioso vislumbrado poéticamente que deja una persona al irse antes de ser olvidada para siempre.
Como su personaje, Antolín Rato huye de lo convencional y adopta formas muy modernas en su narrativa. De este modo, se suceden las disquisiciones y los flujos de pensamiento que convierten a los personajes en dudosos. Incluso se permite a menudo dejar la escena en un segundo plando. Esto, que en cualquier otra obra sería un obstáculo para el ritmo, aquí adquiere un poder especial, y me explico. La obra, bajo mi punto de vista, oculta un importante grado de simbolismo que alberga algo de teatral y que nos remite a las tragedias griegas clásicas. Entenderá el lector que esto no va dirigido a ese público popular que valora lo evidente por encima de lo literario. Aquí estamos en otro registro, uno tal vez epitáfico.
Un silencio visible deviene en una conversación entre los dos personajes que no es tal; una representación teatral difusa, casi invisible; un tango con olor a madera y polvo. Por citar equivalentes más conocidos, podríamos decir que esto es una reinterpretación en clave metaliteraria —y probablemente autobiográfica— de La guerra de los Rose que, por otro lado, contiene algunos puntos en común con esa maravilla titulada Meterra.
Es curioso y significativo el anhelo por la irrelevancia y el anonimato que la novela predica. Es como si Mariano Antolín Rato reivindicara la literatura por encima del nombre del autor, y eso me lleva a reflexionar y hacerme preguntas muy interesantes: ¿Qué pasaría si los libros dejaran de venderse como objetos y exteriormente solo poseyeran una cubierta con un título sobre un color sobrio y uniforme? ¿La gente compraría una novela sin conocer el nombre del autor? ¿Acaso estas ideas no anticipan la irrupción de las IAs como creadoras? Todo libro que genera cuestiones de este tipo merece ser considerado un gran libro.

José Luis Pascual
Administrador
