Título: Cazarranas
Guion y dibujo: Jeff Lemire
Editorial: Astiberri
Nº páginas: 112
Género: Drama
Precio: 16 €
SINOPSIS
Un hombre se despierta en una extraña habitación sin recordar quién es ni cómo llegó hasta aquí. En su mano, un llavero pasado de moda, le da una pista: Hotel Edgewater. Las demás puertas están cerradas a cal y canto, el vestíbulo totalmente vacío y algo siniestro parece estar al acecho en una de las habitaciones contiguas. Pero cuando conoce a un joven, la única otra alma en este vasto y envolvente vacío, su nuevo amigo le ruega que no abra la puerta de esa habitación. Debe haber algo detrás… pero ¿qué?
Un hotel embrujado al borde de la realidad, un puente sin fin que cruza un océano infinito y un hombre y un niño que buscan una salida. Este es el escenario de la nueva obra personal de Jeff Lemire, una ficción con la que traspasa los límites y desafía al género del misterio.
Reseña
El final de la vida es un espejo al que muchas personas no quieren mirar. No es fácil asumir que nuestra existencia tiene un punto final, que llegará el día en que habremos de despedirnos de nuestros seres queridos, que todo lo que hemos experimentado y todo lo que hemos sido se disolverá para siempre en un trance definitivo. Sin embargo, si algo une a todos los seres vivos es justo esa finitud, esa mortalidad que, cuando nos toca lateralmente, nos impulsa a destapar el espejo y enfrentarnos a nuestra verdadera condición. Morir es el final. Y el principio.
Puede que Jeff Lemire sea conocido a nivel mainstream por su aportación al cómic de superhéroes de las grandes editoriales norteamericanas, o por su visión del género en la fantástica serie Black Hammer. Sin embargo, el autor canadiense alterna esa pasión con una mucho más personal: la de contar historias que resuenan por su humanidad e instrospección. Es algo que ya cultivó con maestría en Essex County, Nadie o The underwater welder (El soldador submarino), por citar solo algunos títulos. Cazarranas viene a aumentar esa lista de «obras de autor» que tan bien se le dan a Lemire.
En Cazarranas asistimos a la breve historia de un niño que, calzado con botas de agua, se dedica a coleccionar ranas y meterlas en un bote de mantequilla, a la de un hombre que despierta en un hotel desconocido y que parece estar rodeado por el mar, a la de un anciano moribundo en un hospital. Estos retazos se van imbricando entre sí para contar una semblanza global, un alegato de vida mirando directamente a la muerte, de muerte observando toda una vida. En definitiva, varios momentos de fuerte impronta existencial mezclados para conformar a un individuo cercano a morir.
La mirada de Lemire a tal temática es, como suele acostumbrar, emotiva pero fría al mismo tiempo. Logra el autor un tono especial con el que el lector es capaz de implicarse y reconocerse y, a la vez, ver cómo los engranajes mentales se ponen en marcha para tocar conceptos de gran profundidad. Sin necesidad de metáforas extravagantes o imágenes plagadas de simbolismos, el guionista y dibujante retrata verdades universales con tremenda naturalidad y de adentrarse en preceptos filosóficos que nos obligan a reflexionar. Conseguir eso ya me parece un motivo suficiente para leer Cazarranas.
A nivel artístico, Lemire se apoya en algunos recursos que enfatizan la narración. Por ejemplo, su estilo feísta y elemental le permite alejar al lector de distracciones banales. El manejo de la narrativa gráfica queda patente en las transiciones: sin ir más lejos, la primera nos deja con la boca abierta por su potente ataque frontal. También hay que mencionar el uso muy esporádico del color, que aparece cuando tiene que hacerlo y no más. El cómic se presenta en un sobrio blanco y negro, roto como digo en ocasiones, y en su mayoría se apoya en tres viñetas horizontales por página. No necesita más el autor para contar lo que quiere contar.
Está claro que el cómic se ha abierto en los últimos años a vertientes narrativas mucho más amplias y adultas, y no siempre los autores que más empujan para ello son reconocidos. Si bien Jeff Lemire es una celebridad en el mundillo, esta clase de obras puede pasar desapercibida y no lo merece. Cazarranas toca fibras que pocas veces se exploran en viñetas, y ojalá sirva como puerta de entrada para conocer este «otro lado» de su autor. No se la pierdan.
José Luis Pascual
Administrador