El mundo editorial ofrece tal cantidad de títulos que uno no sabe por cual decantarse. En mi caso, una vez caigo en un foso, suelo repetir —Prospecciones Gordillo es una de esas empresas creativas en las que tengo parte de las acciones—. Prácticamente me he leído toda su obra, y siempre digo lo mismo: me gusta, me atrapa. Es evidente que cada novela tiene su magia personal, y unas me atraen más que otras, no voy a ser cínico. También está el tema de la alta literatura y de las obras blockbuster, estilos que trabaja sin importarle una mierda, lo cual admiro. Dos de sus títulos destacan sobremanera: Dioses, fantasmas o demonios, y La memoria del metal.

Jesús Gordillo es un tipo honesto y sencillo. Le gusta escribir. Tiene millones de pájaros en la cabeza. De eso se trata. No tiene miedo de plasmar sus fantasías en el papel. Se deja llevar por ese mundo interior y nos lo regala sin pretensiones.

Si nos centramos en El verdor de las estatuas tengo que decir muchas cosas positivas. Es una obra poco común. Más peliculera que literaria. Muy entretenida. Mezcla de novela criminal y de terror. No siempre es necesario esconder una moraleja o mensaje. A veces se trata de puro entretenimiento. Como ver una película de Blade o algo similar. Por un lado tenemos un fuerte componente de acción, donde todo se enreda sin complicaciones hasta llegar al clímax sangriento. Y por otro está el tema fantástico, que lo desgrana con maestría exponiendo una subtrama digna de un loco que no para de darle a la sesera. Sin duda, es su punto fuerte.

Una novela muy veraniega que no roba nada de cerebro. Ideal para reír. Fantasear. Disfrutar.

La historia de Reptil es lo mejor del libro. Recuerdos de Ravenous y obras relacionadas me abordan. Un deseo que persigue al ser humano desde tiempos inmemoriales: la inmortalidad. Un don que necesita ser regado con sangre. Parece no existir otro modo: vida por muerte y viceversa. Un tema universal llevado al terreno de Gordillo.

Solo espero que este hombre no pare de crear y mejorar. El mundillo necesita de autores así. En ocasiones, la sencillez marca el camino.