La vida dentro de palacio mostrada como nunca antes. Básicamente, eso es La favorita, la nueva apuesta del director griego Yorgos Lanthimos (El sacrificio de un ciervo sagrado). Lo más curioso es que, posiblemente, la visión que nos da Lanthimos del día a día en el interior de un espacio tan suntuoso se acerque más a la realidad que otras representaciones mucho más románticas a las que el cine nos ha acostumbrado.
El retrato a ratos esperpéntico de la corte británica queda personificado en la reina Ana Estuardo, auténtico catalizador que hace girar todos los mecanismos a su alrededor, aunque no siempre lo hagan en la dirección lógica. El personaje de la reina es el corazón de la película, y a su alrededor orbita todo un microuniverso que queda representado en sus dos ayudantes de cámara, que terminan compitiendo por el favor de la monarca.
Estamos ante una película excéntrica, como no podía ser de otra manera con su director. Lanthimos no desdeña el preciosismo detallista de la ostentación palaciega. Al contrario, su visión se recrea en la espectacular escenografía, pero lo hace a su manera. Para ello, en esta ocasión recurre al ojo de pez para aumentar y al mismo tiempo encerrar el espacio, convirtiendo el decorado en un microcosmos tan amplio como claustrofóbico. De igual modo, el realizador se regodea en la perversidad del lado más oscuro del palacio, que a la vez es el fiel retrato del aburrimiento y la desidia que llevan a comportamientos excesivos ya sea a nivel sexual o a cualquier otro capricho imaginable.
Pese a contar con dos actrices tan enormes como Emma Stone y Rachel Weisz, es el monumental trabajo de Olivia Colman lo que permite a Lanthimos fijar su particular tono y hacer crecer o decrecer la historia a su antojo. Es ella una reina bipolar, tan sensible como tirana, y poco interesada en las tramas políticas que rigen el destino de miles de personas.
A nivel técnico, aparte del mencionado preciosismo visual, muchas escenas se riegan con una acertada música de cámara que nos pone en situación y que aporta un tono clásico a la película.
Evidentemente, Yorgos Lanthimos no habrá tenido en cuenta la situación política de nuestro país, pero su película se revela como una atinada metáfora de las distintas maneras de gobierno, y de cómo las coaliciones pueden afectar a decisiones trascendentales.A ratos divertida, a ratos dramática, a ratos patética, «La favorita» es una extraña relectura de las películas de época. Gracias a su director, se rompen los estándares del subgénero para ofrecer una nueva dimensión que, curiosamente, admite un alto grado de verosimilitud. Estamos ante una obra que no pretende ser referencia sino algo único, y bajo mi punto de vista eso lo consigue sin esfuerzo. Otra más para la colección de rarezas de un director que va camino de forjar una filmografía inigualable.