Con esta película basada en el folclore irlandés, Tomm Moore vuelve a mostrarnos, como ya hiciera en la maravillosa El secreto del libro de Kells (2009), un universo muy particular que se apoya en antiguas leyendas y en un detallado preciosismo en las imágenes. La canción del mar es una de esas películas de animación que emociona al espectador primero con la belleza de sus diseños y después con una historia conmovedora.
Aunque la trama no sea la más original del mundo, la manera en que está tratada es lo que marca la diferencia con otras películas animadas. Conceptualmente está mucho más cercana al espíritu del estudio Ghibli que a Pixar, en cuanto que toma un escenario realista en el que se van introduciendo elementos fantásticos. Como decía, la historia se basa en la antigua fábula de las selkies, seres mitológicos mitad focas mitad humanos. Por tanto, tenemos una parte mágica que es muy importante en la película, así como también podemos ver un tramo que toma elementos del clásico “viaje del héroe” tan arquetípico de las grandes epopeyas. La doble lectura que aporta la historia tiene que ver con el paso de la infancia a la edad adulta.
El increíble trabajo que hay detrás del diseño de cada fondo y cada personaje resulta sencillamente espectacular, y se traduce en una experiencia visual única que nos recuerda que la animación tradicional aún tiene mucho que decir cuando se utiliza con tanto mimo. El trazo tan característico que ya anticipaba “El secreto del libro de Kells” resulta hipnótico, es casi como estar viendo un cuadro en movimiento, lleno de color y de detalle para nuestro deleite. Además, la música acompaña la narración de manera espléndida acentuando el tono melancólico de muchos de los pasajes.
Para acabar, he de decir que tenía dudas de que este tipo de películas pudiera interesar al público infantil, ya que se me antojaba más apta para los adultos. Pero en el cine había unos cuantos niños de muy corta edad que disfrutaron de lo lindo y, por los comentarios que hacían, se enteraron perfectamente de la película.
Así pues, La canción del mar es una auténtica delicia que apuesta por los métodos artesanales y reivindica una forma de contar historias mucho más añeja, inocente y edificante. Preciosa.
Mi nota: 8,5