Ahora que nos encontramos inmersos en una pandemia que ha paralizado el mundo entero, que ha cerrado bares, anulado conciertos y nos ha recluido en casa durante tres largos meses, sin duda nos gustaría cambiar nuestro virus por la extraña epidemia del baile ocurrida en el año 1518. Sin embargo, seguro que aquellos que fallecieron, literalmente, bailando sin poder parar de hacerlo, no nos recomendarían que nos pusiéramos en sus zapatos.
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