Desperté con una extraña sensación de irrealidad y, cuando dirigí la mirada hacia el ambiente que me rodeaba, vi con asombro que estaba fuera de mi cuerpo. Me asusté, por supuesto, pero al ver el monitor que señalaba los latidos de mi corazón y la tranquilidad de mi marido que, sentado al lado de la cama, leía un libro, supe que no iba a morir. Al menos, no inmediatamente.
Etiqueta: