THE DEN (Zachary Donohue, 2013)

por José Luis Pascual

Una joven recibe una beca para realizar un trabajo personal consistente en estudiar los hábitos de los usuarios de una aplicación de videochat llamada The Den. Pronto empezará a recibir extraños mensajes desde la cuenta de una usuaria desconocida.

“The Den”, el primer largometraje de Zachary Donohue, es una producción americana del año 2013 que podríamos englobar dentro del estilo found footage. Esta vez estamos más ante un thriller que una película de terror, donde la gran baza es la originalidad de la propuesta. La trama está claramente basada en el conocido Chatroulette, un programa que nos permite realizar videoconferencias con personas desconocidas, de un modo totalmente aleatorio. Toda la película está realizada de tal modo que lo que vemos en pantalla es exactamente lo que veríamos en el monitor de un ordenador o en un móvil o tablet, y ahí radica su originalidad. Esto puede ser atrayente para un público joven o acostumbrado a tratar con estos dispositivos, pero puede repeler a espectadores más veteranos. Sea como sea, hay que reconocer que el director consigue innovar con esta puesta en escena que no habíamos visto anteriormente (aunque ya se exploró en uno de los segmentos de “VHS”). Esta manera de plantear la película nos depara algunas escenas de tensión bien conseguidas, pero me resulta más fría que otras películas contadas con cámara en mano y falla en crear la atmósfera necesaria para este tipo de producciones. Además, hay algún momento en que se rompen los cánones del found footage y te empiezas a cuestionar si lo que estamos viendo sería posible con las herramientas de que dispone la protagonista. Pero no es algo escandaloso ni llega a molestar en exceso. La actriz protagonista, omnipresente durante toda la película, no destaca ni para bien ni para mal, al menos no estás deseando que la maten desde el principio, ¿o tal vez sí?


La forma de contar la historia resulta mucho más interesante (al menos al principio de la película) que la trama en sí, y llegados a la mitad del metraje el interés decae progresivamente. El final hace hincapié en el típico mensaje populista de “la-tecnología-es-mala-y-nos-hace-peores-personas”, moraleja que a mí personalmente me irrita. Es triste decir que una película que no alcanza la hora y veinte de duración se haga larga, pero así es. En mi opinión, hubiera estado mucho mejor como un capítulo independiente de una serie que como un largometraje. De hecho, habría encajado a la perfección como historia independiente dentro de Black Mirror.

Como positivo, podemos decir que la película engancha y entretiene aunque va de más a menos. La podéis ver como un curioso experimento dentro del género, o si no tenéis algo mejor que visionar. 

Mi nota: 4

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