Aquellos que me conocen saben mi devoción por 2001, una odisea del espacio (lo evidencia el nombre del blog), a la que considero mi película favorita. Por eso, me temo que esta reseña será aún menos objetiva de lo habitual. Y es que ha dolido.
“Interstellar” sitúa la acción en un momento difícil para la humanidad. Extraños fenómenos naturales en forma de grandes tormentas de arena están enclaustrando a la gente en sus casas y, lo que es peor, arruinan las cosechas. Las esperanzas de supervivencia se basan oficialmente en crear enormes plantaciones de alimentos, pero la NASA trabaja en secreto en otros planes sabiendo que la humanidad se enfrenta a la extinción. Un agujero de gusano descubierto cerca de Saturno les da la oportunidad de alcanzar galaxias que están más allá de nuestro sistema solar, y el descubrimiento allí de varios planetas habitables constituye una posible tabla de salvación.
Christopher Nolan vuelve a intentar aunar cine comercial con conceptos poco afines al gran público, y aquí nos cuela temas de gravedad, relatividad, multidimensionalidad y agujeros de gusano. Pero que nadie tema, ya que toda esta parte científica está contada para que la entiendan hasta los más profanos en la materia. En este sentido, sin embargo, es mucho más recomendable aprender con la maravillosa serie “Cosmos”, ya sea con su etapa original o con la versión actual que presenta Neil DeGrasse Tyson.
La película está dividida en tres segmentos diferenciados. El primero nos muestra la vida en la tierra y la situación que está viviendo la humanidad. Toda esta parte redunda en la vida familiar que lleva el personaje de Matthew McConaughey, y particularmente se me hizo larga y pesada. En la segunda parte asistimos a la aventura espacial propiamente dicha, con los protagonistas yendo en busca de los planetas habitables. Tal vez este tramo es donde la película coge más brío y engancha con más fuerza al espectador. A ello contribuyen alguna lograda escena de tensión, y la importancia de las decisiones a las que han de hacer frente los protagonistas. La paradoja temporal que diferencia el paso del tiempo para los habitantes de la tierra y para los astronautas está bien conseguida, y las consecuencias de ésto se muestran con corrección.
Pese a una pretenciosidad exagerada, y a unos agujeros de guión del tamaño del mismo Saturno, llegamos al desenlace con la esperanza de que el tramo final nos deje con buen sabor de boca. Pero Nolan opta por una conclusión absurda que echa por tierra cualquier expectativa que pudiéramos tener, aunque luego profundizaré en ello.
Mucho me temo que Nolan era muy consciente de que mucha gente que vea esta película no habrá visto “2001”, así que no repararán en el sospechoso parecido de algunas secuencias y de muchos conceptos. Y se aprovecha de ello. La idea general de “Interstellar” ya toma algunas cosas de la película de Stanley Kubrick, y en su desarrollo encontramos grandes semejanzas: cambiemos el monolito por un agujero negro, cambiemos Júpiter por Saturno, pongamos un diseño de naves similar, pongamos un robot con forma de monolito, acompañemos con una música que recuerde al “Así habló Zaratustra” de Strauss, utilicemos la ausencia de sonido en el espacio exterior…y tendremos así múltiples “homenajes”.
***SPOILERS***
Pero lo verdaderamente sangrante es comprobar cómo, tras la escena del acoplamiento fallido de Matt Damon (que recuerda poderosamente a otra secuencia de “2001”), Nolan fusila el famoso viaje de David Bowman al entrar en el monolito, y lo que el personaje de McConaughey encuentra en el interior del agujero de gusano es…¡una habitación! Creo que llamar a esto homenaje es un gran ejercicio de cinismo.
Lo que Kubrick, en esa parte final de “2001”, contaba de un modo críptico pero elegante, Nolan lo revienta de una manera burda e irrisoria. Y además, se asegura de sobreexplicar su “gran paradoja” por si acaso el público más torpe no la ha entendido. Lamentable.
***FIN DE SPOILERS***
Para terminar, introducir un concepto como el amor a modo de factor decisivo en una película de este tipo es bastante arriesgado, y si no se hace de una manera muy controlada puede llegar al punto del ridículo. Y así es, ya que Nolan termina buscando la lágrima fácil del espectador y, aunque consigue algún momento emocionante durante la película, ésto se acaba tornando repetitivo y termina siendo risible. El desenlace de la película es casi un insulto para aquellos que buscamos una ciencia ficción seria, dando más concesiones de las tolerables para que el “gran público” quede satisfecho.
Sé que muchos podréis decir que también en el desenlace de “2001” había que hacer un salto de fe (al fin y al cabo estamos hablando de ciencia FICCIÓN), pero la propuesta de la película de Kubrick, gustara más o menos, terminaba ofreciendo un debate serio sobre el pasado y el futuro del ser humano de una manera metafórica y simbólica que nos invitaba a la reflexión. El mcguffin de “Interstellar” ni propone ni resiste una segunda lectura, y se queda en una pequeña tomadura de pelo que no ha sabido imitar a su referente.
Por poner una nota positiva, creo que tanto Matthew McConaughey como Anne Hathaway salen airosos con una más que correcta interpretación, y que la banda sonora de Hans Zimmer es bastante destacable aunque hay algún momento en que la música que propone no pega demasiado con lo que vemos. Técnicamente la película no desentona, y cuenta con unos efectos especiales dignos de la gran superproducción que es.
En fin, lo único que puedo hacer es instar a todo el mundo a ver o revisitar atentamente esa obra magna que es “2001” y dejar esta “Interstellar” para un ratillo en el que no tengáis nada mejor que hacer.
Mi nota: 3