ANIMALES NOCTURNOS (Tom Ford, 2016)

por José Luis Pascual

El inicio de Animales Nocturnos es toda una declaración de intenciones. Una serie de bailarinas totalmente desnudas ejecutan unos sugerentes bailes en primer plano. Las bailarinas deben estar cercanas a los 200 kilos de peso, por lo que las imágenes, reproducidas en cámara lenta ante el sorprendido espectador, resultan grotescas y muy lynchianas. Este impactante arranque contrasta poderosamente con lo que veremos en el resto de película, ya que todos los personajes, sean principales o secundarios, aparecerán guapos y estilizados.

El debutante director Tom Ford (famoso diseñador de moda) parece querer ofrecer una crítica a lo superficial de la imagen y la esclavitud del ser humano moderno ante ella, aunque lo hace de una manera sutil y poco clara. La película alterna varias narraciones que, en realidad, son una misma. En una de ellas asistimos a las paranoias personales de una mujer que parece haber triunfado en la vida pero que se muestra tremendamente infeliz, perseguida por un pasado traumático. Un día recibe un manuscrito con una novela escrita por su antigua pareja. La narración de la novela será la otra gran protagonista de la película, convirtiéndose en una extraña metáfora de la historia personal de la mujer. Tom Ford logra que la contraposición entre ambas historias resulte intrigante, mostrando un gran contraste entre la frialdad y melancolía de una con la descarnada y a la vez contenida violencia cercana al western de la otra. El problema es que, aunque los continuos saltos en la narración están muy bien integrados, la metáfora que busca el director resulta, en mi opinión, algo confusa, convirtiendo la relación entre ambas tramas en algo poco claro. Es como si estuviéramos viendo dos películas al mismo tiempo, y da la sensación de que hubieran funcionado mejor por separado que mezcladas de esta manera.
Como no podía ser de otro modo proviniendo del mundo de la moda, Tom Ford aplica un filtro visual muy indie y muy limpio a la par que elegante. Esto queda muy bien en la trama más intimista, pero tal vez la parte de la novela pedía una imagen más sucia y polvorienta. En cuanto a los intérpretes, Amy Adams sigue con el buen tono que ya demostró en La Llegada (Arrival), convirtiéndose en uno de los nombres propios de este 2016. Jake Gyllenhaal también cumple con creces, aunque le veo un escalón por debajo de su compañera de reparto. Tal vez la poca sangre de su personaje le perjudique. Otro que acostumbra a no fallar es Michael Shannon, aquí bastante convincente como agente de la ley de vuelta de todo y casi deshauciado. Tal vez sea el apartado actoral lo mejor de la película.
En conclusión, creo que “Animales Nocturnos” está llena de buenas intenciones, pero considero que Tom Ford no ha logrado darle una cohesión total al guión. Por ello, termina siendo una película irregular que personalmente me ha dejado bastante frío pese al buen hacer del reparto.
Mi nota: 4

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