Volvemos a echarle el guante a otra de las obras de Cazador de Ratas publicada como bolsilibro o libro de pequeño formato. Nunca hables con el diablo es la primera novela de David P. Yuste, escritor ya curtido en diferentes antologías, siempre cercanas al género de terror o fantástico.
Lo que tenemos en esta novela corta es la historia de Ana, una joven víctima de una enfermedad hereditaria que la termina privando de los sentidos de la vista y el oído, sumiéndola en una oscuridad y un silencio absolutos. Pese a su penosa condición, algunas experiencias terroríficas conseguirán que Ana comience a dudar de la propia realidad.
El argumento de la novela me resulta sumamente llamativo. En primer lugar, por ver plasmada en un relato la experiencia de un personaje protagonista sordo y ciego, ciertamente un reto tremendo para cualquier escritor. Y después, porque mezclar todo ello con un componente sobrenatural o fantástico me parece un acierto muy atrayente. Ya avanzo que lo mejor de «Nunca hables con el diablo» está en el manejo que David P. Yuste hace de las sensaciones, consiguiendo desde el primer momento transmitir algo parecido a lo que debe sentir una persona que no puede ver ni oír. Ello me parece un logro notable, ya que las descripciones aquí cuentan con un nivel de dificultad superior a lo habitual. El autor, como digo, sale airoso de esta circunstancia consiguiendo además que nos metamos en la piel de Ana y “veamos” el mundo a través de su mirada inexistente.
Dicho lo cual, me encontré con un par de problemas que me impidieron disfrutar plenamente de la lectura. El primero es el arco de tiempo tan grande que abarca la novela, y es que creo que un texto tan breve se beneficiaría mucho de haberse limitado a un puñado de escenas dentro de un lapso temporal más corto. Al no ser así, por una parte queda cierta sensación de que hay pasajes que sobran, y por otra creo que la historia da para una extensión mucho mayor en la que se nos pueda contar todo con mayor reposo y detalle. El otro punto que no me terminó de convencer es que el elemento terrorífico aparece demasiado poco; es solo cuestión de gusto personal, por supuesto, pero me hubiera gustado que se hubiera exprimido un poquito más.
Sin embargo, mi conclusión no puede ser más que positiva. «Nunca hables con el diablo» se introduce en un mundo poco retratado en la literatura de género y lo hace con una historia bien pensada y resuelta, que cuenta además con un desenlace satisfactorio. Aunque la trama se desvía en diferentes puntos del camino, el retrato del personaje de Ana ya merece por sí solo la lectura. En mi opinión, creo que aquí David P. Yuste tiene el gérmen de una novela mucho mayor en todos los sentidos.