Culminamos hoy la que ha sido novena edición del Club de Lectura de Dentro del Monolito. Han tenido que pasar nueve entregas para poder disfrutar del Rey del terror en todo su esplendor, y nos hemos atrevido a traspasar El umbral de la noche con un resultado, creo, inmejorable en general. Esta antología publicada por vez primera en 1976 nos ha regalado un buen número de relatos destacables, por lo que hemos podido disfrutar de un amplio abanico de situaciones donde el terror es el gran protagonista.
Aunque me he defendido como he podido, en esta ocasión muchos de mis compañeros podrían hablar mejor que yo sobre la figura y obra de Stephen King, ya que entre los miembros del Club hay fervientes seguidores del escritor de Maine, cosa que vais a poder apreciar en sus opiniones. Sus apuntes han sido de gran ayuda durante esta lectura.
Sin más dilación, os dejo con mi reseña de El umbral de la noche seguida de las opiniones de algunos de los miembros del Club.
EL UMBRAL DE LA NOCHE (Stephen King)
No soy un lector habitual de Stephen King, debo confesarlo. Solo ocasionalmente me he acercado a la obra del escritor de Maine, quedándome especialmente grato recuerdo de la lectura de It, realizada durante mi ya lejana adolescencia. Es por ello que, en esta ocasión, cualquiera de mis compañeros de este Club de Lectura podría hablar más en profundidad que yo de la figura y la obra de King. Lo que me resulta curioso y llamativo es el hecho de cómo un escritor que se ha nutrido tanto de la cultura popular en sus novelas, ha terminado por convertirse él mismo en una de las mayores influencias para incontables manifestaciones artísticas de todo tipo, especialmente si hablamos de literatura, cine o televisión. Buena fe de esto dan las continuas adaptaciones de sus relatos y novelas que en los últimos años han inundado nuestras pantallas. Aun así, no sé si somos realmente conscientes del profundo impacto que la obra de Stephen King ha tenido en la sociedad actual.
Pero ciñámonos a El umbral de la noche, la antología que tratamos en esta edición del Club. Si observamos la colección de relatos desde una distancia suficiente, encontramos que Stephen King se dedica a actualizar los efectistas relatos clásicos para dotarles de una contemporaneidad palpitante. Con eso consigue dos cosas gracias a las dos vertientes principales de los textos. La primera, convertirnos a nosotros, los lectores, en partícipes directos de historias que suceden en lugares y situaciones que podemos llegar a reconocer gracias a que están enmarcados en una contemporaneidad (en este caso, la de la década de los 70) que nos resulta muy familiar. La segunda, transformar la ingenuidad de aquellas historias antiguas en carne de pesadillas para el lector moderno, aprovechando las ideas más escalofriantes y desechando lo más pueril y pasado de moda.
Además de eso, lo que hace de los relatos de King algo imprescindible para el amante del género es su magnífico dibujo de personajes. El de Maine casi siempre se toma el tiempo necesario para detallar algunas peculiaridades de sus protagonistas, y lo hace de un modo muy natural, de forma que el impacto del relato, por breve que sea, nunca queda comprometido. Un buen ejemplo de esto lo podemos encontrar en relatos como A veces vuelven, Sé lo que necesitas o El último peldaño de la escalera. Estos tres cuentos contienen un muestrario de personalidades muy diferentes entre sí pero perfectamente definidas, y constituyen una buena referencia de la habilidad de King a la hora de hacer que empaticemos con personajes que tienen una entidad coherente, al tiempo que los somete (y nos somete a nosotros) a situaciones delicadas.
A medida que hurgamos más en el corazón de estas historias, podemos comprobar de forma evidente la perversidad con la que King ve el mundo, y cómo aplica una capa de velada iniquidad por la que se cuela la anomalía. Por ejemplo, en Marejada nocturna King sugiere una historia muy grande en segundo plano, dejando el foco en las relaciones de un grupo de personajes de comportamiento dudoso. Esto se ve más claro aún en Los chicos del maíz, donde un matrimonio obviamente fracasado se da de bruces con una microsociedad deformada en la que los niños han adoptado un credo puramente maléfico.
Aunque hay notas bajas en la antología (se me hace imposible disculpar el desenlace de La trituradora), en general El umbral de la noche es una colección de historias de gran nivel, perfectamente recomendable para un abanico amplio de lectores. Y es que es apreciable el buen hacer de Stephen King no solo en los textos más anclados a la realidad —o más dramáticos, si queremos—, sino que los relatos con un componente más fantástico también funcionan a las mil maravillas. Me resulta fascinante la ambientación conseguida en Camiones, sin que exista la necesidad de explicar en ningún momento por qué las máquinas han adquirido consciencia; o la perfecta y creciente atmósfera de inquietud lovecraftiana que permea historias como Materia gris o Un trago de despedida. Pero he pedido a mis compañeros que elijan sus títulos favoritos, así que siento que debo hacer lo mismo.
Para mí, la joya de la corona de esta antología es Marejada nocturna, por los motivos que comentaba más arriba. Me parece un relato redondo en el que todo está medido a la perfección y que resulta sobresaliente a nivel técnico. El arte de contar sin contar queda revelado en este cuento apocalíptico que cualquier aficionado a la escritura debería estudiar con detenimiento. Junto a él, debo situar en el podio a A veces vuelven y La primavera de fresa. Estos dos relatos despuntan por diferentes razones. El primero, por la representación de uno de los elementos por los que King es más conocido, que no es otro que el regreso a la juventud, en este caso a través de un suceso traumático. Inquietante y con un par de momentos inesperados e impactantes, la manera en que se desarrolla la historia en A veces vuelven me parece modélica, logrando el relato una sensación de plenitud cuando leemos sus últimas líneas. En cuanto a La primavera de fresa, lo que sobresale es la cuidada ambigüedad y el lirismo descriptivo, encerrando en muchas de las líneas un segundo significado. Un relato de asesino en serie con líneas muy trabajadas en el que cobra importancia lo invisible ante lo explícito.
Aparte de estas tres maravillas, no puedo dejar de mencionar la intensidad de El coco, la tensión que desprende Camiones, la feroz crítica implícita en Basta S.A. y Los chicos del maíz, el efectismo de La cornisa y El hombre que amaba las flores, o el horror de corte clásico de Los misterios del gusano, Materia gris y Un trago de despedida.
En realidad, en prácticamente la totalidad de relatos incluidos en esta antología el aficionado podrá encontrar algo de provecho, por lo que podríamos concluir que El umbral de la noche en su conjunto se revela como una obra imprescindible dentro de la ingente producción de Stephen King, y con una enorme capacidad de provocar influencia en la literatura de terror posterior. Los múltiples rostros que muestra aquí el rey del terror se basan en retorcer algunos de los conceptos más arraigados en el género y en plantear un buen puñado de ideas novedosas y estimulantes con las que reinventarlo. Lo he disfrutado mucho.
Los miembros del Club hablan:
Juan Carlos Pascual (del canal TOC Libros):
“Este libro de relatos de la época temprana de Stephen King me ha sorprendido para bien. Hay algún relato que no me ha gustado, como Los chicos del maíz, pero en general la experiencia ha sido muy satisfactoria.
Lo que más me ha llamado la atención ha sido el dominio del escritor en cuanto a la ambientación de todos y cada uno de los relatos, cuidando hasta el más mínimo detalle. Ello hacía que pudiera visualizar claramente en mi cabeza todo lo que estaba leyendo.
Tengo que mencionar que curiosamente los relatos que más me impactaron son precisamente los que menos se pueden suscribir al género de terror, me parecieron de una calidad literaria asombrosa”.
Javier Molano:
“Me resulta muy difícil hacer una reseña de un libro con 20 relatos de muy distinta índole aunque con un nexo en común: el terror. La forma de escribir de Stephen King, sobradamente conocida por muchísima gente, hace que te metas en la historia y parezca que la estés viviendo en primera persona (amén de que te guste o no la historia). En mi muy particular opinión, creo que fallan los cierres de los relatos, los cuales son un poco flojos, ya que después del buen gusto que te deja la lectura de casi todo el relato, cuando llegas al final terminas con un regusto amargo provocado por, lo que yo creo que es, un cierre flojo. En definitiva, el libro en general me ha parecido normalito ya que ha habido muchos relatos que no me han gustado”.
Kike Mollá:
Jota García Romero (@jotagarcaromero en twitter):
Olivia:
“Llevo años leyendo a Stephen King, y nunca me ha decepcionado. Esta vez tampoco. Aunque algunos relatos me parecen el comienzo de una historia más larga, en general me han gustado mucho la mayoría de ellos. Entre los que destaco, Los misterios del gusano, A veces vuelven, La cornisa y El último peldaño de la escalera me han parecido historias redondas. Espero seguir disfrutando de los libros de King como he hecho hasta ahora”.
Sergio Requejo (@seresar en twitter):
“El umbral de la noche es una obra imprescindible para los amantes de los relatos; abarcando diversos géneros que hacen de su lectura una experiencia única e inesperada. Terror gótico, terror de lo cotidiano, ciencia ficción o viajes a lo más profundo de la psique humana… Muchos de estos relatos forman parte ya de nuestro imaginario literario, por lo que la lectura de esta obra coral se hace indispensable para entender los miedos y temores de toda una época.
Poco más se puede añadir para describir la genialidad del maestro del terror popular, que nos demuestra, relato a relato, su dominio en el arte de la narrativa y su capacidad de conexión con nuestros miedos del día a día. Un clásico imprescindible”.
Vic (@burace69 en twitter):
“En 1979, Stephen King nos regaló a los lectores constantes la que es, posiblemente, su mejor recopilación y la más reconocida. Dentro de esta recopilación de relatos tenemos desde un genial homenaje a Lovecraft (Los Misterios del Gusano), una historia de asesinos en serie (La Primavera de Fresa) o trabajos más costumbristas, llenos de dureza como ver morir a un ser querido (La Mujer de la Habitación).
King en estos 20 relatos demuestra por qué es el Rey. Estos relatos están escritos en la mejor época del autor de It, entre El Resplandor y Apocalipsis, por lo que la calidad de las historias es altísima. Hasta el relato más flojo tiene un momento de genialidad.
Como fan, casi “fanboy” de Stephen, no puedo ser objetivo, casi todos los relatos me han parecido soberbios. De los 20 relatos que tiene este recopilación, más de la mitad tendrían un 9 de nota, mientras que los menos me han gustado su nota sería como mínimo un 6. Pero como esto es una breve reseña, comentaré solo unos pocos:
La trituradora: Cómo una historia en principio ridícula (una máquina industrial de planchado asesina) puede dar tanto jugo. A pesar de su decepcionante último párrafo, la obra es una genialidad digna de las películas de la saga Destino Final.
El coco: Es fascinante cómo una trama tan previsible, en manos de un maestro se vuelve absorbente. Este relato del ser que vive en los armarios es una muestra del talento de King.
A veces vuelven: Un cuento sobre la lealtad entre hermanos y bulling sobrenatural. una angustiosa historia de un profesor que ve cómo los que abusaron de él en la infancia vuelven para hacerle la vida imposible.
Campo de batalla: Sorpresa tras sorpresa tiene esta trama sobre la venganza. Decir cualquier cosa sobre este cuento es reventarlo. Deberíais descubrirlo por vosotros mismos.
Un trago de despedida: King vuelve a Salem’s Lot con uno de los mejores relatos. Un epílogo magnífico para una de las mejores historias de vampiros jamás creadas.
Y así hasta 20, todos buenos bombones envenenados o pequeñas películas como el Maestro las veía en su cabeza. No en vano siempre que ha firmado este libro pone la misma dedicatoria:
“Espero que hayas disfrutado de estas películas de un solo rollo”.
Próxima lectura : Disforia (David Jasso)