El otro elemento que cimenta la ambientación es la inserción de fragmentos de la propia crónica de la localidad, firmadas por el protagonista, y que aportan desde el principio la gran dualidad que toma forma durante todo el relato: el contraste entre ciertos acontecimientos históricos y las leyendas que estos generaron (o, si queremos, entre el hecho objetivo y la superchería subjetiva). Con esto, el trabajo de Ismael Orcero contiene un importante porcentaje de antropología, aunque finalmente estemos ante una obra de ficción con evidentes elementos fantásticos.
Centrándonos en el relato, la novela sabe enganchar al lector primero con esa panorámica sobre el entorno y sus personajes, y después destejiendo una trama en la que se nos deja intuir poco a poco algunas de sus claves. Como digo, el texto intercala la narración clásica con pequeños fragmentos de la crónica del pueblo, que siempre nos aportan alguna pista de lo que leeremos a continuación. Esta estructura aguanta perfectamente, y más tratándose de una novela tan breve. La creciente intromisión del elemento fantástico, así como el desarrollo y el desenlace, remiten a obras de terror clásicas que mezclan leyenda y mitología, y resulta bastante interesante la, hasta donde sé, inventada mitología que aparece en el texto. El mismo nombre de la Arrastrada ya contiene en sí mismo todos estos componentes de cuento clásico con toques míticos. Muy acertado.
Además, sin llegar a estar ante un whodunnit, el autor juega con elementos del subgénero para plantear un pequeño misterio que sabe resolver con un giro muy bien pensado.