Título: El hambre
Autor: Alma Katsu
Editorial: Alianza Runas
Nº páginas: 344
Género: Terror en el oeste
Precio: 18€ / 8,49€ (digital)
En mayo de 1846 partió una caravana de pioneros de Missouri hacia California. Tomaron una nueva ruta que cruzaba el desierto del Gran Lago Salado y ese invierno se encontraron atrapados en Sierra Nevada debido a las dificultades del terreno y a una serie de accidentes. Cuando los pudieron rescatar en febrero del año siguiente muchos pioneros habían muerto y se supone que los que quedaban vivos habían logrado sobrevivir gracias al canibalismo.
CRÓNICA POLVORIENTA
Con esta obra nos adentramos en la expedición de unos colonos durante la época de la conquista y expansión del salvaje oeste americano. Y estos aventureros de fortuna recorren las cicatrices de los Estados Unidos hasta la tierra de la esperanza y de los verdes pastos, que parecen dispuestos y predispuestos para los valientes, ofreciendo futuro y prosperidad. Aunque tantos se quedasen en el camino. Y es durante tamaña travesía de carretas, carromatos, ganado y vagamundos, que parece que nunca concluirán su periplo, que acontece el horror que se nos va ofreciendo con cuentagotas. Pues hablamos de una novela que está macerada a fuego lento, lo que pueden confundir algunos con poco ritmo y falta de acción o interés, y que resulta de una extraordinaria preparación pensando en el escenario vasto y yermo. Disfrutamos de una construcción minuciosa y perfeccionista de la tensión, y una atmósfera que va ganando ominosidad a media que avanzamos en la lectura, igual que los desventurados progresan en millas agrestes, polvo del camino y pérdidas irreparables, que no saben cómo asumir, y mucho menos confrontar, más que volviéndose unos contra otros. Estos hombres que arrastran a sus familias tras invertir todas sus posesiones y renunciar a la vida que previamente llevaban, van dejando atrás lo conocido, los últimos reductos de civilización, ignorando los avisos que reciben de lo humano y lo divino, para adentrarse en tierras extrañas donde rigen otras normas, incognoscibles para ellos. Bosques claustrofóbicos, parajes desolados, cordilleras inestables, senderos torcidos o caprichosa climatología, donde nada es lo que parece e incluso los nativos americanos, moradores, que no dueños de tales emplazamientos hasta que fueron desterrados y descastados, obran con el respeto y la prudencia por temor a esa cosa, a esa criatura(s) sin nombre. Que sufre de un hambre inconsolable. Y que pronto será saciada.
Todas estas arquitecturas comentadas, que van muy despacio conformando el tejido de la historia, entrelazando las tramas y existencias de unos y otros personajes, sus pasados, sus presentes y su ausencia de futuros, nos sumergen en un ambiente funesto e insoportable por momentos, ignoto en ocasiones, describiéndonos al detalle a esos protagonistas y secundarios, sus nexos, los cuales se crean y se destruyen, sufriendo más por las decisiones de otros que por las propias, pero que, incluso en estas condiciones, llevarán sus ínfulas hasta el mismo final del precipicio en el que se mueven. Porque sabemos que, ya plantada la semilla, cuando lleguemos al punto de no retorno y la novela estalle, el cambio de ritmo será devastador, y no habrá vuelta atrás ni para ellos ni para nosotros. Todo ello sin llegar a desvelar el enigma hasta sus últimas consecuencias. Y cuidado, quizá este cambio de ritmo sea más de opresión y densidad que de velocidad pero, con todo, alcanza el lado mas siniestro de la desesperanza. Y es cierto y justo reconocer que echo en falta algo de pasión narrativa al compartir esos desenlaces, pero el qué contar y cómo contarlo es una decisión personal, y siendo consciente de las bases en que se cimienta esta obra, queda más que justificada.
Esto se nos ofrenda entre sus medidas páginas, una obra sobre la parte más cruda y salvaje del salvaje oeste, sus entresijos junto y paralelo con una investigación antropológica, holmesiana, para desvelar el origen de ese “hambre”. Sin pistoleros, sin duelos al sol, sin tabernas, sin partidas de naipes, sin proclamas o ahorcamientos, sin buscadores de oro o carteles de se busca, sin asaltos a diligencias o asedios a fuertes. El enemigo es mucho mayor; inevitable al invadir sus dominios, sumado a la conciencia con la que carga cada uno. Pero sí ofrece magia oscura, maldiciones, misticismos, criaturas y entidades sobrenaturales, o quizá solo el fondo más tenebroso de la humanidad retraída a lo atávico, que está muy por encima de la comprensión humana. Este dilema y conflicto es al que se oponen los personajes con una narración fluida, alternando con cartas y diarios de los que parten, de los que quedan, de los que sobreviven, de los que mueren, de los que aguardan en casa el regreso de sus seres queridos. Una espera interminable. En el caso de quedar alguno. Y eso si pueden llegar a su destino iniciático, que ya ha tornado, pues ese destino no es el paraíso de un futuro mejor, sino el simple premio de la supervivencia, y el trauma perpetuo tras vislumbrar o realizar actos ignominiosos.
Me ha gustado, lo reconozco. Dentro de unos códigos diferentes, más cercanos al terror por su puesta en escena, y dominando la presentación de caracteres, orgullos y deseos. Lo que añade mucho a ese telón de fondo tan sugerente como es el tiempo y perfil del oeste. La mezcla, no apta para aquellos que necesitáis lecturas fugaces, va a dejar más que satisfechos a los que paladean sus libros escogidos, y gustan de una historia bien contada y con diversas profundidades. Bien, bien, bien.
Pd: siendo uno de mis mundos más y menos favoritos, aquel oeste salvaje y sus epopeyas tan crudas como románticas, debe ser uno de los pocos donde no me imagino…
Pd: espero que descubráis el germen de la idea de la novela tarde y tras la lectura, como yo. O quizá sobrecoja más enterarse antes…
Román Sanz Mouta
Redactor
2 comentarios
Qué pinta tiene!
Y basado en hechos reales. Estas historias del viejo oeste o las salvajes mares integradas con otros horrores me pueden. Y debieran existir más!
Gracias!