Título: El narrador
Autor: Michael Cisco
Editorial: Dilatando Mentes
Nº páginas: 434
Género: New weird, surrealismo, fantasía onírica
Precio: 21,95€
Low, un estudiante del Colegio de Narradores, es reclutado para combatir contra el ejército invasor, cuyos soldados, denominados “mirlos”, poseen unos curiosos artilugios, más ligeros que el aire, gracias a los cuales pueden volar. Durante los días de espera hasta que su destacamento se ponga en marcha, Low deambulará por la extraña ciudad de Tref, una urbe donde tienen cabida los más variopintos personajes: sacerdotes de la vida y de la muerte, embalsamadores, calígrafos, médiums, soñadores, Edeks y reinas caníbales…
CRÓNICA
Vamos a desgranar esta obra con total sinceridad, pues la novela empieza despacio, y es terriblemente descriptiva, detalle a detalle; localizaciones, ambientación, atmósfera, emociones desde la visión en primera persona del protagonista, ese narrador, que en ocasiones se torna onírico, y cuesta diferenciar si su percepción se corresponde con la realidad o es una ficción basada en su presente (ahondaremos reiterativamente sobre este asunto), pues cuenta la historia en directo presa de su deformación profesional. Así se nos representa para nuestra visual cada ínfimo punto en consideración y con el que interactúa o presencia este protagonista de ojos curiosos y prosa extendida, recargada, elevada. Eso puede retraer a los lectores que quieran ir directos a la acción, que necesiten agilidad en sus elecciones de lectura.
Pero es tan poderosa la premisa que demanda paciencia, porque te ata a sabiendas que pasarán cosas (y por la fama que trae este peculiar y extraño título); metaliteratura que te hará participe en el texto (o quizá estas fueran mis expectativas). Y como en todos los libros, este necesita de una apuesta, quizá más fuerte y decidida que otros, para afrontarlo, para disfrutarlo. Porque una vez está presentado el personaje a través de sus vivencias y experiencias, entramos en su mundo difuso, que incluso él no termina de entender; amores y guerras, una nueva vida.
Porque la historia va sobre un muchacho aspirante a narrador, Low, quien, reclutado debido a una mezcla de dejadez y desprecio de sus profesores (sí, es marginal el chico, ya sabréis por qué), debe alistarse para luchar en una guerra contra un invasor sobre el que no sabe nada, igual que parece desconocer tanto como resultar sorprendido por la misma realidad; todo es nuevo para este muchacho. La visión desde sus ojos y su verbo en el periplo descastador de aprendizaje a guerrero (curandero, cronista), pasando por la juventud de camino a una madurez adulta, reforzará o acabará con sus ambiciones, transformando al protagonista por completo.
Realmente, la obra empieza a enganchar y coge ritmo cuando llegan al sanatorio devastado de locos, dementes que anexionan a sus tropas en el ya iniciado viaje a la guerra (sí, porque es una novela bélica, a su manera). Entonces, la multiplicidad de los personajes, la variedad de sus carácteres y las nuevas apariciones, dan mucho más color a la obra y permiten a ese narrador salir del modo reflexivo para interactuar. Pasamos a unos episodios de crueldad, con batallas tremebundas que carecen de piedad, escenas de un realismo brutal regado de fantasía con diversas influencias que no deja de ser tremendamente original (conflictos, artefactos, vehículos, magias…). Además, desde esa visión directa, en detalle, con todos sus colores, y edulcorada o embrutecida por el estilo del protagonista y también narrador (¿a que huele a metaliteratura pero no del todo?). Lo dual de la voz directa pasando de los conflictos a sus periodos meditabundos nos permiten conocer más de este peculiar y sensible muchacho, y también saber de sus nuevos amigos y amigas, por quienes aprehende los sentimientos, e incluso la envidia (pues hasta nos compara su estilo con el cuento de otra narradora encubierta).
La perspectiva puede serlo todo. Las historias devienen en diferentes según los labios de las que broten y las formas en que os las susurren, y no solo por ser vencedores o vencidos, es cuestión de estilo, cadencia, intensidad, emociones. En la guerra y en la literatura.
Insisto. Onírico, lisérgico, alucinógeno, fantasioso, realista, brutal, sensible. Adjetivos todos que encajan según la parte, que muta sin previo aviso, que se transforma ajena al permiso del lector, pero exigiendo toda su atención. Una frase mal interpretada es una fase perdida (aunque pérdidas de uno son experiencias para otros, y las interpretaciones todas valen). Es una obra que deja en el debe del lector la responsabilidad; diferenciar esas partes de realidad que se fusionan con la fantasía propia del protagoniza, o las mismas alucinaciones o fabulas oníricas junto con la locura, que pueden aparecer entremezcladas, fusionadas cual cadena de ADN en según qué variables porcentajes, o mostrarse directamente puras. Y que además se incrementan con el paso del tiempo y los capítulos del viaje iniciático de Low. Sintiendo, descubriendo mundos y emociones a través de sus nuevos compañeros. Le va afectando todo aquello que le rodea, y lo expresa con esa panoplia de vasta riqueza arriba comentada.
La duda que se va abriendo paso es: ¿cuántas voces tiene el narrador? ¿Cuántas personas es y será el narrador? ¿Acaso se mimetiza? De cada parto y párrafo nace un nuevo narrador, evolucionado.
Debemos plantearnos que en esta novela, teniendo más de forma que de fondo en contenido y argumento, se compensan esas formas y fondos con unas virtudes estilísticas excelentes, cuasi virtuosas a nivel narrativo, prosaico, lírico y literario. Armónicas. No me ha terminado de convencer esa indefinición tan definida, ese estilo tan absoluto (y difuso), sus ritmos y pulsos, esa exageración descriptiva. Puede ser terriblemente seductor o denso y confuso, pero requiere de una degustación a fuego lento, muy lento. Tengo un regusto amargo, pues me ha costado cada página, disfrutando muchas de ellas sin continuidad. Pero, con todo, me llevo la historia para repensarla, porque todavía la interiorizo y medito.
En resumen, estamos ante un texto experimental, que ofrece tanto como requiere, pero que debe ser valorado en su justa medida, y enfrentado conocedor de sus prodigios y miserias, porque no vale cualquier lector para cada novela, igual que no todas las novelas encajan con cualquier lector. Valorad, elegid y, sobre todo, y con este tipo de obras (diferentes, especiales) es importante el boca a boca. Comparar el viaje, y contadnos lo que ha supuesto para vosotres.
El Narrador no deja indiferentes.
Pd: repito que, toda crónica y reseña, tiene parte de gustos personales, por imparcial que sea el posicionamiento. Y también depende del tiempo, momento anímico y expectativas. No hemos coincidido por muchos factores. Pero nos tenemos cariño. Y volveremos el uno al otro, para comprobar si, en este primer romance de primavera, no nos habremos equivocado en tan pronta ruptura literaria.
Román Sanz Mouta
Redactor