Harvey (Emma Cline – Anagrama)

por José Luis Pascual

Título: Harvey

Autor: Emma Cline

Editorial: Anagrama

Nº de páginas: 104

Género: Narrativa contemporánea

Precio: 17,90€

La sala de proyección estaba en la planta del sótano. Era más fácil coger el ascensor. Un suelo en gradas, enmoquetado, que absorbía los pasos sin el menor ruido. Sofás achaparrados de piel, cada uno con una manta doblada con esmero en el reposabrazos. Al fondo, había una nevera, una cesta de comida bien abastecida: patatas, cajas de caramelos en un cajón. No debería. Pero lo hizo. ¿Quién estaba allí para impedírselo? Una caja extragrande de Junior Mints. Sus favoritos. De pequeño, repelaba la punta con los dientes y luego sorbía el relleno hasta que quedaba el chocolate hueco. Lo deshacía en la lengua. Era una destreza, algo que requería paciencia y precisión. Eso era lo que te diferenciaba de los demás, esa especificidad, esa capacidad de llevar hasta el final una tarea delicada. 

No muchas veces tenemos la ocasión de asistir en primera fila a los mecanismos mentales de un monstruo. Emma Cline ha tenido la voluntad de demostrar que hasta el más atroz de los criminales tiene retazos de humanidad, llevándonos a un viaje de una jornada a través de los océanos que nos separan de aquellos que merecen la cárcel. Para plantarnos delante de los ojos que quizá esos océanos no sean tan vastos como aparentan.

Harvey es, en esencia, un recorrido por el último día del productor Harvey Weinstein antes de que se celebrara el juicio que acabó encerrándole en prisión por delitos sexuales. Lo primero que conviene aclarar es que Emma Cline huye de todo sensacionalismo para centrarse en una narración puramente literaria, narración que evita conscientemente todos los hechos que rodearon al escándalo Weinsten. Excepto algún dato suelto, no hay rastro en la novela de los delitos cometidos por el personaje. Es algo que no le interesa a la historia, y es que la intención de la autora es otra muy distinta: acudir al intimismo, al refugio previo a la tempestad, a la calma que no deja de ser un mero simulacro de vida. 

Cline realiza un fantástico ejercicio de contención, recreándose en los detalles aparentemente más nimios, más insustanciales del devenir diario del personaje, detalles que cobran una dimensión profunda al convertirse en actores principales que representan una verdad mucho más dolorosa que la mostrada. Consigue la autora trasladar la impregnación de una amenaza subyacente en todo momento, ese presentimiento de que algo oscuro se cierne sobre el protagonista. La mente de Harvey intenta negar la evidencia, pero su modo de actuar parece intuir lo que se le viene encima. Conseguir mostrar esas sensaciones sin narrarlas explícitamente me parece un enorme logro. 

La prosa es sencilla y, en contra de lo que pudiera parecer, utiliza un narrador en tercera persona y en pasado. Prescindir del presente pese a describir el transcurso de las horas a lo largo del día no afecta a la urgencia del relato, ni tampoco la ausencia de la primera persona es impedimento para que el lector se inmiscuya en la realidad del personaje. Aquí, como decía antes, son los detalles los que marcan el ritmo e importancia de la narrativa. Un ejemplo de esto es la aparición de un Don DeLillo fantasmal, un vecino que funciona como confesor y desahogo para Harvey. Un espejo, de hecho, en el que el protagonista contempla su desnudez y la verdad de sus motivaciones.

En conclusión, estamos ante una novelette que discurre tan rauda y tan lenta como debe de resultar el día previo a una condena. Con un estilo pulcro pero afilado, Emma Cline demuestra su habilidad para tratar una temática tan polémica y esquivar el amarillismo para centrarse en la literatura por encima de todas las cosas. Buena literatura, por cierto.

Deja un Comentario

También te puede gustar

Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar la experiencia del usuario a través de su navegación. Si continúas navegando aceptas su uso. Aceptar Leer más