Título: ¡Deshágase la Luz!
Autor: César Narganes
Editorial: Niña Loba
Nº páginas: 206
Género: Ciencia ficción, humor
Precio: 12,50€ / 2,50€ (digital)
Una locomotora de vapor pintada de azul Garter aparece flotando por el espacio cercano a la Tierra.
El primer contacto con un alienígena ha ocurrido y a siete mil millones de personas desconcertadas no les queda más remedio que asumirlo.
Una periodista local llamada Valeria y su impresentable exnovio, Enrique, acompañarán al visitante en su viaje, ignorantes de los oscuros intereses y las maquiavélicas conspiraciones que se están creando a su alrededor.
¡Deshágase la luz! es una historia sobre trenes voladores, sociedades secretas, gobiernos intrigantes y extraterrestres; sobre la creación del universo, la mezquindad y el egoísmo del ser humano.
También sobre algunas cosas que quizá merezcan la pena… y pulpos.
Los pulpos molan bastante.
RITUAL
No me adornaré con esta novela que acabo de disfrutar: simple, directa, a la yugular (y a la risa). Con alto contenido de crítica social, de lo que podrían hacer los grandes poderes, los mandos supremos, los gerifaltes, cuando dejan de tener el control. Cuando hay una leve alteración a todo lo establecido y aceptado en sus creencias arraigadas. Sobre ese destino al que nos llevan marcados con hilos de acero. Futuro y presente que nos pronostican cual borregos. Pero si los arrancas de ese camino que han marcado, si los extravías, si les robas la referencia de seguridad…. Pobres, enfrentados a algo que no comprenden. Esa alcurnia que juega a domeñar los sucesos como les conviene, a venderlos, a inventarlos para ganar siempre y no perder nunca. No lo consiguen en esta obra, quedando desnudos ante una distorsión.
¿Sobre qué hablo? Aquí un argumento, pero podría ser otro:
Khan, el extraterrestre, el origen y final, dios de dioses, se acerca a la tierra en la réplica de un magnífico y fastuoso tren antiguo que causa la conmoción planetaria. Para este contacto posee a Enrique, impresentable adjunto del ayudante turbio del concejal de turno (algo así), que va a convertirse en el contrapunto egoísta e interesado del inocente y puro Khan, quien se mueve por curiosidad, con el deseo de ayudar; de evolucionar a nuestra especie, a todas las especies del universo (en su paseo accidental para matar su tiempo infinito). Eso choca contra el partidismo de la tierra, contra el poder de los E.E.U.U., representados por su presidente y la presidenta en la sombra, su déspota esposa. Junto con la sumisión del resto. Por medio, el Vaticano, sectas, chamanes de las antípodas, y la pobre Valeria, ex de Enrique; periodista de raza que será el canal de comunicación (no el único) de Khan para con el mundo; un mundo que pide y quiere y quiere y pide y exige… Y los pulpos, no olvidemos a los pulpos, el verdadero culmen de nuestra civilización que acecha bajo las aguas esperando su momento. ¿Qué podría salir mal en esta combinación? ¿Qué risa no habrá guardada en la misma?
Divertida, de ágil consumo y prosa ligera. Hiperactiva en su imaginación, proponiendo debates filosóficos y teológicos desde los más altos niveles (hace pensar). Cómo el más ínfimo cambio puede desmoronar la torre de naipes de la sociedad, la cultura y las religiones. Lo establecido. Junto a su crítica social que va más a pie de calle; ayuntamientos, funcionarios, falsos cargos que se llevan el dinero de las cajas con proyectos imaginarios o con sobrecostes y comisiones. Dinero que debería ir para el pueblo, para los servicios. Por lo que no conviene subestimar, con esa simpleza comentada, ni el argumento ni su contenido, que incluye tren espacial, alien, pulpos (la más extraordinaria criatura que puebla nuestro planeta). Además de la conspiranoia, como no, esas teorías enfrentadas que ahora se expanden cual langostas bíblicas (Khan nos libre).
Si hay que poner una crítica, quizá esté en la ascendencia del protagonista, Enrique, que parece se va a comer el texto en su arranque, y que una vez poseído baja en demasía, anegado. Lo cual afecta al desarrollo de la novela, en parte (opinión, claro); sucedáneo de meros pensamientos de Khan. Eso junto con el papel excesivamente encorsetado de las mujeres y sus afecciones o comportamientos y reacciones según lo tradicional de antaño (me chirría; la novela pide, y el escritor da, pero…).
Repetimos este ritual por teletipos:
Es una novela simple, y a la vez de compleja estructura, y ahí reside su gracia. Va directa, propone soluciones improbables, escenas dantescas, giros sorpresivos y momentos locos colindando con lo delirante, sin perder de vista el objetivo.
La evolución de un dios (junto al origen o el final de los tiempos y realidades, (y no, no es spoiler)), su idiosincrasia, su día a día, la diferencia para con nosotres. Más que eso, el dios por encima de todos los dioses. Generoso, altruista, sencillo. En contraste al egoísmo humano, al ego, a la envidia, al orgullo, a la soberbia, a la avaricia. Alberga esa criatura emociones y sentimientos, sean rudos o cariñosos, de su manera única en que las expresa y se comunica, cual comportar de un niño. Y somos incapaces de entenderlo (dentro de la novela) como no podemos comprender a los niños una vez olvidado que fuimos uno o una.
Se agradece, además, que en este tipo de obras, ora cinematográficas, ora literarias, se suele poner el foco en un punto muy pequeño; aquí vemos repercusiones mundiales, pero también individuales, en detalle. Perspectiva.
En terminando: escribir humor es complicado, escribir humor de ciencia ficción, también. Y divierte, entretiene, te sitúa; la veo plausible sin exceso de filosofía o teorización. Vas a leer sin dilación, pasar páginas al dente, alucinar con cada nueva sorpresa. Y, sobre todo, te vas a divertir con Deshágase la Luz.
Ya sabes.
Pd: Los pulpos… hubiese leído toda esta novela si, en vez de con los humanos, se asocia a los pulpos, nos descubre sus secretos, y viene a nosotros en busca de solaz. Me conmociona solo imaginar tal proeza. ¡Los pulpos son lo mejor!
Román Sanz Mouta
Redactor