Título: En plena noche
Autor: Mikel Santiago
Editorial: Ediciones B
Nº páginas: 672
Género: Thriller de suspense
Precio: 20,81€ / 7,99€ (digital)
¿Puede una noche marcar el destino de todos los que la vivieron? Han pasado más de veinte años desde que Diego Letamendia, estrella del rock en declive, actuó por última vez en su pueblo natal, Illumbe. Esa fue la noche del final de su banda y su grupo de amigos, y también la de la desaparición de Lorea, su novia. La policía nunca logró esclarecer lo ocurrido con la chica, que fue vista saliendo a toda prisa de la sala de conciertos, como si huyera de algo o de alguien. Después de aquello, Diego emprendió una carrera de éxitos en solitario y jamás regresó al pueblo.
Cuando uno de los miembros de la banda muere en un extraño incendio, Diego decide volver a Illumbe. Han pasado muchos años y el reencuentro con los antiguos amigos es difícil: ninguno de ellos sigue siendo la persona que fue. Mientras, crece la sospecha de que el incendio no fue accidental. ¿Es posible que todo esté relacionado y que, tanto tiempo después, Diego pueda encontrar nuevas pistas sobre lo que pasó con Lorea?
RITUAL
Las novelas de Mikel Santiago, como siempre, están trenzadas y perladas con su prosa, la cual, unida a la historia que nos cuenta (cercana, intrigante, seductora y enrevesada), nos atrapa como una tela de araña; crisálida de la que podrías salir, pero no quieres; piezas de relojería. Pues la trama avanza en capítulos cortos (siempre desde la visión en primera persona del protagonista, conociendo cada pista a su misma vez, recordando el ese pasado bloqueado de la mano), conectada íntimamente a El mentiroso, también en Illumbe y que se menciona , por lo que conocíamos hechos de continuidad, innecesarios para esta historia, pero importantes cuando generas un multiverso y quieres hacer sentir a tu lector constante en casa. Esos episodios raudos son arrolladores, sin que puedas dejar la lectura, prometiendo solo uno más antes de cerrar el libro, así cada vez.
Los personajes están bien construidos, y nos evocan nostalgia (en su pretérito rockero y en este presente de madurez mal construida), sobre todo para la generación a la que pertenezco (que puede resultar una traba para aficionades más jóvenes), eso unido a la pasión por la música. Las claves están en la vinculación al origen, a tus amigos, las promesas incumplidas, los amores quebrados, todo lo que pierdes cuando te marchas a buscar futuros porque el mundo conocido es demasiado pequeño. Entonces extravías la ilusión de joven, entras a la realidad, la vida te arrolla proporcionándote perspectiva, y vuelves dañado a esos recuerdos; una memoria en la que te imbuyes, en la que te sumerges. La cual provoca el retorno, tarde o temprano. Para cicatrizar heridas y solucionar conflictos que todavía sangran. Mirando con ojos de adulto. Comprendiendo lo bueno y lo malo que hiciste, por ti mismo, a otros y a otras. Sentido, sensibilidad, inevitabilidad, responsabilidad.
Este es el periplo del protagonista con una peculiaridad, no recuerda la fatídica noche. Y aquí, un esbozo personal de la trama, porque no olvidemos que el manuscrito trata de un crimen irresoluto, una desaparición, un enigma que ha torturado investigadores y marcó a esa generación maldita, sobre todo a los cercanos, señalados como posibles responsables. Ese grupo de rock y parte del pueblo, dejando secuelas muchos años después. Porque la novia del protagonista desapareció una noche, tras el gran concierto, tras la deserción anunciada de la gran estrella para volar solo. Una noche de tormenta y bruma mental. Ella no volvió, todes fueron acusados por sus motivos. Pero solo Diego se fue. Para triunfar, para, tras el reportaje señalado en esa novela precedente y hermana, hundirse en un abismo personal masacrado por las redes sociales. Vuelve cuasi sin desearlo para velar a un amigo recién fallecido, compañero de escenarios, y decide seguir una pista que este había enhebrado, la cual abre un sinfín de posibilidades nuevas para dicho caso bloqueado; para desentrañar la desaparición de Lorea.
Porque no olvidemos que esto es un juego de pistas, descartando y añadiendo sospechosos y sospechosas en cada revelación, intentando adivinar antes que Diego quién pudiere ser el culpable o la culpable. Con la atmósfera de Illumbe de fondo, un personaje más. Esas costas norteñas.
Repito, como siempre, engancha, tiene ritmo, de lenguaje sencillo (con excesivas reiteraciones verbales, eso sí, que evitadas dejarían un texto más pulcro), personajes con los que identificarse, reacciones plausibles y un guion sin fisuras; un estilo reconocible y adictivo el de Mikel Santiago.
Pero (odio los peros), llegando a su final ya vemos que el texto nos puede dejar un sabor agridulce tras la estupenda lectura. Pues cuando esperamos que ese desenlace nos apabulle con una lógica irreversible (una verdad que siempre estuvo allí y que hemos ido atesorando por el camino de forma inconsciente para que luego nos explote en la cabeza), se intentan giros de más, una sorpresa innecesaria (opinión personal), y eso hace que pierda la fuerza y el efecto ganado en lo ya vivido. En pos que no se desvele el enigma hasta la última página. No lo veo apropiado, me gusta otro tipo de cocción y resolución (me repito; ese recoger las piezas de la historia para ser reunidas al final junto con la última, la clave y la llave, sorpresiva, pero con la que no te deban explicar el desenlace demostrando que has vagado ciego por la novela falto de elementos claves). Aunque para muches seguidores se tratará de un acierto, lo mío resulta querencia personal.
En conclusión, gran novela hasta esta fase definitoria, bajando un poco el nivel de las anteriores publicaciones del autor, y siendo la mayor parte del recorrido totalmente delicioso, satisfactorio. Quizá hasta podríamos hablar de una novela scoobydoobiana, con muchísimos más matices, complejidades, y ramificaciones que afectan al espectro de nuestra sociedad, sobre todo en lugares pequeños; lo que fue, lo que es, lo que devendrá. El aficionado a Mikel disfrutará largo y ancho, quizá con ese debe comentado. Para quienes aún no lo conozcan, quizá no sea la mejor novela con la que iniciarse en este ilustre literato, así que remito a rituales anteriores. Con todo, leer a Mikel Santiago siempre es un placer, y espero con fruición su siguiente obra. Ya sabéis.
Pd: qué difícil es escribir una buena novela que conjugue el misterio, el enigma y la investigación.
Román Sanz Mouta
Redactor