Título: Rosa la Sanguinaria
Autor: Nicholas Eames
Editorial: Gamon Fantasy (Trini Vergara Ediciones)
Nº páginas: 550
Género: Fantasía, Aventuras
Precio: 22€ / 9,99€ (digital)
Tam Hashford está cansada de trabajar en el pub del pueblo sirviendo bebidas a las famosas bandas de mercenarios y escuchando a los bardos cantar sobre gloriosas aventuras más allá de su tranquilo hogar. Cuando la más famosa banda de mercenarios llega al pueblo, liderada por la infame Rosa La Sanguinaria, Tam aprovecha la oportunidad para sumarse haciendo de bardo. Ella busca aventuras, y aventuras es lo que tendrá cuando la banda se embarque en una búsqueda que puede terminar solo de alguna de estas dos maneras: gloria o muerte.
¡Es hora de dar el paso hacia la Tierra Salvaje!
RITUAL
¡Ya estamos aquí con la segunda entrega de Nicholas Eames! Y si en el primer volumen asistíamos al recuerdo de lo que eran las bandas antes (nada de héroes épicos y ejemplares con desprecio por la vida propia y sin más interés que la virtud y la defensa del indefenso y los ideales (aunque de eso alardeaban algunos…)); auténticos grupos de rock de éxito, con sus fans, sus groupies, sus agentes y representantes e incluso su merchandising; viviendo aclamados por las enfervorizadas masas al regreso de cada una de sus proezas o guerras. Ahora, sin embargo, y trasladando el protagonismo a Fábula y su líder, Rosa la Sanguinaria (descendiente de Gabe el Gualdo, el popular líder de Saga), quien todavía intenta probar su valor y elevarse sobre el mito de su padre, contemplamos similar esencia en las bandas, aunque prediquen más en las arenas de combate que en feudos reales o contra monstruos o ejércitos desencadenados. ¡El inframundo de estas bandas entre bambalinas! Desde la incorporación de Tam, nueva barda de Fábula (y ya sabemos que la esperanza de vida de bardos y bardas es muy muy breve) contemplamos a través de su percepción los viajes, los vínculos, las sensaciones antes y después de sus retos (actuaciones), los intereses, la convivencia entre sí y con las otras bandas, aquello que desayunan y lo que se reprochan o tienen de opuestos, la logística… Todo. Desgranado. Al desnudo. Porque comparten un objetivo final, ganar la gloria, pero el concepto de gloria puede no ser el mismo para cada uno. Junto con el precio de la misma gloria: drogas, adicciones, sacrificios, renuncias… ¿Y quiénes son Fábula?
Rosa: líder, implacable, dura, envidiada, reverenciada, guerrera sin par. Bajo sospecha por su origen y sus decisiones, pues quizá tiene demasiado nombre para su todavía escaso currículo.
Cirrolibre: Druin, pareja de Rosa y ambos padres de una pequeña. Poderoso, místico, digno de su raza, ostentador de pequeña sabiduría y con anhelos lejos de la fama.
Cura: hechicera de tinta, de infancia marginal, seductora dentro de su oscuridad, construida a sí misma y dueña de una magia tan hermosa como letal. Hipnótica (mi personaje favorito).
Brune: chamán con una maldición y una bestia dentro, expulsado de su tribu y con cuentas pendientes, porque todavía no ha terminado de conocerse, ni a él mismo, ni a su animal interior.
Tam: idealista, inocente, joven, perspicaz, voluntariosa, artista, impulsiva. Mucho de ello lo pierde y acrecienta a la vez cuando se une a Fábula, donde no dejará de crecer.
Roderick: agente, representante, oportunista, sátiro, elegante, leal (para ser todo lo anterior). Parte y nexo de la banda.
Pues si Fábula ya se nombra en boca de todos, aceptando los retos más brutales y a las bestias más peligrosas (para ser esclavas), todavía copa más titulares al renunciar a la guerra contra una nueva Horda de la Tierra Salvaje (la segunda que vería Rosa y liderada una vez más por otro de los escasos Druin) en pos de la caza de otra bestia mucho más legendaria, quizá producto de imaginaciones desaforadas, quizá real y quien cave su tumba, la de todos. Pues es Rosa en primera persona quien toma las decisiones, y el resto los que la siguen. Eso genera dudas, burlas, inquietudes, ¿escapa Rosa de la batalla real para afrontar otra que no lo será? ¿Es Rosa tanto como dicen las canciones? ¿Puede no tratarse mas que de historias inventadas y exageradas?
Y ojo, hablamos de batallas, duelos, aventuras, epopeyas, risas. Pero tiene su contenido social; lo cual hemos defendido muchas veces se puede camuflar dentro de los mal llamados géneros (y se trata con criterio). Aquí se habla de la desigualdad, de política y dominio, de abusos. Por medio de los monstruos, esclavos, siervos, secuestrados para uso humano. Humillados. Aplastados. Vilipendiados. Asesinados. ¿No merecen ellos derecho a la vida y a la libertad, si no acosan a los seres humanos? Esto se pone en valor, y no es un tema baladí, cada cual lo traslade a donde y como quiera (pura empatía).
Pues apenas hemos incidido en el arranque, todo con un estilo de tono ligero, desenfadado, ágil, dinámico, aventurero, a lo cual ayuda el lenguaje. Con unos personajes que se desnudan para nosotres, lectores y lectoras, mostrando sus intimidades (virtudes, algunas. Defectos, muchos). Y pese a que conserva el tono humorístico de la entrega iniciática, se denota más tragedia, más seriedad. Cosa atribuible (opinión) a un hecho simple: Saga eran veteranos de vuelta, retirados, superada su expectativa de vida (mayor que la de los y las bardas), con lo cual tenían una visión más irónica, sarcástica y ácida, lo que demostraban con sus palabras, acciones y decisiones. Por pura edad, experiencia y kilometraje, que permitía quitarle valor a esas tragedias. Sin embargo, para Fábula, jóvenes, excesivos, ávidos de mundo, la(s) tragedia(s) es un mundo inabordable y se multiplica hasta crear pozos en los corazones de cada cual. De ahí el poco perceptible cambio en ese humor afilado (que nos saca desde sonrisas a carcajadas). Además de resultar meritorio que, conociendo la primera entrega, no echemos de menos a los protagonistas primigenios por la huella que dejaron en nosotros, pues ahora se alza una nueva generación que llena algo que no llegó a ser vacío, y nos fusionamos a sus esencias con gusto. Además, una marca de estilo ya del autor es ponernos en la piel del personaje, de inicio y en apariencia, menos relevante y conocido (por el mundo en general), viendo toda la acción desde sus ojos y dando prioridad a los héroes y heroínas con nombre, con fuste. Curioso. Funciona. Porque el mundo en que se ha introducido es muy distinto a aquel con el cual fabulaba, ese de sus propias canciones.
Y una curiosidad: si vivimos las vicisitudes de la banda, los conocemos hasta un punto que ellos no pueden, sufrimos sus traumas y bebemos en sus fiestas… si nos lo estamos pasando tan bien con ellos, ¿en realidad importa la historia? Sí, sí importa. Porque viene arrastrada de la primera novela. Consecuencias. De los Druin. Apenas arañábamos la historia que nos contó el villano anterior, y debemos desenterrar ese conocimiento para comprender la magnitud del peligro que acecha. Sin desdeñar la venganza, porque Rosa debe pagar.
No podemos menos que compartir días y horas con ellos, en el carro durante millas de viajes, en las arenas de combate, y mucho más allá, pues esta historia los llevará al límite, a ellos, y a toda la tierra conocida, y no sabemos si Rosa y Fábula están preparados para superar tamaño reto nunca visto desde tiempos ancestrales (en serio, cada escaramuza o combate es más imposible que el anterior… ¡Brutal!).
Termino, pues podría desbarrar horas sobre esta obra y sus aristas: lo mejor que puedo decir es que cada vez que engancho este libro para continuarlo o hablo del mismo, se me pone una sonrisa en la cara participando de sus alegrías y tristezas. No fue flor de un día, Nicholas Eames ha venido para quedarse. Uníos al espectáculo, a la gira, a los conciertos y festejos, a las arenas de combate, a esas visitas al Corazón de la Tierra Salvaje. Saga y Fábula os esperan. ¡Ya tardas!
Pd I: se puede leer esta obra de forma independiente y autoconclusiva, sin necesidad de la primera (es importante reflejarlo, aunque gane en conjunto).
Pd II: si salen los miembros originales de Saga en esta segunda parte… Esto… Pues… Creo que… Menos preguntas. ¡Leed! (sí…)
Pd III: ¡¡¡hay una guja, espadón, que se llama Ktulu…!!!
Román Sanz Mouta
Redactor