Título: Villanueva
Guion y dibujo: Javi de Castro
Editorial: Astiberri
Género: Folk horror
Nº de páginas: 160
Precio: 18€
Miguel y Ana son jóvenes, tienen deudas y esperan un bebé. Un pequeño pueblo que ofrece alojamientos gratuitos parece su salvación. El folclore leonés y el terror se cruzan en esta historia de supervivencia ambientada en la España vaciada.
Javi de Castro ha recogido los elementos canónicos del subgénero de terror conocido como “folk horror”, típicos del cine británico, para llevarlos a la meseta española cediendo el protagonismo a los verdugos. En palabras de Javi de Castro, “lo primero es que el género me encanta, The Wicker Man, La garra de Satán, Midsommar… pero es que además España, y más concretamente la región leonesa, a la que pertenezco, está plagada de tradiciones ancestrales: el antruejo y sus personajes, el ramo leonés, los hombres musgo de Béjar, los Mayos… Muchas cosas que se ven en aquellas películas las he visto yo desde niño, y para este cómic he querido aprovecharlas y crear mi propia mitología basada en esa realidad”.
Villanueva ─el topónimo más común de España, con 132 localidades homónimas─ es el idílico marco en el que se desarrolla esta historia de terror rural sobre las relaciones tóxicas y la importancia de la amistad.
RITUAL
Lo primero que debo reseñar es el paralelismo que ofrece esta novela gráfica para con la película Midsommar, debido a su argumento e idiosincrasia. Pero esta obra va mucho más lejos que el confuso y festivo film de colores primaverales, y tiene unos firmes cimientos en mitología propia, amparada en esta peculiar zona rural de León. Una atmósfera mucho más densa y que se percibe tan bella como desconocida (para la gran mayoría) y peligrosa. Allí donde harás turismo este próximo verano… Al turrón:
Una pareja malavenida a punto de tener su primer hijo se traslada, por una serie de factores, hasta una peculiar comunidad que se abastece a sí misma. Cerrada. Aislada. Privada. Independiente. Con su propia religión y leyes. Anclada en el pasado, en sus propias tradiciones inmutables. Que no sale de sus dominios excepto por varios mensajeros elegidos; los encargados de conseguir aquello que ellos no pueden producir, de vender sus mercaderías, o de tender los pocos lazos que le restan con la civilización, aunque luego se nos descubran motivaciones más oscuras. Una de esas personas es la botánica y bibliotecaria, el tercer vértice del trío protagonista, y quien recoge a la pareja.
A partir de aquí asistimos a la involución de un amorío moribundo, junto con los orígenes de esta peculiar mujer que hace de nexo entre el pueblo y los nuevos residentes, entre el pueblo y el mundo. Dejando bien claro en esa bienvenida comunal por medio de sus formas, de sus costumbres, de su manera de comunicarse o de lo que no cuentan, que algo oscuro se esconde en este poblado. Hábitos, rituales, tradiciones, rutinas… Preocupantes, como poco, si eres urbanita; desatada y sugestionada la imaginación por novelas y filmes de terror. Pero quizá, allí en lo profundo del campo, esto sea lo normal. Quizá… A eso se arriesgan. Hasta que conocen (y conocemos) la historia ancestral de Villanueva y sus gentes; toda la historia.
El argumento, deliciosamente complejo, se alimenta bidireccionalmente del dibujo, con muchas páginas sin viñetas o con espectaculares dobles splash pages que nos muestran puntos de giro (con una cadencia regular que se agradece, estructura y métrica), revelaciones que cobrarán su importancia a medida que avance la lectura, estallando la comprensión en nuestras cabezas al llegar el momento adecuado, y uniendo los puntos suspensivos de una religión siniestra que ha pervivido por años, siglos quizá; por mucho que sus practicantes la consideren inocente, necesaria incluso (o puede que sea al revés, deberás averiguarlo, lector(a)). El trío de personajes principales tienen motivaciones propias y son capaces de crear tanto empatía como animadversión, según el caso. Y los secundarios, estos oriundos del pueblo, gente de fe retorcida pero noble, también se esbozan con pequeños detalles que les aportan poso y profundidad. Además de avanzar secuencialmente, con pequeñas miradas al pasado, para que el peso de la trama nos alcance por completo en su fase de desenlace. Junto con un ritmo que provoca el devorar de páginas.
Y me refiero a que el dibujo es un todo porque, con aparente simplicidad, un soporte de blanco y negro y azul y gris remezclados, unos rostros y cuerpos simples, y unos fondos tan oscuros como planos, es capaz de transmitir esa sensación de introducirte en un lugar sin retorno, en un abismo donde quizá veamos cosas que no deseamos, y que nos perturbarán de forma indefectible, pero que a la vez nos resulta familiar, amigable, conocido de la infancia (ese vínculo me afectó). Pero ojo, esta aparente simplicidad, que no simpleza, no escatima en esos detalles, sean de expresión, sean un apunte en el resquicio de la viñeta, que tienen importancia, y que merece la pena mirar dos o tres veces, al igual que recomiendo una segunda lectura tras completar la obra para disfrutar de sorpresas y oscuridades que puedan haber pasado desapercibidas.
En resumen, una novela gráfica de terror rural (folk horror, muy en boga) que se destapa como una creación brillante, plena de escenas crudas, poderosas, introduciendo misticismos autóctonos que se quedará contigo y te harán temer cualquier recorrido por esas carreteras perdidas, algún posible encuentro con un lugareño que te invite a su parroquia, o acabar perdido en la villa equivocada sin lugar en el mapa, porque quizá no retornes. Créeme.
Villanueva y Javi de Castro son todo un descubrimiento (para quien no conociese al autor de previo). Interesante, perturbadora, poderosa, y muy recomendable.
Pd: coincido con el autor en que tenemos un país poblado de leyendas en desuso, a las que deberíamos echarles más imaginación para forjar nuevos miedos enlazados a los antiguos.
Román Sanz Mouta
Redactor