Ritual Román 101: Oscura deriva

por Román Sanz Mouta

Título: Oscura deriva

Autor: Carlos J. Sánchez

Editorial: Dilatando Mentes

Nº páginas: 212

Género: Horror espacial

Precio: 17,95€

Las víctimas del pirata espacial Roger Black se cuentan por cientos. La desolación sembrada por su nave Devoraestrellas y su tripulación de monstruos ha alcanzado a sistemas enteros. Pero son los vivos, los que han perdido a hijos y amigos, los que han quedado atrás con el alma rota y el corazón lleno de odio, los que lloran y sufren.

Thomas Shrike, un capitán retirado del Imperio, ha reunido a una tripulación de estas almas vengativas para embarcarse en la misión imposible: cruzar el universo desconocido a bordo de una nave de deriva, adentrarse en la oscuridad y acabar con la vida de Roger Black de una vez por todas. Pero esta no es una empresa que un puñado de mortales pueda llevar a cabo sin esperar pérdidas. Deberán hacer sacrificios, propios y ajenos, para enfrentarse al mal y salir victoriosos. Las vidas de los tripulantes de esta nave están entregadas a ese fin.

Y es que, cuando no te quede nada, Thomas, ¿qué no darás por alcanzar la venganza?

 

RITUAL

Lo primero a comentar de este breve texto es la valentía del autor al afrontar la misma con un narrador en segunda persona, y siendo dicho narrador el villano de la historia. ¡Bravo! Una osadía que resalto de primeras porque, sin dudas, atraerá a unes tanto como asustará a otres. Pero el texto fluye alrededor de dicha decisión, vital para la estructura, para la voz narrativa, para el estilo y para la atmósfera. Y, por supuesto, la extensión no puede alargarse, pues recargaría la obra y tornaría dicha apuesta de positivo a negativo. Para mí funciona y seduce (pese a que, por sonoridad, las elecciones verbales en sucesión cuesten un poco).

¿Y sobre qué trata?

El Capitán Thomas Shrike ha reclutado a una tripulación fuera de lo establecido. Para vengarse. Dicha tripulación, cada uno y una con sus propios motivos, acompañan al capitán en el odio por el infame Roger Black, quien les ha arrebatado lo más importante en sus felonías interminables. Con ese fin han prometido renunciar a todo para alcanzar la venganza. Así se dirigen a un lugar oscuro, donde se oculta el pirata espacial, debiendo conseguir sus coordenadas por un precio muy alto en el lugar de los no vivos. Para después adentrarse en la Oscuridad (una forma de viajar a través de las dimensiones del espacio-tiempo recortando la distancia hasta lo incognoscible). Ese largo tránsito por la Oscuridad, pese a que casi todes la han probado antes, los marca, los descarna, los desespera… Tras la frontera de Oscuridad aguarda ese inevitable enfrentamiento contra Black, sobrevivan los que sobrevivan. Con una sensación de fatalidad latente que traspasa las páginas.

La Oscuridad, ese salto al vacío, una tecnología que no comprenden, una dimensión que recorren como polizontes sin saber a qué se exponen, pero conociendo todes de primera o segunda mano las consecuencias de transitarla en demasía o permanecer en ella por más tiempo del debido. Habita monstruos, devora mentes, altera percepciones; te habla, te transforma. La Oscuridad es una protagonista más de la novela, y consigue que la atmósfera resulte sobrecogedora.

Por otra parte, funciona la ciencia ficción más allá de esa deriva. Los códigos, las formas, los artefactos, las naves, las inteligencias artificiales. Cuasi minimalistas estos factores, pero construidos de forma que sean plausibles y nos adentremos en la historia sin duda, sin rechines, sin que sea capaz toda esa terminología o tecnología de eclipsar dicha trama.  

Esa conversación íntima, en formato narrador, del villano para con el protagonista, desnudándolo, desmontando todos sus pensamientos, emociones, sentimientos, aporta un plano tan novedoso como intimista e inmersivo. Porque te sientes en una balanza, de momento desequilibrada, pero a punto de tornar cuando estas dos voluntades colisionen. Y con una duda, cuando muera el infame Roger Black, si fenece, ¿quién nos contará el final?

En realidad, por momentos, esta segunda persona es una carta de amor de Roger Black para Thomas Shrike, mostrando su admiración desde la provocación. Con un cierto cariño. Porque tienen una larga historia por detrás, de idas y venidas, ajusticiamientos y revanchas casi como un partido de tenis, hasta que alguno dé el golpe definitivo, sabiendo que nunca será definitivo. Que quizá se necesiten.

Porque lo que subyace y traslada la novela es aquello que pasa cuando un hombre se embarca en un empeño, la venganza, y esta lo supera. Sobre todo arrastrando gente consigo, tras de sí. Sabiendo que se convertirán en víctimas, corderos para su particular sacrificio. A esas dudas debe enfrentarse el hombre, el capitán, sobre todo en la deriva de la oscuridad. Con sus monstruos mentales. No hace más que acrecentar esa duda, hurgar en ella, destruir la convicción de Thomas para descubrir cuál es su límite, de tenerlo. Porque no quiere, no sabe o no puede ayudar a su tripulación. Su misión es su obsesión, todo lo demás no importa. Además, no comprende que no es solo su misión, sino la de todes ellos, y por eso los reclutó. Terrible disyuntiva la de un capitán que no aprecia a su tripulación y los utiliza como herramientas desechables. Consecuencias de todo ello, quizá un motín, quizá el resurgimiento de la voluntad y la humanidad del hombre por encima del odio y la venganza (sip, venganza es el palabro del ritual). Es algo a lo que deberemos asistir poco impávidos.

El desenlace, inevitable, cruento, anunciado.

Conclusión: me ha sorprendido todo en la novela (entendiendo que me iba a gustar por las referencias); el riesgo de la apuesta, el estilo, el tono, la historia, su arquitectura y lo que muestra del género en concreto. Para muy bien. Una trama cerrada, concreta, claustrofóbica, quizá lineal, que necesitaba de esta manera de contarse. Nunca el cosmos pareció tan opresivo. Mis felicitaciones. Debo recomendar obra y autor, un autor al que seguiré de cerca, como a tantos otros y otras. Horror espacial, amigues, venganza en estado puro.

Animaos, atreveos, no caben pusilánimes a bordo.  

 

Pd: cómo me gusta el uso de la segunda persona cuando se hace con talento, criterio, y durante el tiempo necesario (una frase, una página de más, te destruye el castillo de naipes). ¡Genial!  

Deja un Comentario

También te puede gustar

Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar la experiencia del usuario a través de su navegación. Si continúas navegando aceptas su uso. Aceptar Leer más