La casa al final de Needless Street oculta un buen número de misterios que, en el último mes y medio, hemos tratado de desentrañar. La lectura de la novela de Catriona Ward estuvo plagada de interpretaciones y de distintos caminos hacia la verdad, siendo una de esas historias que sorprende siempre que aceptes su juego. Tanto su narrativa como su desarrollo retan al lector desde el inicio, un reto que tal vez no todo el mundo esté dispuesto a aceptar.
Vamos con las conclusiones de esta edición del Club de Lectura. Incluimos un extracto de la reseña que en su día publicó Román Sanz Mouta en este mismo espacio, seguido de las opiniones de varios miembros del Club. Para terminar, ofrecemos el debate que tuvo en lugar el pasado 27 de febrero.
Espero que os guste.
Los miembros del club hablan:
De trasfondo, el lago, lugar de extravíos, donde los niños y las niñas vuelan para no volver. El bosque, con sus árboles blancos de hueso, con aquellos dioses ancestrales y primigenios. Narrado en prosa afilada, acerada, exacta (mis felicitaciones también a Cristina Macía, la traductora), que nos guía en sucesión temporal sobre ese paso del tiempo de Ted, parte de su pasado, con mimo y sin tiento para que nos fijemos en todos, TODOS, y cada uno de los detalles que debemos almacenar en la memoria (pues acabarán por revelar su importancia cual bomba de retardo imaginativo). Detalles como los ojos sin fondo en una foto, una muñeca, un sonido agudo, un objeto que se ha movido y está donde no debe o debiera, la voz del presentador en el programa de la televisión… La composición del cuadro, de los progresivos cuadros, es fundamental, parte de esa partida que la escritora juega con nosotres. Primorosamente elaborado el manuscrito para que acabe restallando en la cabeza, por pura coherencia, porque no miramos suficientemente atentos, por giros y sorpresas. Todo puede pasar, nada está prohibido.
Los personajes están unidos por hilos, cordones que los vinculan y los atan y los asfixian y los quiebran por igual, hecho que los lleva a recorrer sus senderos hasta que colisionan, porque se necesitan.
No imagines, no concluyas, no te hagas expectativas, no simules supuestos, no des por hecho… o sí; entra al juego, disfruta, padece, tiembla, especula, resuelve. Esta novela, nefasta por su magnificencia, te va a afectar con todas las letras de la palabra (¿cuántas novelas te han afectado de verdad? Sé sincero/a). La recordaras, tú; cada hecho, cada maldad, cada pensamiento que tuviste con ella. Una obra de culto futuro sobre la que no hago comparaciones, porque, una vez más, cuanto menos cuente, más la disfrutareis. Catriona Ward nos deslumbra y nos hace estremecer con una angustia desbordante cual pocas otras.
Román Sanz Mouta
Nada es lo que parece en La casa al final de Needless Street. Yo me acerqué a ella, no sé muy bien por qué, con la idea de que era una historia de casas encantadas, algo con raíces clásicas, pero no es el caso en absoluto.
Dee busca a su hermana desaparecida años atrás en un lago cercano, durante una jornada familiar cuyo recuerdo es traumático. Decide irse a vivir junto al hogar de uno de los sospechosos, un hombre obeso y socialmente inepto cortado por el patrón de perturbado típico americano. Esta trama se desarrolla a través de las voces de los distintos personajes implicados (no todos humanos) para terminar desvelándose en otra cosa totalmente diferente, una consecuencia del trauma y la culpa que arrastran los personajes principales.
La obra avanza con contundencia dotando de personalidad propia a cada una de las distintas voces. La elección del punto de vista es elocuente, aunque no en todos los casos encuentro su justificación. Sin embargo, el estilo es exacto y de una belleza poco corriente. La autora teje relaciones sutiles, tanto entre los personajes como con sus traumas, utilizando elementos de la naturaleza como pájaros o serpientes.
La realidad de la trama se desvela al lector a través de varios giros que pueden resultar discutibles. Personalmente no me han gustado y tampoco los veo justificados. Los encuentro algo forzados y me producen el efecto de sacarme del texto. No obstante, el relato concluye de manera estupenda, con una cierta justicia poética y la sensación de haber asistido a una historia única con unos personajes muy bien construidos. De hecho, de alguno de ellos me he quedado con ganas de más.
Bernard J. Leman
A mí la novela me ha llevado de la mano en todo momento y dejándome ver con cuentagotas lo que la autora quería enseñarme (como he dicho, dosificando muy bien la información) para llevarme a un desenlace muy bien tramado.
Para mí, la novela acaba con la muerte de Dee, y a partir de ahí aparece un epílogo-final extendido que quizás peca de demasiado largo (aunque tiene muchas cosas que contar, es cierto).
En cuanto a la discusión de si la novela pertenece al género fantástico o no, como ya he comentado, el elemento de viaje al interior de la mente de Ted y los pasajes vividos con la madre, creo que justifican que se pueda considerar una novela de terror, aunque es cierto que el componente detectivesco tiene un peso muy importante (en ciertos pasajes, superior al del género fantástico).
A destacar el gazapo de la traducción en la escena del centro comercial con ese «les» en lugar de un «le» que no hubiera traicionado, en mi opinión, el desenlace y que, por contra, me dejó con la impresión de que la autora me había engañado, cuando se trata de un error de traducción que hubiera sido fácilmente subsanable.
En definitiva, una novela con una historia personal muy cruda que provoca un comportamiento del protagonista muy desconcertante, pero que va tomando sentido hacia el final. Una novela claustrofóbica a momentos y escalofriante a otros, pero que mantiene la tensión durante todo el relato, dominando muy bien los ritmos y tiempos.
Óscar Navas
Aunque quizá no ha dejado en mí una impronta indeleble, considero que la huella de La casa al final de Needless Street puede tener un largo recorrido. Pese a su espíritu de novela policíaca, en tanto a que plantea un misterio que poco a poco se nos va desvelando, la gran virtud de la obra reside en su estructura, en cómo Catriona Ward dosifica la información para entregarla en pequeños detalles y sutiles cambios en la realidad de los personajes. Todo un festín que, estoy seguro, los que nos dedicamos a escribir sabremos aprovechar.
Los giros me sorprendieron, lo reconozco, pero es cierto que su efecto acumulativo me extrañó por la reiteración del truco. Esto, unido a la revisión de algunos pasajes una vez finalizada la lectura, puede dejar cierta sensación de obra tramposa, pero como decía antes creo que la verdadera alma de la historia descansa sobre sus cimientos estructurales y en los acentos narrativos de cada voz.
Sea como sea, tanto la premisa como la trama en sí son tan crudos como interesantes, y sus pequeñas concesiones hacia lo experimental convierten a esta novela en una obra que hay que leer.
José Luis Pascual
Para concluir, os dejamos con el debate realizado en directo el pasado 27 de febrero, que contó con la participación de Elena Romea, Jota, Daniel Piniella, Miguel y un servidor. Esperamos que os guste.
Próxima lectura: Cuentos de amor de locura y de muerte (Horacio Quiroga)
José Luis Pascual
Administrador