Título: Una palabra mortal (Impossible Times I)
Autor: Mark Lawrence
Editorial: Red Key Books
Nº páginas: 248
Género: Ciencia ficción, viajes en el tiempo
Precio: 19,95€
Londres, enero de 1986. Nick, un chico de quince años, recibe una noticia devastadora: le queda poco tiempo de vida. Sin embargo, esto no será lo más extraordinario que le ocurrirá esa semana.
Él y su pandilla de juego de Dungeons & Dragons pronto descubrirán que la realidad supera con creces el mundo imaginario de sus partidas semanales. La llegada de una chica nueva al grupo, Mia, y la aparición de un misterioso personaje con habilidades sorprendentes desencadenarán una serie de sucesos que cambiarán su vida para siempre.
Un extraño hombre que le persigue. Un loco con un cuchillo. Un peligro que acecha a Mia.
Eso es solo el principio. Si quiere salvar a la chica, Nick tendrá que emprender una carrera contra el tiempo, desafiando las mismas leyes de la física.
RITUAL
Con Una Palabra Mortal, la primera novela de esta prometedora saga, tenemos una obra que deja totalmente satisfecho, un divertimento, una lectura rápida, ágil, incisiva, no exenta de experticia sobre el tema a tratar; los siempre paradójicos y contradictorios viajes en el tiempo (parte de trama sobre la que hablaré poco para evitar destripes). Dichos preceptos para explicar esos periplos son relativamente simples, verosímiles y consecuentes dentro del subgénero, lo que se alía con una trama de ritmo vívido, que seduce y engancha, sobre todo por esa vertiginosidad y la empatía que generan los personajes, clásicos adolescentes cuasi de otra época más sencilla (los ochenta). Si a ello le añadimos que uno de los ejes consiste en las partidas (bien esbozadas) de AD&D que comparten el grupo de chavales protagonistas, para los aficionados se transforma en una delicatesen. Porque no esperen ciencia ficción de física cuántica, aunque el protagonista, Nick, sea un incipiente aficionado a las matemáticas (con amplios conocimientos progresivos) debido a la pasión heredada por su padre fallecido.
Pero hagamos una pequeña sinopsis paralela a la oficial, como suelo. Nick descubre que tiene cáncer a la peor edad para tener cáncer (como si hubiere una edad buena), la adolescencia, cuando todo drama se maxifica. A sus quince años esa losa de quimioterapia, y la incertidumbre sobre su esperanza de vida, lo opacan. E incluso duda si contarlo entre su grupo de amigos. Unos amigos fieros, leales, roleros, a los que se suma Mia, la ya musa del grupo. Pero algo interfiere, un hombre, Demus, dice venir del futuro y necesitar la ayuda de Nick para que su línea temporal se cumpla, pero pudiendo alterar un evento fatídico que los afecta a ambos, relacionado con una persona muy querida que quizá lo sea aún más. Aquí entra el debate de Nick entre qué creer y qué no, qué arriesgar, qué sacrificar, aunque las pruebas de Demus resulten irrefutables. Desde entonces, carrusel: hacer partícipes a sus compañeros, cómplices de los actos por venir; las interrelaciones y las partidas físicas en mesa a Dungeons and Dragons; las amenazas locales, matones irredentos que pierden el control; unido a la siempre vicisitud que supone, una vez más, la edad del pavo. Todo ello compone un cuadro de escenas que, sino trepidantes, sí que enganchan hasta su final, dejando gran regusto.
Por partes, la trama, con pasajes muy del gusto de quienes se generan preguntas a la par que disfrutan de una buena lectura, se muestra trabajada, detallista por momentos, recreando momentos familiares para todes. Una trama que va creciendo en horizonte. Y aunque hable sobre una obra ligera, no está exenta del drama, drama por la pérdida, por la enfermedad, por el miedo, por esos vínculos inestables, por la atracción y la aceptación o rechazo social y sentimental, por las complicadas relaciones familiares, por ese elemento diferencial que es el viajero del tiempo (fuera de muchos tropos) que mantiene y desvela según qué enigmas de su objetivo (y sobre el que no hablaré, repito de nuevo, pues creo que tienes que descubrirlo por tu cuenta). No pasan momentos fáciles los chavales, aunque viven como se debe, a toda velocidad, a toda emoción, disfrutando y sufriendo, cosa que se traslada al lector.
Los personajes, perfilado con mimo cada uno de ellos sin caer en el estereotipo; Mia, la chica contrasentido, Simon, el asocial ultrainteligente, John, rico por familia y seductor de pacotilla, Elton, atleta, director de juego y decidido en cada uno de sus actos. Ellos opositan a Davis, aprendiz de malo, y a Rust, un psicópata de manual, que son elementos a tener en cuenta, pero no los únicos que participan en el juego que propone este manuscrito. No olvido a Nick, centro y motor, que nos caerá bien, casi como un antiguo amigo.
La atmósfera, ah, aquí introducimos un elemento diferencial; ¡el juego de rol! Casi metaliteratura. Cómo viven, enfrentan, mueren, luchan en equipo contra los desafíos lanzados por el Máster reforzando sus vínculos. ¡Fantasía épica pura! Se agradece el realismo de las partidas y que no sean estigmatizadas, como suele suceder.
Se añade el componente de nostalgia, de nuevo para los viejos guerreros y guerreras, tú, amigo mío, amiga mía, que regresamos raudos a aquellos años de infancia o juventud problemática, donde todo era posible, donde la realidad no pesaba kilotones ni estabas recluso de una pantallita.
El desenlace, adecuado, tras tomar los chicos, y el protagonista en concreto, una serie de decisiones que la gente de su edad no debiera tomar (o quizá sí, y estén más preparados para ello y sean más valientes). Además, perfectamente se cierra sin necesidad de leer una segunda parte, aunque apetezca saber más de la historia y el futuro de los personajes…
En conclusión, una novela de ciencia ficción ligera, casi pulp adolescente de los ochenta salpimentado de tratamientos actuales, con elementos de fantasía, con buenos y malos, con el cáncer y los viajes en el tiempo sobrevolando como buitres que no esperan a la muerte, sino que son capaces de provocarla o evitarla. Una fusión convincente, pero, sobre todo, una novela divertida, frugal y adictiva, de la que ya aguardo su segunda entrega. Recomendable para cualquier época donde dejar volar la imaginación y retomar la infancia, para perderse sin complicaciones, para volar lejos.
A por ella, no sea que el tiempo nos la robe…
Pd: qué buenos recuerdos me ha conllevado el deguste de esta obra. Y continúo, a mi edad senecta, jugando al rol.
Román Sanz Mouta
Redactor