Ritual Román 117: La pequeña Eve

por Román Sanz Mouta

Título: La pequeña Eve

Autor: Catriona Ward

Editorial: Alianza Runas

Nº páginas: 272

Género: Suspense gótico

Precio: 21,95€ / 11,99€ (digital)

«¿Dónde está Evelyn? Ah, ya me acuerdo. Nos quitó los ojos». Día de año nuevo, 1921. Siete cuerpos mutilados aparecen en un antiguo círculo de piedras en Altnaharra, una remota isla escocesa. Son “los Niños”, miembros de un culto gobernado por una sádica figura a quien llaman “el tío”. La única superviviente, Dinah, afirma que los ha asesinado Eve, que se habría ahogado al intentar escapar. Sin embargo, a medida que nos adentramos en la historia de Eve y Dinah hasta la masacre, va surgiendo una verdad más oscura y extraña. La isla es todo lo que los Niños conocen, el tío no permite ningún contacto con el mundo exterior. Pero el mundo está en guerra y alcanza incluso a la solitaria comunidad de Altnaharra. 

 

RITUAL

Segunda novela traducida al castellano de Catriona Ward y segundo acierto, dentro de unos códigos diferentes, con una historia de corte más clásico, cuasi gótico, componiendo un cuadro de familia impuesta y cerrada, secta con sus rituales siniestros y sus normas indelebles.

Tenemos un cuento de terror que ya nos presenta el misterio de un asesinato múltiple, quizá sacrificio ritual, en un emplazamiento señorial que llama a la mar, sobre el que corrían todo tipo de rumores y regentado por un hombre de turbio pasado y poderosos intereses. Habitaba allí rodeado de chicas menores de edad, esperando un advenimiento. Y eso se nos introduce cuando encuentran los cadáveres sin un ojo de esa no-familia, todos menos uno, el de Eve. A partir de este momento, Dinah nos contará el después, y tendremos (también en primera persona) la narración de la propia Eve, sospechosa del crimen (acusada por su compañera), para conocer las entrañas de dicho culto marino afincando en la isla escocesa de Altnaharra, rodeada de aguas salvajes.

Como sucedió con su manuscrito anterior, no puedo develar más en pro de favorecer la lectura y el suspense, siempre enrevesado, siempre con trampa y sorpresa (pero sin truco, ¿o sería al revés?) como ya le conocemos. Pero sí recalcar la intimidad de la narración, mayoritariamente en voz del pasado de Eve a lo largo de los años; sus sentires, su relación con el resto de mujeres-niñas y cuasi hermanas o madres, el trato con el tío todopoderoso, sus primeras expediciones fuera del castillo y con la desconocida gente del exterior, y su madurar hasta convertirse en la persona que adivinaremos más adelante, previa catástrofe. Además, Dinah, dentro de su corto papel de atestiguadora, nos regala otro punto de vista, otras emociones, y las consecuencias de esos actos. Pues no olvidemos que se habla sobre supuesta magia, sobre el poder de la mar, pero que puede encubrir eso una serie de abusos, de los que sospecha cierto detective que también cobrará relevancia, y que atemorizan al pueblo cercano, que nada quiere saber de ellos.

Una comunidad, una secta, o quizá una religión olvidada de ingente majestuosidad y esperando la llegada de su mesías o numen, y también de las consiguientes elegidas. Con esa duda juega la autora durante la primera mitad de la obra hasta que va despejando incógnitas, hasta que vemos la influencia del tío, su apego a dicha creencia, la realidad de la misma, la verdad en las propias niñas y, sobre todo, en Eve. ¿Devendrá en una farsa, en una profecía, es una leyenda aposentada en esas tierras y mares, mito pagano que se cumple? Lee y decide.

No tratamos con una obra de terror (quizá gótico-rural) al uso, aunque ciertas cosas, actos e imágenes que se intuyen entre líneas nos apesadumbren tanto como nos produzcan pavor. Es una narración lenta, pausada, casi a modo de diario bidireccional en persona y tiempo de la obra. Desenreda los orígenes de esa comunidad patriarcal, el pasado de mujeres, niñas y hombre. Con dos puntos clave: la atmósfera, una ambientación magistral que coge prestado ese emplazamiento escoces donde podemos sentir el frío y el olor a mar entre las páginas o muros descastados, y la intriga de conocer qué pasó con Eve, a la que apreciamos más y más en progresión, aunque genere también miedo, y que goza de un desarrollo argumental de gran calado. Porque su voz nos llega, nos alcanza, nos llama pidiendo a veces comprensión, a veces complicidad, a veces ayuda. Porque aquello que sucede en Altnaharra desvela nuestros sueños y nos evoca a eras primigenias donde la fe lo era todo y se aceptaba como tal. Pero repito, no esperéis sustos, persecuciones, monstruos más allá de los humanos y quizá de aquello que pueda venir desde lo más profundo de las aguas, eso que esperan el tío y las niñas, eso en lo que confían cambie y acabe con el mundo (esto lo digo con la boca pequeña, ya que no posee afinidades más allá de los vínculos que le atribuyo yo, pero por momentos, durante las ceremonias, en las palabras oscuras del tío, se intuye un  personaje lovecraftiano de fondo lovecraftiano… pero no me hagas caso, es por la mar, que anega mi mente).  

Sobre el desenlace, solo puedo garantizar que las piezas y pistas del puzzle, diseminados a lo largo de ese vaivén de años que se adelantan y retroceden, incluso las no detectadas, quedan atadas y bien atadas. Encajan. Concuerdan. Con sorpresas…

Repito, afronté la novela tras la gran sensación dejada por La casa al final de Needless Street, en tono distinto, tradicional, del recién nacido e incipiente siglo XX. Dos narraciones paralelas en primera persona (quizá falsa en alguna ocasión, porque intuimos cierta omnisciencia por parte de la autora en voz de esas dos muchachas, jóvenes mujeres, niñas). Se mantiene y se potencia de mano de la autora la capacidad para generar incertidumbre e inquietud con otros registros, y admirando el completo dominio del perfil psicológico tanto de sus personajes como de los propios lectores, lo que nos obliga a adentrarnos en su psique, a acompañarlos y sentirlos.

En resumen, una novela de tinte tradicional, de personaje(s) y de atmósfera superando a la trama, que cuenta una historia algo diferente sobre el poder de las creencias, sobre el poder de creer en una misma, sobre lo que se sabe, lo que se intuye y lo que se oculta, o quizá un cuento siniestro sobre abusos y dominación mental; sumisión. Dejando un regusto de buena literatura que, una vez más, y sobre todo con Catriona Ward, trasciende el género. Habrá que esperar a su siguiente creación con denuedo.

 

Pd: yo también aguardo algo que salga de la mar…  

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