Título: El espíritu de Lewis
Autor: Bertrand Santini
Dibujo: Lionel Richerand
Editorial: Nuevo Nueve
Nº páginas: 168
Género: Gótico-romántico de misterio y suspense
Precio: 15€ / 5,99€ (digital)
Un precioso integral impregnado de psicología, misterio y ambiente sobrenatural, donde dos pasiones se entrelazan para bien o para mal. Lewis Pharamond es un joven escritor en pleno luto. Conmocionado por la reciente muerte de su madre, cruza Inglaterra para instalarse en Childwickbury, la mansión de su infancia donde espera poder escribir su primera novela de inspiración gótica. Pero acosado por el dolor no puede redactar ni una sola línea.
De repente fenómenos extraños ocurren y una noche aparece el responsable de estos hechos. Su nombre es Sarah, fantasma de una mujer francesa extraordinariamente hermosa. Con el paso de los días, Lewis y Sarah se van conociendo y, a cambio de una promesa de amor eterno, el fantasma le ofrece al joven el don de la escritura.
RITUAL
Lewis, aspirante a escritor, queda devastado por el fallecimiento de su madre. Tras ello, y pese a las trabas de sus dos hermanas, se traslada a la antigua residencia familiar con su perra Tania, donde le recibe la antigua ama de llaves. Allí, el que ya se muestra como un obsesivo y perturbado personaje, de reacciones tan fanáticas como imprevisibles (sobre todo en lo emocional), se enfrenta a la pena y a la hoja en blanco rodeado de una casa que deviene en cuasi personaje oscuro, llena de secretos y detalles que nos llaman a voces, como al propio Lewis. Sin embargo, el amor lo rescata tanto a él como a su musa, un amor con forma fantasmal que puede recordar a su progenitora. Y ese romance es correspondido. Desde aquí, con su nueva vida de pareja, y avanzando imparable en la novela, la relación cambia, pues Lewis vuelca toda esa voluntad obsesiva en las letras, en la publicación posterior, en el súbito éxito. Dejando atrás a su enamorada. Que le pide un favor, saber cómo murió, saber por qué murió, lejos del recuerdo de su vida pasada. Así, entre los vaivenes de este peculiar dúo de vivo y muerta, las peripecias de Lewis de vuelta a la ciudad, una Londres a punto de cambiar el siglo XIX por el XX, y lo más granado de la sociedad (a la par que grotesco y envidioso), junto a su historia familiar, nos llevan de la mano hasta una serie de eventos, revelaciones y desenlace inesperado, para bien.
Esta novela gráfica me ha sorprendido porque se sale de los cauces habituales de las historias góticas, jugando a la vez con todas sus premisas clásicas, sin saltarse ninguna, para evolucionarlas y retorcerlas después, acompañada de un dibujo que detalla con lujo la perturbación progresiva y los diferentes estados de ánimo del protagonista, y que se luce en el reflejo de la mansión familiar, llena de animales, objetos y recovecos que producen inquietud.
La historia se muestra con una arquitectura sólida, bien construida y de un ritmo fluido que, pese a tratarse de un integral, se hace de leve y grata lectura. La progresión del personaje desde un muchacho dolido y aparentemente sensible que va desbrozándose de capas para revelar su yo más intrínseco, en lo bueno y en lo malo, es desquiciantemente humana. Su ama de llaves, la guía en el retorno al hogar ancestral. Y ese espectro misterioso, Sarah, que desconoce su origen y periplo existencial, es la otra cara de Lewis, ambas vinculadas a la misma moneda, que se necesitan para sus propios fines y que se satisfacen en mayor o menor medida hasta que el manuscrito queda completo y se publica con éxito. Incluso las suspicacias que eso provoca, y ese entorno endémico que supone el aristocrático y creativo, que desconfía siempre de sus nuevos miembros por verse amenazado (eso no ha cambiado en el tiempo) se convierten en un arma en favor del argumento, con nuevos personajes que resultarán fundamentales para desvelar los enigmas presentados a lo largo de la obra, como el editor, su círculo de confianza, nuevos amores, rivales…. De postre, asistimos a una representación del arte literario atravesando todo el espectro: su concepción, la frustración, las etapas, la consecución, las consecuencias del éxito y del fracaso.
El tono domina lo gótico, eje sobre el que gira argumento, personajes y atmósfera, sobre todo esta última, y navega entre ese romance fantasmal y unas visiones que mezclan lo onírico y lo cierto, lo real y lo surrealista, que nos hacen cuestionarnos sobre las verdades de Lewis, sobre si se mantiene en sus cabales o todo es producto de una fantasía en su cabeza, cosa que incluso él mismo duda por momentos.
Y por supuesto, la ilustración, con sonrisas y miradas tan bellas como pavorosas que reflejan un mundo de sentimientos de toda escala, desde la pasión, al miedo, a la obsesión, a la determinación, a la locura, al odio o la ira; la paleta al completo. Con un tamaño de viñetas bastante uniforme, excepto en alguna splashpage que relumbra. Y utilizando los rostros, los fondos, sobre todo en la mansión, y una panoplia de colores suaves que separan lo vivo de lo preternatural, que destacan a los personajes y que brilla especialmente en los detalles que acaban por embargarnos. Un acierto la combinación de guion y dibujante.
Es cierto que la historia se mueve lenta, cuidadosa, no dando más de lo que se pueda asimilar, sumando piezas al puzle de todos los frentes que se abren y quedan cerrados de forma perfecta, aunque pueda concluir en algo de talante antiguo para las nuevas generaciones, que demandan más estallido de color, brevedad y velocidad en sus cómics. No hablamos sobre una historia de acción, por supuesto, pero sí de suspense y misterio, medidos y dosificados con mesura para enganchar y mantener la intriga. Por lo que, para un degustador de novelas gráficas, resultará una experiencia que concluyo sorpresiva, por forma, fondo, giros y conclusión, porque los autores disfrutan y se disfrutan.
En resumen, dentro de otra preciosista y muy cuidada edición de Nuevo Nueve (grandes), y que tiene ciertos paralelismos con otra novela gráfica publicada también por ellos y aquí ritualizada, The Book Tour, de Andy Watson. Este cómic tiene unas características propias que rescatan el gótico, muy de moda y siempre regresando, y le añaden componentes que enriquecen una historia de fantasmas con su enigma a desentrañar y sus momentos de visuales que nos hielan. Recomendable y con un gran sabor de boca en durante la lectura y después, cuando digerimos lo descubierto. Lo considerarás un acierto, créeme.
Pd: quedan tantas y tantas historias que contar y nuevas formas de contarlas, por arcaicas que se reflejen…
Román Sanz Mouta
Redactor