Título: La celebración
Guion y dibujo: Rui Tenreiro
Editorial: Apa-Apa
Nº de páginas: 112
Género: Folk horror, simbolismo
Precio: 15€
El viaje como forma de vida. Gran parte de las creaciones ficcionales giran alrededor del cambio. No hablo del conflicto en una trama, sino de la transformación a la que han de hacer frente los personajes durante la narración. Por supuesto, tal cosa es aplicable a la vida real, ya que la ficción no deja de ser un mero reflejo de nuestro día a día. Sin embargo, últimamente asistimos a cierta tendencia que, sobre todo en el terreno independiente (ya hablemos de cómic o de cine), intenta cambiar ese «canon» por otro mucho más basado en hacer del viaje el elemento principal. Lo que promulga esta corriente es que lo importante no es el destino, sino lo que hay antes de llegar a él.
La celebración bien podría enmarcarse en esa corriente denominada folk horror en cuanto a que presenta la llegada de dos viajantes a una pequeña comunidad que justamente realiza unos festejos conmemorativos en esos días. En esos fastos, aparecen funciones ritualísticas que parecen ocultar algún tipo de cripticismo. Antes de eso, en su camino se topan con el cadáver de una extraña criatura en un claro del bosque.
Rui Tenreiro (Mozambique, 1979) teje una trama que escapa de su aparente sencillez inicial para adentrarse poco a poco en el terreno de lo extraño. El autor da bastante peso a una mitología nueva y original que parece lanzarnos una serie de símbolos de difícil sujeción. Esto no impide el total disfrute de la obra, más bien al contrario le otorga un peso adicional que anima a una segunda lectura. Lectura, por cierto, que se desarrolla a un ritmo tremendamente ágil por la poca profusión de texto y la fantástica narrativa visual de que hace gala la obra.
El dibujo del artista africano destaca por su adscripción al estilo indie moderno. El trazo es limpio y los personajes tienen un punto caricaturesco y detallista que se implica a la perfección en una historia que toca lo fantástico desde un punto de vista cercano al terror. Se percibe cierta influencia de lo asiático en la casa donde paran a reposar los viajantes, así como en otros pequeños detalles como el té, las montañas y la presencia siempre en segundo plano de una especie de espíritus de la naturaleza que en ningún momento pasan de ser meros espectadores.
El alma oriental —la propia portada nos da una buena pista— también se deja percibir en la forma en que Tenreiro maneja el tiempo y el movimiento, poniendo el foco a veces en momentos relajados para que “admiremos el paisaje”. Ese tipo de detalles plaga la obra y le otorga ese ambiente sosegado que, en última instancia, vuela por los aires.
Bien podríamos definir la sensación que uno tiene al leer la obra como «la calma antes de la tormenta», ya que todo en La celebración ondea reposadamente, absorbiendo al lector con un hechizo que primero nos aplaca para después golpearnos. Y es que el impacto llega al final, con una escena en la que todo explota tanto a nivel simbólico como realista. Asistimos en ese último tramo a un desenlace inclasificable, de esos que nos hará pararnos a reflexionar sobre lo que acabamos de leer.
Queremos reivindicar una obra que ya tiene unos años y que pasó injustamente desapercibida. El planteamiento indie y el corte outsider de la editorial Apa-Apa —echen un ojo a su catálogo, por favor— pueden tener que ver con la poca difusión con que contó este cómic. Pero quizá deberíamos mirar hacia la fagocitadora compulsión del mercado editorial, que no permite que ningún título, salvo un reducido puñado de elegidos, se alce lo suficiente como para llegar a un público más numeroso. Pero ese es otro debate. Lo importante es que La celebración nos ofrece algo nuevo, sugerente, con una historia de circularidad perfecta, y con un Rui Tenreiro que subyuga con la propuesta y la ejecución. Si lo encuentran por ahí, no duden en comprarlo.
José Luis Pascual
Administrador
2 comentarios
Que chulada. Para que luego digan que los cómics no tienen profundidad. Muy buena reseña, como siempre.
El cómic vive un buen momento, sobre todo el independiente. Se encuentran verdaderas joyas a todos los niveles, aunque es lo de siempre, no venden. ¡Muchas gracias, Daniel!