Título: A medio camino del infierno
Autora: Natalia Villanueva
Editorial: Eolas Ediciones
Nº de páginas: 134
Género: Relatos oscuros
Precio: 15€
Siempre es un placer hablar de nuevas autoras, y más cuando se trata de compañeras de la Escuela de Imaginadores. A medio camino del infierno es el tercer libro de relatos de Natalia Villanueva, escritora que parece ir decantándose poco a poco por el lado siniestro de la realidad. La querencia hacia lo fantástico con deje tenebroso y en ocasiones perverso se manifiesta en una serie de cuentos que alternan entre el terror costumbrista y la ciencia ficción inquietante. Vamos a desgranar en unas breves notas cada uno de los relatos incluidos en el volumen.
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Son tristes y pesarosos los Recuerdos dormidos, aquellos que ahora se manifiestan con dejes de violencia y con lentitud, mucha lentitud. La autora nos sumerge en la pesadilla rutinaria de una institución mental, ejemplificada en la experiencia de una mujer. Se critica en varias capas aquí, y lo que queda, lo que siempre queda, es la tristeza y el pesar.
Nos hace pensar Natalia que La piscina es el centro del mundo, el abismo de la creación y la destrucción, el foco que nos deja en la oscuridad cuando se apaga. Nos engaña bien, pues la esencia se encuentra en otra parte. O quizá no. Uno de esos cuentos de apocalipsis interno en el que la piel revela nuestros sentimientos, literalmente. Te hace pensar.
La nostalgia y los traumas del pasado convertidos en el terror. Tu mitad de mí hurga de manera inteligente en el sentimiento de culpa como detonante del castigo. Un horror incómodo que bebe de historias como Qué fue de Baby Jane y que, pese a su aparente endeudamiento con lo real, te pondrá los pelos de punta con su desenlace. Tiene potencial de novela.
La premisa fantástica de Los años perdidos queda en la mente de los dos protagonistas mientras la autora, cruel y despiadada, nos escamotea un desenlace cerrado que necesitamos. Una vez rumiado, el cuento nos deja mal cuerpo al identificarnos con la situación, al enfrentarnos a un futuro que quizá no sea lo que queremos.
Con dejes de la Inteligencia Artificial de Spielberg, En busca de un hogar funciona como ampliación de un gran mapa en el que el mundo es distinto. Cinematográfico e intenso, el cuento es una estampa de un paisaje enorme, apenas la muesca de un mecanismo muy grande, el prólogo de una novela. ¡Y quiero leer esa novela!
Horas de tiniebla nos lleva a otros códigos, los de la niña de la curva y otras leyendas. En tal clave, Natalia aprovecha la falta de luz de un lugar tan agobiante como una cueva para alumbrar un cuento con regusto a clásico que, si acaso, nos deja adivinar su giro casi desde el principio. Supongo que es la intención.
Un thriller de terror es La lista, una de esas narraciones que funciona por su tensión a dos tiempos y su anclaje al género por encima de todo. Aunque literariamente es más plano, se apoya muy bien en sus virtudes y sorprende en su giro final.
Hay contención y sobriedad en Tras la puerta, relato que no se aleja demasiado del anterior en su premisa pero que se desarrolla de un modo más embriagador. El misterio por un pasado que quizá es mejor no conocer concluye con una escena para el recuerdo en la que la autora nos deja, literalmente, helados.
La predestinación es un tema suculento para jugar con él. Víctor dibuja cosas malas, cosas que están por pasar y pasan. ¿Ve el futuro o lo provoca él? Me encanta la sutileza con que la autora finaliza las historias, cierres redondos y al mismo tiempo sorprendentes que te dejan ko. Entenderás, lector, que No quiero que me dibujes.
El terror más clásico se moderniza en segunda persona en las manos hábiles de la escritora, quien ofrece aquí el que quizá sea el relato más anclado al género. Como las ondas del agua al meterse en ella, La sombra del agua va creciendo poco a poco en su ajustada y medida extensión, llevándonos al escalofrío y a la insoportable sensación pesadillesca de saber que va a suceder algo terrible y no podemos hacer nada por evitarlo. Gran cierre.
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Con miradas que apuestan por añadir peldaños a la ficción canónica de lo inquietante, y por la intención de aportar hendiduras en las relaciones familiares que abran puertas a lo oscuro, A medio camino del infierno intuye un gran futuro a Natalia Villanueva. Dice Juan Jacinto Muñoz-Rengel en el prólogo de este volumen que la autora tiene muy claro que viene a hablarnos del mal, y que este está mucho más cerca de lo que pensamos. Después de leer estos cuentos, estoy totalmente de acuerdo.
José Luis Pascual
Administrador