Título: La pluma mágica de Gwendy (trilogía de Gwendy #2)
Autor: Richard Chizmar
Editorial: Suma de Letras
Nº páginas: 384
Género: Fantasía oscura
Precio: 20,81€ / 7,59€ (digital)
Han pasado 15 años desde que Gwendy Peterson dejó Castle Rock. Ahora tiene 37, vive en Washington D. C. y apenas recuerda a la adolescente que volvía a casa en verano a través de las Escaleras de los Suicidios.
Sin embargo, su caja de botones reaparece y Gwendy descubre que en Castle Rock han desaparecido dos chicas. El sheriff Ridgewick y su equipo trabajan a contrarreloj para encontrarlas sin saber a qué clase de enemigo se enfrentan. Pero Gwendy sí lo sabe, y es consciente de que solamente ella podrá traerlas de vuelta…, pero solo si utiliza la poderosa pero peligrosa caja de botones una vez más.
RITUAL
No tenía mucho recuerdo de la novela La caja de botones de Gwendy cuando afronté esta segunda años después (míos y de temporalidad en el texto). Y se me han ido despertando los recuerdos en la misma medida que avanzaba, con esas remembranzas en pretérito de la pequeña Gwendy cual si fueren desenterradas, obra a cuatro manos entre Chizmar y el señor Rey.
Me pregunto y te preguntas, y lo hace el prologuista Sai King (coautor de la primera y de la tercera y última entrega) si es necesaria esta continuación, pues La Caja de Botones es un objeto tan mágico como peligroso (y merecía más recorrido), pero quizá la protagonista, Gwendy, no. Porque en el contexto de poner un objeto tan imprevisible y adictivo en manos de una niña resulta seductor, pero hacerlo con una adulta pierde esa sensibilidad y sorpresa mística. Ahora, si señalas el punto de mira en que la antaño niña es ahora senadora, escritora de éxito, y triunfadora de todo lo que ha propuesto, bendecida por la suerte y el trabajo (o quizá por la herencia de la caja de botones y sus animales de chocolate), quizá funcione. Pues con cotas de poder en el gobierno de los EEUU, recupera la susodicha caja con los peligros y los caprichos que implica. Y eso le hace preguntarse, como a nosotros, si su vida ha sido producto del esfuerzo, y de su determinación, o de aquel artefacto primoroso.
Con estos elementos, y pese a la ausencia del maestro cofirmando, nos adentramos en la lectura.
Gwendy estuvo subyugada por el poder tanto arcano como nocivo, pues era muy dual, de la indescifrable caja de botones, capaz de conceder una chocolatina, salud o una catástrofe mundial, según los anhelos de su poseedora. Aquello fue una fábula tan dolorosa como enternecedora. Ahora recuperamos a una mujer exitosa, fuerte, empoderada, política incipiente y cercana al actual presidente (megalómano que puede provocar una crisis nuclear contra Corea). Casada con un corresponsal de guerra, siempre viajero en peligro inminente. Y así le llega, feliz con su vida y preocupada por sus padres, la caja de botones.
¿Y ahora? En eso indaga Gwendy, retrocedida a infante, obsesiva, paranoica. Emergiendo sus recuerdos igual que los nuestros. Enfrentada a la contradicción de los efectos de la caja, por logros y desvelos.
Por supuesto, la caja de botones viene acompañada por varias subtramas, esa tercera guerra mundial hipotética, las desapariciones en el pequeño pueblo de Gwendy (niños perdidos, torturados, secuestrados por algo, alguien oscuro…) a donde debe volver, nuestro querido Castle Rock. La enfermedad terminal de su madre. O su marido extraviado en el conflicto y sin noticias del mismo.
A todas esas dicotomías se enfrenta Gwendy. Donde observamos la diferencia de comportamiento, el trasvase niña-mujer, preocupaciones, anhelos, tristezas, alegrías… La asunción de responsabilidad y compromiso, la comprensión de esos hechos del pasado reevaluado (cosa muy de moda y por los motivos equivocados la mayoría de las ocasiones).
Es un canto a los peligros, a la nociva sociedad actual, a la toma de decisiones erróneas, al sacrificio. Lejos del tono fantasioso, lleno de curiosidad pizpereta, del tomo original.
Es cierto que se nota la ausencia de King por falta de esencia, alma, magia. Tenemos el objeto, las consecuencias, las posibilidades. Pero no la manera de conjugarlas, quedando la historia en algo más simple y desvelado con fagocidad en su clímax. Añoramos a Stephen King.
Pero es una novela que se lee amablemente, creando cierta inquietud por la historia y actores en escena, y que no deja secuelas pero tampoco mácula. No requiere de la primera entrega (especial, con toque, y mejor novela que la presente) pero recomiendo su lectura antes de la actual, para tener todas las piezas del puzle y entender a Gwendy, pues hereda y condiciona, necesitada de identidad propia.
Queda dicho.
Pd: durante todo el volumen nos preguntamos si es auto conclusiva, que lo es, o queda en cliffhanger para la tercera entrega en el espacio, como la gran Machete…
Román Sanz Mouta
Redactor
2 comentarios
Hay que visitar Castle Rock.
Un sitio mágico…
Y lleno de sorpresas siniestras.
Gracias, amigo.