Relacionado con las crisálidas (Daniel Aragonés)

por José Luis Pascual

Título: Relacionado con las crisálidas

Autor: Daniel Aragonés

Editorial: Open City

Nº de páginas: 268

Género: Ciencia ficción

Precio: 10,40€

Moría el desierto de sal y comenzaba el suelo de piedra afilada. Seguía avanzando con desenfreno, con ansia, con ganas de llegar a mi destino. Acampé a sesenta mil metros del punto de origen, en un terreno mixto y bastante extenso. Monté el refugio portátil y tomé un concentrado. En cierto modo estaba feliz. Sé que suena extraño, pero me sentía libre, libre del todo. Engañado o no, nadie podía arrebatarme aquella sensación de libertad retroalimentada. Había dejado de habitar en el interior de los problemas sociales que tanto daño me hicieron, ese fue el avance. La soledad no era el veneno.

No es sencillo que, a lo largo de toda una vida, se dé tal serie de circunstancias que permita a un individuo entrar en contacto con alguno de sus autores predilectos. Bien sea por pura distancia geográfica e idiomática, bien porque el autor sea inaccesible, bien porque el propio individuo no esté inmerso en el mundillo literario público, la comunión entre lector y escritor tan solo suele darse de manera conceptual. Pese a ello, tengo la inmensa fortuna de pertenecer al ínfimo porcentaje de personas que están en el otro lado. Gracias a este Monolito, o a lo que sea, tengo la suerte de haber conocido a Daniel Aragonés y, en estos momentos, mantengo un contacto asiduo con él. Y sí, se ha convertido en uno de mis autores de cabecera.

Mi relación con la obra de Aragonés se remonta a Efialtes, novela que ya me indicó la jerarquía de un creador que escapa conscientemente del formulismo mainstream para adentrarse en recovecos que no cualquier lector está dispuesto a explorar. Títulos posteriores como Decadencia o Wormhole confirmaron esa agradable sensación de «me encanta esta mierda» que no es fácil experimentar cuando hablamos de un solo autor. Aunque hable de temas que en ocasiones están muy alejados de mi mundanidad, bajo las letras de Daniel siempre subyace algo indeterminado que hace «click» en mi cabeza y me implica de manera irrevocable en sus historias.

Relacionado con las crisálidas se aleja de los títulos mencionados, pero solo lo hace en su aparente género. Y digo aparente género porque la novela puede y debe enmarcarse dentro de la ciencia ficción, aunque ello no impide que todas las señas de identidad de Daniel se impriman en cada una de las páginas. En esta obra asistimos al solitario derivar de un humano en Sal, un planeta deshabitado en el que despierta tras un viaje de cien años en estado de criogenización. En una adictiva primera persona, el personaje nos describe su nueva realidad pero, sobre todo, despliega su mente para relatar cuál es su estado emocional respecto a un entorno desconocido. Y, por supuesto, no podemos evitar apropiarnos de su discurrir interior.

Más de una vez he hablado aquí de la validez de la ciencia ficción como escaparate de lo humano. Siempre ha sido el género un espejo limpio en el que ver reflejadas múltiples facetas de nuestra sociedad, de nuestra idiosincrasia, de nuestra propia mente. Daniel Aragonés lo utiliza de manera sabia, a modo de herramienta con la que esculpir su forma de ver el mundo. Y, si hemos leído varias obras del autor, podemos vislumbrar con una mayor distancia, igual que hace el globo sonda en la novela, una mirada plagada de desencanto hacia sus congéneres, una ruptura consciente y alevosa con el sistema que se nos ha impuesto.

Para que el lector se ubique, Relacionado con las crisálidas remite a Stanislaw Lem en cuanto a la relación que se establece entre el personaje y el entorno, un trato cuasi simbiótico de retroalimentación mutua y que a menudo se basa en la imposibilidad de comprensión. El Lem de Solaris se muestra en las espejadas conversaciones entre el personaje principal y el doctor, conversaciones que por momentos parecen acercarse a lo kafkiano y que se agradecen por la ligera escisión con el digresivo tono anterior. También aparece Arthur C. Clarke en cuanto a toda la parte explorativa, que no es pequeña ni baladí, y que se esfuerza en recuperar ese sentido de la maravilla que muchas obras actuales parecen empeñadas en erradicar. Más evidente pero quizá menos certera sea la influencia de El marciano de Andy Weir, con la que comparte la premisa y un par de pasajes. 

Poniéndonos técnicos, Daniel detiene el ritmo en numerosas ocasiones para centrarse en cómo el personaje percibe un entorno cambiante que a veces es amenazador en su naturaleza y otras calmo y desértico —clara metáfora de los propios cambios en el ánimo humano o, si queremos, de las distintas fases que atravesamos en nuestra concepción y relación con la naturaleza—. En otros pasajes acelera el tiempo y pasa a describir esas transformaciones en pocas líneas. Son párrafos que dejan sin aliento, y que siguen tributando a una manera clásica de escribir ciencia ficción. La mezcla de ambas velocidades, en mi opinión, engrandece la novela.

Otra de las «marcas de la casa» es la poco disimulada crítica al aburrido convencionalismo de la literatura comercial. Sí, Relacionado con las crisálidas posee un alto componente metaliterario que le sirve al autor para lanzar de forma sutil su ataque. Pese a ello, Daniel explicita su disconformidad con la actual industria literaria de manera evidente durante algunos tramos de la novela. Sospecho que hay mucho de juego meta escondido en cuanto a la composición de algunos capítulos.

Estamos, de nuevo, ante un viaje por el microcosmos personal del autor. Es emocionante asistir a este cuento de soledad, en especial en momentos como los del abrazo del protagonista con su caterva de ayudantes robóticos, una manada que entiende mucho mejor al humano que los propios humanos. Se puede interpretar la obra como una muestra de cómo a veces encontramos y construimos nuestro hogar interior alrededor de cosas y conceptos que nos proporcionan mucho más cariño que nuestros propios congéneres. También podemos abrir más capas y asimilar esta historia como un nuevo Génesis, dada la fascinante mitología que se despliega a lo largo de toda la novela. O podemos quedarnos en un primer nivel y dejarnos llevar por el aroma a ciencia ficción clásica que desprende. Sea como sea, lean a Daniel.

5 comentarios

Daniel Aragonés noviembre 15, 2022 - 10:44 am

Una interpretación magistral. Eternamente agradecido.

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José Luis Pascual noviembre 15, 2022 - 11:09 am

Gracias a vos por escribir tales maravillas.

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FRANKY noviembre 15, 2022 - 10:53 am

Totalmente de acuerdo con todo.
Si me permites añadiré que la novela tiene una lectura infantil clara (esto de leerla como una novela clásica de ciencia ficción solo por la diversión de una aventura muy lejos de este puto sitio), una lectura adolescente, en que abandonamos esa feliz diversión pulp y empezamos a enganchar con conceptos más amplios, del mismo modo que hacemos con Dostoyevski,; una adulta, con la que intuimos casi página por página un trasfondo de insondable apariencia…. y otra accesible solo a un viejo y sabio eremita barbudo. Sin que necesariamente haya gradaciones en medio de estas distintas visiones.
Qué pedante soy

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José Luis Pascual noviembre 15, 2022 - 11:10 am

Toda la razón. La parte de autodescubrimiento se puede equiparar a esa época perfectamente!

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Daniel Aragonés noviembre 15, 2022 - 9:26 pm

Con ese punto a lo Poe, en las Narraciones de Arthur Godom Pym, de viajar a otro sitio. Sabía lectura analítica. Siempre formando capas, para atrapar a todo lector posible (en esta novela).

Un abrazo. Me gusta mucho leer este comentario.

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