Ritual Román 142: El ilustrador paciente

por Román Sanz Mouta

Título: El ilustrador paciente

Autora: Lorena Escobar

Editorial: Valhalla Ediciones

Nº páginas: 360

Género: Thriller policíaco

Precio: 18,90 € 

SINOPSIS

Juan fue un niño diferente. Un niño especial. Ahora es un hombre diferente. Un hombre especial, que solo sabe ver la vida a través de sus pinceles, huir de la realidad que trata de convertirlo en muda marioneta de un mundo que no asume sus diferencias. Daniela es una inspectora de policía tan implacable como volátil. Toni es el hombre de mirada imperturbable que asume el lastre de un pasado inclemente. Hugo, Iona, Martina, son policías que libran cada día una lucha silenciosa contra la maldad que descansa en los resquicios del alma humana. Todos ellos se verán salpicados por la tinta de unos dibujos que ponen en jaque a la comisaría de Distrito Sur. Lienzos que ilustran personajes de leyenda besados por el hálito de la muerte.

Desde ese momento, comienzan una batalla encarnizada por descubrir la identidad de un criminal que mezcla el arte con el homicidio, separando inocentes de culpables, abriéndole la puerta a secretos que han permanecido mucho tiempo ocultos, escondidos tras puertas cerradas y ventanas tapiadas por inconfesables realidades. Una batalla para descubrir qué y quién se esconde tras la paleta de colores indescriptibles de un asesino tan despiadado… como inocente.

RITUAL

Afronto este Ilustrador Paciente de una de mis más admiradas escritoras, que lanzó esta su novela iniciática (que quizá no lo sea y haya otras más antiguas en el cajón esperandosu momento) convenciendo al lector, pues se halla ya en su segunda tirada, evento de mucho valor en los tiempos de hoy donde la literatura, buena y mala, está masificada.

Pues tenemos aquí una buena obra, mezcla de policíaco, suspense, detectivesco y thriller, por no aportar más mezcolanza de géneros que pueda embaucar al lector. Lo que ves es lo que hay, y mucho más. Por sus características, además, debo abstenerme de contar algo que no deba y sea capaz de estropear la lectura, así que vamos a ello.

Una sinopsis breve sería que Daniela, desde su comisaría, investiga una serie de crímenes contra las mujeres, que pronto la llevan hasta un sospechoso sin duda, Carlos. Un Carlos auspiciado por Juan, el ilustrador, tan especial, entrañable, como extraño. Ese Juan y el nexo con Daniela arrancan la trama para después presentarnos a los compañeros de esta; Toni, el inefable, el de la mirada dura. Hugo, el hombre de familia. Iona, la pizpireta, y muchos más. Forman todos ellos una composición que va moviéndose entre pistas, descubrimiento y error, entre las motivaciones propias de cada cual marcadas por un pasado que los une y los separa a partes iguales.

Es una novela que vive entre la sorpresa y la duda, porque, prácticamente en cada capítulo, te aporta una revelación que cambia la perspectiva del lector, y eso, junto con el triple narrador, muy juguetón, y que nos permite asomar a la mente, motivaciones y pensamientos de los protagonistas principales, conduce a una lectura irremisible, adictiva. De ritmo ágil una vez que entras a su apuesta. Esos giros te ofrecen más información, más detalles, partes del cuadro completo para que tú unas el puzzle y puedas formular tu propia teoría sobre quién es el asesino o asesina, y sobre cómo o por qué. Teoría que irás mutando.

Y es que cada personaje, incluso con sus posos de bondad más profundos, te genera una duda, una incertidumbre sobre su fondo, quizá oscuro. Incluso los más nocivos y nefandos en apariencia, pueden tener un doble valor. Eso consigue mantenerte en tensión (cultivando la empatía, sobre todo con Juan, el pobre Juan).

A la par, no sobra nada sobre la narración o la historia (y hablamos de una novela de generosa extensión), llena de subtramas, transcurriendo en pasado y presente. Permaneces alerta de parte a parte, provocando que quieras leer y releer para comprobar que no te has perdido nada (y esa es una gran virtud, el terminar un manuscrito y echar un ojo para, ahora sí, unir todas las pistas y ver cómo te ha sorprendido la escritora).

Sobre los tres pilares fundamentales de cualquier obra (que ya hemos tocado y concretamos), los personajes, que funcionan en cuadrado, en triángulo y por parejas, ya verás por qué y entre quiénes, Daniela, Toni, Hugo, Juan, que no están solos, que interactúan creando un mundo de ficción viva. Construidos al milímetro para que nada se escape, con gran trabajo en sus perfiles, blancos, negros y grises. Vivos y reales.

La historia, como repito, funciona sin fisuras, mezclando las escenas de diálogo, de acción, de investigación, de especulación, de recuerdos, de brutalidad… que han hecho de los protagonistas lo que son ahora, junto a los crímenes, esas pobres mujeres masacradas, que no fueron las primeras ni serán las últimas.

La atmósfera se muestra adecuada, en sus escenarios comunes, que podemos reconocer, cuasi oler. Comisarías, barriadas, hogares, corazones. Pues el interior de cada cual también consiste y deviene en atmósfera sin duda,  al menos en esta novela. Destacando que las ilustraciones de Juan, esas imágenes, son parte de la ambientación, y lo imaginas pintando tras los sucesos, antes, después, durante. Terrible. Evocador.

Acerca del desenlace, la escritora se guarda lo mejor para el final, y eso que hemos llegado al clímax disfrutando de cada fragmento, de cada uno de esos retorcidos giros que nos embocan hasta una escena brutal, que contiene, por supuesto, la penúltima revelación. Pues aún deberás contener el aliento y seguir manteniendo o tornando tu especulación sobre el culpable o culpables hasta el final de la vuelta a la calma y el tremendo epílogo que cierra la obra.

En conclusión, la policíaca es un género que debe hacerse con tino y mimo, con mapas, con planificación, prestando atención para que cada hilo ate su cabo, para que no escape nada al lector más perspicaz. Ese triple narrador, aunque de inicio puede resultar algo lioso hasta que le coges el punto (y se convierte en un arma imprescindible a favor de la lectura), aporta tantas perspectivas que consigue empatizar de a poco con cada uno de los personajes, llenos de matices, de traumas, de ambiciones; reales como la vida misma, uno de los méritos de la obra. Eso y las interrelaciones entre ellos, los vínculos, tan importantes como el argumento, todo a una. Pero no se queda en un manuscrito de autor, algo de culto solo accesible a los ojos de los aficionados a este tipo de literatura, sino que abre su espectro para cualquier lector o lectora con ganas de pasar un buen rato, inquieto, con preguntas y respuestas, pleno de todo lo que se pide a una novela, seas paciente o impaciente.  

Pues eso, una obra de debut con nota para una escritora que empieza a emerger y a la que seguimos desde ya la pista. ¡A leer!

 

Pd: los momentos del dibujo, de la descripción de esas ilustraciones que dan nombre a la obra, subyugantes.

2 comentarios

Daniel Aragonés junio 15, 2023 - 8:01 pm

Mi opinión es parecida. Es una novela muy buena. Podría ser un Best seller, perfectamente. No es porque Lorena sea amiga, es que la parte emocional de sus obras es súper potente. En este tipo de novelas, por lo general tan planas, Lorena aporta esa cosa relacionada con los sentimientos que enriquece los textos y les da una vida extra.

A vuestros pies.

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Román junio 16, 2023 - 9:41 am

Es literatura viva, amigo mío. Siente, y como siente, hace latir a sus personajes, que fluyen con la trama. Incluso la atmósfera se contagia. Y ya leerás la próxima… jijijijiji
Gracias y abrazos!

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