Wody (Vincas Richardson)

por Lorena Escobar de la Cruz

Título: Wody

Autor: Vincas Richardson

Editorial: Minotauro 

Nº de páginas: 416

Género: Terror

Precio: 17,95€

SINOPSIS

El pianista frustrado Robert Svenson recibe el alta tras una temporada en el psiquiátrico, al que lo habían ingresado después de verse arrastrado por una espiral de trágicos y aterradores incidentes.
Para acabar de recuperarse del trauma, se traslada a la casa de su infancia, ahora propiedad de su hermana Amanda, una idílica vivienda en pleno corazón de la Península Olímpica. Los dos hermanos dedicarán aquellos días a recuperar el tiempo perdido y se esforzarán en arreglar los problemas que separaron sus caminos años atrás. Pero él también le debe a Amanda la explicación de cómo acabó en el psiquiátrico. Y esta es la parte que Robert desearía evitar, porque tendría que hablar de Wody. Y no quiere. Pues teme que Wody vuelva a dirigirle la palabra.
Porque Wody solo quiere una cosa: que Robert se siente en el piano e interprete aquella inquietante melodía que ronda su cabeza, aquella que él titula en secreto “Canción maldita” y que juró nunca tocaría.

RESEÑA

Te contaré una historia.

Una cueva son todas las cuevas. Y todas ellas, en algún punto de su zona abisal, conducen a la misma.

La música. El arte. Lo perpetuo, la oscuridad, la naturaleza. Los ritos ancestrales y todo aquello que no conocemos del alma humana, o lo que sí conocemos y nos asusta. Nuestra mente y sus pantanos de aguas estancas, repletos de bichos que solo dan la cara en las horas más jodidas de la madrugada. Notas musicales resuenan entre recovecos espesos de alcohol barato y versos de venta libre. Y entre tanta miseria la maldad florece, germina, plantada por semillas de tribus sin nombre.

De todo eso va la novela que reseño hoy.

¿Os parece un barullo sin sentido?

Eso es que no habéis entrado en la cueva.

Ni escuchado por las noches, cuando la luna se tapa la cara por no vernos, los acordes de la Canción Maldita.

Vincas Richardson realiza una introducción brillante. Un prólogo de los que te cuentan una historia dentro de la propia historia. Si no fuera suficiente con las primeras páginas de Wody, la presentación del atormentado Robert Svenson y la terrible voz que lo acosa sin descaso suponen uno de los comienzos más atrayentes que he leído en mucho tiempo. La avidez se desencadena y entonces el autor se ralentiza, como el buen músico que tras los primeros acordes desenfrenados disminuye la intensidad para acompasarla a los latidos de un corazón desbocado, un corazón que quiere más, ansía más. A partir de ese momento hay que tener un poquito de paciencia con la narración, te exige a cambio de ofrecerte un mundo inimaginable. Y es que Vincas es músico y su literatura también lo es. Para las y los torpes como yo que no distinguimos una nota de otra, la lección magistral que nos brinda el autor en torno a este arte primigenio consigue frenar el ritmo desbocado de las primeras páginas y meternos de lleno en el mundo de Robert. En ese mundo. El que te lleva más allá de la línea, el que está prohibido. El que conjuga realidad y ficción y te dice eh, que puede ser real. Todo eso que esconde tu cabeza podría llegar a existir, ser tan tangible como el suelo que te mantiene derecho, la piel que besas, las telarañas que guardas en esquinas sin techo.

El mundo de Robert duele, le duele a él, a su hermana, estoica en un universo que se lo ha arrebatado todo, le duele a esa casa levantada en un lugar especial, un lugar donde la naturaleza no ha perdido la batalla contra la mano cruel del hombre.

Y es que el libro es la voz de Robert y las consecuencias de toda una vida. Le va desgranando a su hermana Amanda todo lo que le ha sucedido desde la primera vez que Wody lo visita y ahí es donde comienza un juego, un juego para el lector en el que irá desentrañando poco a poco el porqué, si es que el porqué importa o importó alguna vez. Se transmite de una forma tan vívida, con una atmósfera tan angustiosa para aquellos que combatimos día a día con los acordes maliciosos de la enfermedad mental, que Wody pasa a ser parte de nosotros mismos, como si pudiéramos escuchar sus ecos también tronando en la cabeza, como si todos fuéramos un poco compositores de esa maldita canción que arrastró al padre de Robert y que, de ser tocada, tendría consecuencias desastrosas para la humanidad, consecuencias que solo Wody sabe aunque Robert intuya. Esta es la historia de un hombre que lucha contra sí mismo y al mismo tiempo es la historia de aquello que está por encima del simple humano, de un lenguaje primitivo que no alcanzamos ni siquiera a imaginar. Todo se convierte en protagonista, todo tiene importancia, hasta el menor detalle puede significar algo para las intenciones de Wody, para la estructura de esa melodía que trata de arrancarle a un músico de pasado tempestuoso y futuro inenarrable.

Lo que Vincas Richardson consigue con la novela es complicado. Y es que consigue que creas. Consigue sumergirte de lleno en la locura y dejarte arrastrar por ella. Consigue impregnarte de la atmósfera de Villa Svenson, de la comprensión de Amanda, de la demencia de ese vecino irascible que también lo perdió todo, del lago, del bosque, de las sombras que se perciben vigilantes en cada una de nuestras heridas. Una muy buena novela, escrita con dedicación y enraizada sobre una trama contundente y dura, bien estructurada y con una ambientación más que adecuada.

Y es que una cueva es una cueva.  

Y solo nos queda atrevernos a descubrir qué hay dentro de ella.

1 comentar

Antonio Mompeán septiembre 18, 2023 - 12:22 pm

Muy buena reseña Lorena,
Parece una novela realmente interesante, sin duda.
Saludos.

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