Dentro del laberinto (A. C. H. Smith)

por Daniel Aragonés

Título: Dentro del laberinto

Autor: A. C. H. Smith

Traductora: Noemi Risco Mateo

Editorial: Nocturna

Nº de páginas: 240

Género: Fantasía

Precio: 15,95 €

SINOPSIS

Enfadada por tener que pasarse otra noche haciendo de niñera, Sarah pide a los goblins de su libro favorito, Dentro del laberinto, que se lleven a su hermano. Al instante, el niño se esfuma. En su lugar aparece el misterioso y atractivo Jareth, Rey de los Goblins, y le propone un trato:

«Tienes trece horas para atravesar el laberinto y encontrar a tu hermano. De lo contrario, se convertirá en uno de nosotros».

Sarah sigue al rey hasta un enigmático mundo lleno de extrañas criaturas y bailes de máscaras donde todo es posible y nada es lo que parece. Y el tiempo apremia…

RESEÑA

Cada uno de nosotros elige un camino —o eso creemos, porque en la mayoría de los casos el camino se encarga de elegirnos—. Decisiones. Saltos. Traumas. Celebraciones. Y dramas. En mi caso llevo años sumergido en la búsqueda de autores prohibidos e historias sangrientas, filosóficas y salvajes. Tanto es así, que mi senda es un laberinto que me convierte en un ser encuevado y meditabundo —soy difícil y fácil, silencioso, divertido, apenas me importa el mundo real, salvo mi pequeña parcela de seres queridos—.  Podría decir que mi verdadera condición permanece en un núcleo acerado, oculta en lo más profundo de mis entrañas. Supongo, o quiero suponer, que no soy el único, pues el niño sigue vivo dentro de mí, a salvo.

Cuando nuestro redactor jefe nos ofreció la novela Dentro del laberinto, una sonrisa se dibujó en mi rostro —leer y reseñar, maravilloso—. Esperé, como suelo hacer, a que el resto de mis compañeros se pronunciasen antes de decir que me apetecía volver a leerla, que tenía ganas de adentrarme en la historia una vez más. Como si estuviese dentro de mi propio laberinto y Jareth estuviese impidiéndome llegar a ese niño que tengo dentro. Revivir aquella amalgama de emociones que me provocó la película.

Estamos hablando de una historia infantil escrita para adultos —de compleja ejecución, para mi gusto—. Con un mensaje claro y conciso: no debemos abandonar lo que permanece guardado, pues corremos el riesgo de que la podredumbre lo convierta en algo inservible. La propia vida, según va pasando, se convierte en un laberinto, en un compendio de pasajes sin salida que no hacen otra cosa que restar. Entonces cada vez vamos más y más ciegos, pendientes de los obstáculos, de la parte negativa que nos oprime, incapaces de escuchar al niño que llevamos dentro. No nos damos cuenta de que sin él somos incapaces de ver todas esas cosas inexistentes que nos salvan de la quema. Llegados a ese punto, los seres que jamás hablarían a un adulto nos empiezan a ignorar del todo —ellos son los únicos que nos pueden ayudar a superar nuestros obstáculos—. Todo se vuelve gris. El estrés nos devora el alma. La magia desaparece. El objetivo del adulto se desdibuja cuando abandona la fantasía y se centra en el trabajo, en una vida que no corresponde a nadie. Hay que asesinar al adulto y alimentar al niño.

De qué habla el libro:

De amistad real. De una realidad mitológica, relegada a un plano inaccesible, que nos rodea de forma irremediable y de la cual no poseemos la llave —debemos conseguirla y entrar, pues es la cura para la mediocridad—. De personajes ocultos, fantásticos, disfrazados de anciano, de bebé, de niño, de perro, de monstruo, y que habitan en nuestro interior y forman nuestra personalidad. Todos hemos sido crueles alguna vez pidiendo un deseo y luego nos hemos arrepentido. Pero existe un camino de vuelta. Existe la redención. Por regla general, esa marcha atrás siempre es complicada, ya que debemos borrar las huellas de lo prohibido y continuar sin arrepentimiento. La vida debería ser así, ¿no?

Tenéis que leer esta magnífica historia y desaparecer de vuestras realidades para siempre. El miedo es libre, lo mismo pasa con el amor. Rebusca en tu interior, recupera al niño.

1 comentar

Román abril 6, 2024 - 8:59 am

Siempre fui y seré el niño, y creo que se nota… pero, de verdad existe la redención???

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