Título: La noche púrpura
Autor: Ander Pérez
Editorial: Uzanza Editorial
Nº páginas: 230
Género: Lovecraftiano
Precio: 18 € / 4 € (digital)
SINOPSIS
Zoe Davenfield acaba de perder a su padre después de que este regresara de una expedición por el Amazonas. Sus últimas palabras aún resuenan en su cabeza: «Protege el medallón».
Eliza Blackburn, la afamada médium de Arkham, recibe en su Gabinete a Gerald Holloway, un hombre que busca respuestas.
Marie Gibbons ha conseguido su primer trabajo como institutriz, pero, al llegar a su nueva casa, comprueba que su relación con el ama de llaves no será fácil.
El velo que separa nuestra realidad del otro lado se ha rasgado. Un horror indescriptible, hasta ahora oculto al ojo humano, acecha a través de las grietas. Y el cielo de la noche se ha teñido de púrpura.
RITUAL
Esta novela supone una apuesta arriesgada que depende por completo de su final, de la resolución elegida por el autor, Ander Pérez. Y ahora pasaré a explicarlo. Porque me apetece hablar de esta historia. Porque mezcla tiempos, lugares, situaciones, horrores, todo en común homenaje al maestro Lovecraft pero con estilo propio y depurado. Y ese compendio de espacio-tiempos concluyen en una mansión, esperando el desenlace para ver cómo encajan las piezas en la conclusión sin duda cósmica e ignota, o al menos eso se promete con saña.
¿Lo consigue?
Analicemos.
La premisa es tentadora para todo aficionado, no solo al ya género cthulhuloideo, sino para el acólito del pulp, de la aventura, del misterio, de lo sobrenatural.
Massachusetts. Zoe recibe la noticia de la muerte de su padre, afamado profesor, durante una extraña expedición a la amazonia, con un regalo adjunto.
Insmouth. Barry, periodista, es perseguido hasta la extenuación tratando de escapar de aquello que no entiende, luchando por informar.
Arkham. Eliza, médium, recibe una peculiar visita, con unas demandas que sobrepasan lo normal de su etérea profesión.
Amazonia. El grupo de expedicionarios desde la Universidad de Miskatonic se encuentra con una tribu y un lugar escondido y predestinado, maldito, quizá la puerta del velo, para enfrentarse a todo, incluso entre ellos.
Antártida. En la base Palmer, los allí residentes descubren un barco congelado, con cadáveres poseedores de una tablilla que altera los sentidos comunales.
Hasta aquí el ecuador del manuscrito, saltando por capítulos ordenados en su caos, intuyendo algunas de las relaciones por los mínimos personajes comunes o apellidos que reverberan. Vamos anotando pistas como si fuésemos investigadores del magnífico juego de rol La Llamada de Cthulhu. Conscientes de que todo acabará por concordar, junto con la promesa del fin del mundo, del advenimiento de algo que no aspiramos a evocar. Prácticamente todo lo que necesitamos está en el tablero que supone el texto. Así que, listos para recomenzar el ritual.
Canónico. Lo sé. Original a su vez, buscando nexos y atmósfera, pero sin generar terror o similares. La historia tiene otras intenciones.
A partir de aquí vamos a acompañar a Marie Gibbons, contratada para cuidar de la pequeña Bethany, hija de los acaudalados Liebmann, protegidos por la huraña y severa señorita Craven. Todo ello dentro de la mansión familiar. Lugar para descubrimientos y revelaciones.
Si hasta este momento viajábamos por el mundo en escenas de acción y desventuras, ahora nos adentramos en el costumbrismo, en el estado mental que va deteriorando a la pobre Marie a la vez que desbroza capas de la cebolla mística. Su relación con la señorita Craven, llena de tensión y secretos. La extraña niña Beth, tan juguetona como indescifrable pese a su corta edad. Los guardeses desaparecidos. Y ese tutor, el doctor Riley. ¡Basta ya de nombres!
Como reflejo, entre dichas paredes se reconstruye, reinventa y estalla el argumento, ritual mediante, acercando las subtramas pretéritas para explotarnos en la cara, pesadilleando con un final cataclísmico, digno de la fatalidad que auspiciaba H.P.
Y si hablamos de pasos:
El argumento, aunque pueda despistar, sobre todo con el brusco cambio de ritmo en su intermedio, está perpetrado con esmero, para que tanto personajes como sucesos, tiempos y eventos colapsen en concordia, apareciendo cada cual con su objetivo y en el momento que debe, o quizá algo pronto y muy tarde. No seré yo quien lo revele. Encaja, con sorpresas que se pueden adivinar pero que te impactarán, en uno u otro momento. Me gusta. Con esa alteración, con ese dos en uno, me gusta.
Los personajes, exceptuando el perfil de Marie y la señorita Craven, no participan lo suficiente aunque se cuiden sus personalidades, dejando huella alguno o alguna de ellas. Pero esa transformación de Marie Gibbons, y su relación vinculante con la señorita Craven, resultan clave en la recta final de la novela.
La atmósfera. Pese a ese cielo púrpura, a determinadas apariciones y paisajes, a ciertos instantes evocadores (tremendo lo del barco), no llega a resultar determinante, y puede que esa sea la traba para que la novela no alcance a trasmitir ese miedo que propone. Aunque la idea del mismo sobrevuela de inicio a final.
Y el desenlace. Enrevesado. No tramposo, pero sí enrevesado. Que me saca una sonrisa cómplice y hará lo propio con los y las adláteres. Porque algo viene, llega, se abre camino desde abajo y desde arriba. Algo que hará transcender a la humanidad, no sabemos si de cara a su evolución o a su extinción. Aunque seguro que te lo imaginas…
Para concluir, que me alargo como las persianas de Tíndalos. Es una obra dirigida para esa marabunta de arcaicos y noveles aficionados al maestro Lovecraft, que se reproducen por doquiera, por esporas de Yuggoth, y que demandan productos que satisfagan su turbada fantabulosía oscura. Cumple con ese reto con creces, ya digo que de forma arrítmica aunque efectiva. Posee estilo propio y un vocabulario y arquitectura adecuada, y además tiene la valentía de proponer algo distinto a lo convencional.
Tú y yo siempre esperamos maravillas cuando afrontamos determinadas novelas, porque el peor enemigo son las expectativas. Y no nacen genios como Gemma Files, Laird Barron o John Langan desde el foso de Providence cada día, por lo que sería muy injusta la comparación. Esta novela entretiene, sin ser de horror, que sí cósmica, y honra al maestro por formas y fondos y lejos de los consabidos plagios (mejorando bastante a la serie Arkham Horror, por ejemplo). Así que la celebro, como a la editorial que le ha dado voz y calle. Enhorabuena para ellas y el autor. Lo he pasado en grande. Sabiendo lo que leía.
Pd: la intrahistoria de la Amazonia y su sima y templo dan para narrar mucho más sobre ella, en pasados y futuros improbables, y aquí habría un lector. Lo dejo caer…
Román Sanz Mouta
Redactor
2 comentarios
Gracias por leerme🥹❤️🐙
Aprendo de cada reseña.🙏
Un enorme e ignoto placer.