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Título: El monstruo pentápodo
Autora: Liliana Blum
Editorial: Tusquets
Nº de páginas: 272
Género: Narrativa contemporánea
Precio: 7,99 € (digital)
SINOPSIS
Raymundo Betancourt es el ciudadano modelo: profesionista honesto y responsable, solidario y comprometido con el bienestar de su comunidad. Pero como la vida no solo es trabajo, también se permite dos sencillos placeres cotidianos: los chicles de canela y las niñas que mantiene secuestradas en su sótano.
RESEÑA
La literatura está plagada de ejemplos de novelas escandalizantes, obras que por uno u otro motivo llevan la palabra «polémica» grabada en su código genético. Desde la Lolita de Nabokov hasta el American Psycho de Easton Ellis, pasando por La chica de al lado de Jack Ketchum, varias son las obras y los autores que se sumergieron en temáticas delicadas y en tratamientos explícitos. Son títulos que atacan a lo emocional antes que a lo cerebral, y que cuentan con escenas que nos afectan profundamente porque tocan fibras que no se suelen tocar. El monstruo pentápodo se cuela en esta categoría por méritos propios, ofreciéndonos un viaje a esos rincones que no solemos atrevernos a mirar de frente.
Liliana Blum apuesta con fiereza y sin remilgos a una historia de sensaciones pútridas. Raymundo es un pedófilo que se obsesiona con Cinthia, una niña de seis años a la que secuestra para convertirla en su esclava sexual. Al mismo tiempo, el hombre mantiene una relación con Aimeé, una mujer que sufre de acondroplasia o enanismo.
Con estos mimbres, la autora dispone una trama que se alimenta de dudas, dualidades, máscaras y, ante todo, del rugido del monstruo. El tema, la total y completa destrucción de la inocencia.
La novela está narrada principalmente a dos voces alternas. Blum va construyendo un puzle que nos atrapa sin necesidad de recurrir a sutilezas o prosas ambiguas. Más bien al contrario, sorprende la claridad diáfana con que se desarrollan tanto la trama como los pensamientos de los dos personajes principales. Mentiría si dijera que no esperaba juegos de camuflaje para disfrazar de algún modo los recovecos en los que se retuerce El monstruo pentápodo; sin embargo, la autora mexicana recurre a la sencillez estilística, dejando lo literario en esa doble voz narrativa que sí admite algunos pliegues.
Es un acierto esa estructura dual, basada en las voces de Raymundo y de Aimeé (la voz de esta se nos presenta a base de cartas y entradas de diario), de otro modo la novela sería difícil de sostener. La segunda persona, cuando la narración se centra en Raymundo, está muy lograda en cuanto a que cumple la función de sumergirnos en la mente y el modo de proceder del monstruo, aunque al mismo tiempo nos enfoca la cotidianeidad del personaje. El diario escrito por Aimeé resulta el complemento perfecto, pues de esta manera tenemos un dibujo del monstruo desde fuera y desde dentro. Tan bien funciona esa doble narración, que se hace raro cuando Blum, casi a mitad de novela, opta por quebrar esa estructura para cambiar el foco a su antojo e introducir nuevos puntos de vista, como el de la madre de Cinthia o el de la propia niña.
Lo más destacable, y lo que sin duda removerá conciencias y estómagos, es el nivel de incomodidad que consigue la novela. Esta truculencia, que se asienta tanto en lo psicológico como en lo visceral, sucede en un progresivo aumento desde las primeras páginas hasta alcanzar momentos netamente perturbadores durante la segunda mitad de la obra. Si bien no asistimos a un contenido sumamente explícito, sí que encontramos pasajes en los que las escenas se detallan sin concesión alguna, provocando ese terremoto en el lector al que, bajo mi punto de vista, debe aspirar toda obra artística. Blum parece sentirse cómoda en el temblor, y esa condición es digna de elogio en los tiempos que corren.
Me consta que muchos lectores abandonan su lectura al toparse con un tema tan espinoso, y es comprensible. No porque la novela contenga una apologética de la pedofilia, como algunos afirman erróneamente, sino por la crudeza de mostrar sin remilgos lo que nadie quiere ver, el verdadero terror.
Novela que engancha y asola, El monstruo pentápodo es todo lo que su propia cubierta adelanta: el arrebato indiscriminado de la infancia, el velo perpetuo sobre el brillo en los ojos de una niña, el alzamiento de la peor corrupción imaginable. Ande cauto el lector que se adentre en sus páginas.
José Luis Pascual
Administrador