Parece que Robert Eggers es carne de cañón. Su primera película, La Bruja (The Witch), ya protagonizó un Versus en este mismo blog, demostrando el carácter polarizador de su cine. Con El Faro (The Lighthouse) quiero repetir el mismo experimento, al que se han sumado un buen número de amigos que han tenido a bien dar su punto de vista sobre la película.
A continuación podréis leer mi crítica en el formato habitual, seguida de las opiniones de todos los compañeros que han querido sumarse a la propuesta, la gran mayoría a traves de twitter. Un gran abrazo a todos los que habéis contribuido a este artículo. Que lo disfrutéis.
EL FARO por José Luis Pascual
El faro una nueva muestra de cómo el cine es capaz de seguir sorprendiendo en pleno 2020. A la manera radical de propuestas recientes como Mother!, Climax o La casa de Jack, la segunda película de Robert Eggers se aleja de los convencionalismos para vomitar una propuesta incómoda, visceral y fascinante que termina conformando todo un tratado sobre la locura. Solo dos personajes y un decorado minimalista le bastan a Eggers para conjugar un sinfín de sensaciones y misterios con los que epatar al espectador. Y vaya si lo consigue. La historia de dos fareros encargados de velar por el buen funcionamiento de un faro situado en una diminuta isla se convierte en una agobiante y a ratos cómica confrontación de individuos ante sus propias sombras.
Al contrario de lo que pasaba en La Bruja, donde el director creaba la ambigüedad a través de la sugerencia, El faro se muestra totalmente explícita desde su inicio. Esa explicitud le sirve al director para llevar lo ambiguo a otro nivel, pasando directamente a un terreno abonado de simbolismo, incertidumbre, desasosiego y surrealismo onírico. De esta manera, el metraje se asienta según avanza sobre un terreno cada vez más dudoso y menos firme, corriendo el riesgo de perder al espectador por el camino. Es un riesgo que para Eggers resulta irrenunciable dado su peculiar estilo y convicciones, y el propio rodaje de la película, repleto de tensión y de inclemencias meteorológicas, refuerza esta afirmación.
El faro toca muchos palos. A medida que los dos personajes se ven abocados a convivir más allá del tiempo estipulado por su labor, el ambiente se enrarece hasta convertirse en toda una exacerbación de la locura causada por el aislamiento. Es curioso que dos personajes tan perdidos, tan alejados de la sociedad, se dediquen a la labor de cuidar de un faro —de servir ellos mismos como guía para que otros no se pierdan—. Pero además de esa desconexión con la realidad, representada sobre todo en el personaje joven, las visiones oníricas proponen la intrusión de un elemento perturbador y maligno, tal vez el nacimiento de un instinto demasiado oscuro, o tal vez una influencia de origen externo. Sea como sea, esta parte más ligada al cine de género resulta bastante inquietante por el tratamiento que la película hace de ella.
He hablado también de simbolismo, y es que Eggers siembra toda la película con elementos folclóricos de distinta procedencia, encontrándonos con momentos que remiten a mitologías clásicas y otros que incluyen figuras sacadas de diferentes bestiarios tradicionales. También está presente la lectura bíblica en la manera en que se nos muestra la propia luz del faro, solo accesible tras un ascenso que parece requerir de una buena cantidad de fe y determinación.
El aprovechamiento de todos estos avatares e interpretaciones enriquece la historia para dotarla de una profundidad y una intención mucho más amplia de lo aparente.
Los otros factores que apuntalan la propuesta comienzan con el dúo de actores. Willem Dafoe y Robert Pattinson se enzarzan en un combate que se salda con un espectacular empate técnico, y con el agotamiento del espectador. Ambos tienen momentos en los que lucirse perdiendo el control. Dafoe está especialmente brillante soltando una serie de imprecaciones en las que su rostro parece adquirir rasgos demoníacos, en una escena abrumadora. Pattinson explota cada vez que se desinhibe y se deja llevar por el histrionismo, no hay más que ver toda la secuencia final. Los dos son un puntal tremendo de tan particular producción, que de por sí ya compensa el precio de la entrada.
Luego están la estupenda fotografía en blanco y negro, que a veces da sensación de suciedad y clasicismo y otras veces se convierte en un afilado y limpio generador de imágenes para guardar en la retina; o la increíble banda sonora que apunta directamente a los nervios del espectador, creando una ambientación ominosa muy especial.
Muchos afirman que estamos ante una película de terror, dados sus innegables elementos inquietantes, que a veces parecen sacados del imaginario lovecraftiano mientras que en otras ocasiones su procedencia está más ligada a un ocultismo un tanto críptico. Pero en realidad El faro es inclasificable, y en su estómago se digieren pequeños trozos de influencia bíblica, tragos de cine clásico o gajos de comedia negra. El mejunje puede resultar muy indigesto para paladares poco dados a sabores tan exóticos, pero sin duda será un elixir irresistible para aquellos que no se arredran ante regustos extremos. Como experiencia cinematográfica, me parece absolutamente imprescindible.
Críticas a 1 tweet (@criticasa1tweet en twitter):
“A mi me ha gustado bastante. El trabajo es intachable y creo que el ritmo es adecuado”.
José Andrés G (@granbosque en twitter):
“Impecable pero tremendamente aburrida”.
Íñigo Sota (@InigoSota en twitter):
“Me encantó. Se agradece que un director se atreva a hacer una película compleja que no se dedique a autoexplicarse continuamente, algo que últimamente se ha convertido en tendencia”.
Snuff de Aguas Turbias y Normal Podcast For Normal People (@Snuff en twitter):
El Faro es el auténtico horror. Es el frío, es la suciedad que incansable nos gana terreno, es el agua tragándoselo todo en un ambiente flatulento y malsano.
¿Qué son nuestros pequeños crímenes comparados con el crimen de ser humano?”
“Increíble, no deja indiferente, extraña pero está claro que no va a convencer a todo el mundo, actuaciones impecables y una historia la cual más que explicarte todo, tienes que encontrarle tú el sentido como espectador”.
“No me ha gustado nada, sorry. Actores impecables, técnicamente maravillosa, bonitas referencias a Lang, Bergman, Hitchcock… pero no he conseguido entrar en la historia”.
Juan Carlos Pascual de TOC Libros (@toclibros en twitter):
“No me extenderé demasiado respecto a El Faro. No me ha gustado.
Esta película se puede enmarcar directamente dentro de una moda que se extendió como una plaga desde hace años y que por desgracia infecta a múltiples tipos de arte: La técnica lo es todo.
Y es que Robert Eggers se desloma por mostrarnos unas postales tremendas en blanco y negro y en formato cuadrado, encuadres innovadores y todo tipo de artimañas visuales y sensoriales.
Pero señores, el cine se hace con el corazón y no con la cámara.
No basta con homenajear al cine mudo con esos primeros planos llenos de gestos desmesurados y sobreactuados, intentar copiar a Pawlikowski (este sí que sabe hacer buen cine) o llenar la historia de simbolismos difíciles de descifrar para un espectador que termina descolocado.
Está bien prestar atención a la técnica, pero por dios señor Eggers, se olvida usted del espectador.
Ya le pasó en mi opinión con su anterior película, La bruja, una de las películas más insulsas y soporíferas que recuerdo.
A mí no me engaña con artificios, y si bien he de decir que el comienzo me parece prometedor, más tarde su esencia sale a relucir y nos vemos envueltos en un viaje de locura malsana que de tantas vueltas termina mareando”.
Guateflix (@guateflix en twitter):
“Una excelente forma de demostrar que Robert Pattinson no es solo un vampiro que brilla y como podría ser, si actúa junto Willem Dafoe que no ha sido valorado como se merece. Creo que se merecen el premio a mejor fotografía”.
Camilo (@Kmyers0223 en twitter):
“Técnicamente impecable y con unas actuaciones espectaculares. La localización es maravillosa pero la historia parece desaprovechar todos esos puntos fuertes pues flaquea por momentos, es confusa y se siente desorganizada. Se hace difícil conectar con ella”.