No se puede negar que Jacques Cousteau fue, para los que ya tenemos una edad, uno de los más famosos divulgadores científicos que existieron. Especializado en el mundo submarino, Cousteau se empeñó en llevar a todos los hogares la inmensa y salvaje vida bajo las aguas, hecho que le convirtió en un icono cultural. El director Jérôme Salle (El secreto de Anthony Zimmer, Largo Winch) ha decidido recrear la vida de tan célebre personaje en Jacques (L’Odissée) justo cuando se cumplen 20 años de su muerte.
«Jacques» es un biopic de manual, que sigue al dedillo la estructura que suele utilizarse en este tipo de producciones. Sobre todo se centra en la época en que Cousteau decide arriesgarse a recorrer el mundo y explorar los océanos a medida que su popularidad va creciendo. La película nos cuenta la odisea que resultó esta aventura, contando los problemas financieros y logísticos que debió afrontar Cousteau, al tiempo que la relación con su familia se deterioraba.
Pese a su convencional desarrollo, la película no tiende a dulcificar al personaje de Cousteau, sino que nos muestra a un hombre imperfecto que incluso puede caer mal al espectador. Aparte del famoso explorador, Jérôme Salle centra el foco de atención en el entorno más cercano del oceanógrafo, retratando una unidad familiar un tanto disfuncional, y marcada sobre todo por la obsesión de Cousteau por su trabajo y por mantenerlo todo bajo su control. Esto queda ejemplificado en la extraña relación que mantuvo con su hijo Philippe, dos visiones del mundo enfrentadas pero al mismo tiempo complementarias.
Una de las bazas de la película son sus escenas submarinas, preciosas estampas que recrean algunas de las hazañas de Cousteau y su equipo. Aunque estas secuencias resultan espectaculares, no me hubiera importado ver intercaladas algunas imágenes reales grabadas por el propio Cousteau.
El reparto cumple bastante bien, encabezado por Lambert Wilson y Audrey Tautou como el matrimonio Cousteau. Ambos actores hacen un buen papel, y se benefician de una caracterización muy lograda, cosa que en muchos biopics termina siendo el punto flaco. El trío principal queda completado por el pujante Pierre Niney (El hombre perfecto) interpretando a Philippe, actor al que no me extrañaría ver en alguna producción hollywoodiense más pronto que tarde.
Sin ser un filme excesivamente novedoso, «Jacques» es el tipo de película que se ve con agrado y deja buen sabor de boca. Y sobre todo, creo que sirve para cumplir una función: dar a conocer a las nuevas generaciones a un personaje que, a pesar de sus claroscuros, fue una figura muy destacada en la segunda mitad del siglo XX.