En 2010, el director Eli Craig sorprendió al fandom con su película de debut Tucker and Dale vs Evil, una comedia de terror que supuso toda una demostración de cómo mezclar ambos géneros con acierto al mismo tiempo que se homenajea a un buen puñado de clásicos del cine de miedo. No fue una cinta de fácil acceso legal, al menos hasta que se comercializó en formato físico. Siete años después, la nueva película del director se nos ofrece gracias a los nuevos modelos de distribución a través de plataformas de streaming, en este caso la todopoderosa Netflix.
La película nos cuenta los problemas de Gary, un recién casado que intenta acercarse sin éxito a su joven hijastro. El niño muestra tendencias preocupantes que llevan a Gary a creer que es un auténtico hijo del mal.
La idea de «Little Evil» es buena, y ya desde el arranque la película va a por todas planteando situaciones tan terroríficas como cómicas. Todos estos momentos resultan muy acertados y hacen prometen un producto redondo, pero lamentablemente todo termina desinflándose hacia algo muy convencional. Aunque estamos ante una comedia de terror, género que no es demasiado prolífico en los últimos tiempos, la cinta de Craig desaprovecha esas buenas ideas desarrolladas durante la primera mitad de metraje para devenir en un relato manido y dulcificado, apartando por el camino el componente de terror para abrazar la comedia con mayor fuerza. Pero tal vez no sea ese su mayor defecto, sino la ausencia de “retranca” en el contenido, ya que finalmente «Little Evil» termina siendo una comedia muy blanca, con menos concesiones al riesgo de lo que podría parecer.
Y es que los homenajes que propone Eli Craig son bastante reconocibles para todo el mundo, tirando de películas clásicas y típicas del cine de terror. Esto no es malo de por sí, de hecho funciona bastante bien durante el tramo inicial, pero mientras que en «Tucker and Dale» este recurso aguantaba fantásticamente (digo esto sin haberla revisado desde que la ví en 2010), aquí la cosa decae dando la sensación de haberse finalizado con prisas. En el tono humorístico de la película encontramos ramalazos del más puro estilo de los hermanos Farrelly (ese amigo/a del prota) y detallitos made in Edgar Wright en cuanto a resumir escenas en 3 imágenes fugaces.
Adam Scott (actor visto en Krampus, maldita navidad o en la serie Big Little Lies) lleva el peso de la cinta con corrección, resultando un rostro bastante adecuado para la mezcla que propone la película. El niño de «Little Evil» es Owen Atlas, pequeño actor que responde bien en las escenas de más terror pero no tanto en las cómicas. Evangeline Lilly y Bridget Everett completan un reparto donde podemos ver en un pequeño papel a la veterana Sally Field.
Solo podemos concluir que «Little Evil» se queda a medio camino de lograr su propósito, dejando una sensación agridulce tras su visionado. Un poco más de agresividad e ironía le hubieran venido muy bien, ya que ha terminado resultando demasiado blanca para mi gusto. Por cierto, me ha llamado la atención cierta similitud que tienen algunos planteamientos con los del cómic americano Babyteeth, obra de la que hablaremos pronto.