Si hay una película que me gusta revisitar de vez en cuando, esa es La Mosca. En ella, David Cronenberg creó una opus magnum de las vísceras, lo retorcido y la carne palpitante y sanguinolenta. En concreto, siempre he adorado cierta escena del final, cuando la transformación se completa y vemos cómo el rostro del protagonista se deshace en colgajos medio derretidos. Ante esta imagen, su novia, Verónica, grita y llora histéricamente.
Como es lógico, a nadie le cabría la menor duda de que esa es la reacción obvia. Sin embargo, ¿por qué grita? Es una cosa horrible lo que ha visto y de seguro teme lo que vaya a hacerle ese ser, más insecto que hombre. Sí, es cierto, pero, ¿y si os dijera que grita por otra cosa?