He visto una película.
Tenía un rato y por razones que al lector ni le van ni le vienen estaba sentado frente a la televisión, sin ánimo de moverme de allí. No suelo ver muchas películas, pero de vez en cuando sí que me gusta echar un rato frente a la caja tonta… (No nos engañemos: es tonta, eh). Le he dado, claro, al botoncito de Netflix y me he ido a teclear incómodamente con el mando a distancia la misma búsqueda de siempre, sempiterna e inevitable: Terror.