Ari Aster surge un poco de la nada hace un par de años con su primer largometraje y, en pleno 2020 y con tan solo dos películas en su haber, nadie dudará en catalogarlo como uno de los directores más prestigiosos del género actualmente, el cual es foco de grandes pasiones y un cine que, desde luego, no deja indiferente. Su opera prima, Hereditary, fue comparada con mucho acierto con El Exorcista, y Midsommar creó tantos adeptos como repudiados en una cinta muy personal e inquietante. En este artículo planeo desgranar las claves del cine de Aster, centrándome en su tema más caudal y como lo trata: la destrucción de las relaciones entre personas.
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