En estos tiempos de hipsterismo galopante da un poco de miedo decir algunas cosas, pero como yo ya tengo una edad y no respeto las modas, puedo afirmar con contundencia que ME GUSTA WOODY ALLEN!
Repito, me gusta Woody Allen, me agradan sus bandas sonoras de jazz clásico, me encantan sus guiones y sus diálogos, me río con la excentricidad de sus personajes, me divierte ver sus rancios títulos de crédito, e incluso me hacen gracia sus referencias intelectualoides, qué le vamos a hacer. Pues bien, todo eso es lo que vais a encontrar en abundancia en “Magia a la luz de la luna”, ni más ni menos que una película típica y tópica del casi octogenario director neoyorquino.
Allen vuelve a contarnos la misma historia de siempre, aquí ambientada a finales de los años 20 (del siglo XX, parece mentira que dentro de poco vayamos a entrar en unos nuevos años 20). La trama gira en torno a un mago de carácter avinagrado y totalmente escéptico, que es invitado por una familia adinerada para que intente desacreditar a una vidente que parece estar aprovechándose de la matriarca.
La película es una comedia ligera en la línea de anteriores trabajos como Scoop (2006) o Si la cosa funciona (2009), en la que el británico Colin Firth interpreta con acierto el papel que a buen seguro se hubiera reservado el propio Woody Allen si fuera 20 años más joven. Las continuas contestaciones irónicas del personaje son lo mejor de la película, y demuestran que el director no ha perdido un ápice de mordacidad a la hora de escribir diálogos. Como partenaire tenemos a la cada vez más en alza Emma Stone, que da una buena réplica al protagonista, aunque tal vez debido a la diferencia de edad no me terminó de convencer la química entre ambos.
La ambientación está muy cuidada, tanto en vestuario como en localizaciones, y los decorados naturales de Niza le dan un particular encanto a la fotografía de la película.
Poco más que decir, si no os gusta Woody Allen no os va a gustar. Pero si os gusta, como es mi caso, os parecerá una delicia.
Mi nota: 7