Una joven acude a la médium Elise Rainier para que la ayude a contactar con su madre recientemente fallecida. La vidente acepta a regañadientes, lo que desencadenará una serie de fenómenos alrededor de la joven.
Pues llegamos ya a la tercera entrega de esta saga que, en mi opinión, debió de acabarse en la brillante primera película. Insidious Capítulo 3 es una especie de precuela en la que cambiamos a la familia protagonista de los dos primeros filmes por un padre y una hija en un edificio donde empezarán a pasar cosas raras. El elemento que la une a las anteriores es la presencia de la veterana Lin Shaye repitiendo su papel de médium.
Insidious (2010) me pareció una fantástica vuelta de tuerca al género de casas encantadas y un más que satisfactorio remake inconfeso de Poltergeist (1982), pero Insidious 2 (2013) me decepcionó completamente pese a estar dirigida por James Wan. Por tanto, no sabía muy bien qué esperar de este tercer capítulo. Lamentablemente, la cosa no mejora mucho. Con el señor Wan ejerciendo sólo de productor, aquí encontramos una historia distinta que casi parece más enfocada al público adolescente que al adulto. El terror que pretende transmitir esta película se basa exclusivamente en los sustos fáciles. Algunos funcionan mejor que otros, pero confiar en el típico golpe de sonido atronador para asustar a la platea es un recurso pobre y ya muy visto. El gran problema de esto es que la atmósfera es inexistente, con lo que la sugestión del espectador se ve reducida a la mínima expresión. Puede que haya un sector de público que acuda esperando justo lo que la película ofrece, pero para mí se queda muy corta. Además, el desarrollo y la resolución de la trama resultan sumamente previsibles, y una vez más nos encontramos con un producto que opta por no arriesgar y ofrecer algo novedoso.
Pero no todo es malo. Lo mínimo que se le puede exigir a estas películas es que tengan algún momento que te haga dar un respingo, y la verdad es que “Insidious 3” tiene un par de escenas que consiguen pillarte desprevenido. Además, la interpretación de Stephanie Scott resulta más que convincente, y más teniendo en cuenta que se trata de una chiquilla de 18 años sin experiencia en el género. Esperemos que nos de más sorpresas en el futuro.
En el reparto encontramos a la ya citada Lin Shaye cumpliendo bastante bien, junto a un rescatado Dermot Mulroney. También repite el dúo de “cazafantasmas” formado por Angus Sampson y Leigh Whannell (curiosamente, este último es el director del film) que siguen pretendiendo ser el alivio cómico de la película pero que a mí no me hacen ninguna gracia.
En definitiva, una nueva decepción que da como resultado un film totalmente olvidable.
Mi nota: 3