EL PUENTE DE LOS ESPÍAS (Steven Spielberg, 2015)

por José Luis Pascual

En los años de la guerra fría, al abogado James Donovan se le asigna la defensa de un espía soviético capturado en Estados Unidos. Pese a la pantomima que resulta el juicio, Donovan se empeña en aplicar todos los recursos posibles para defender a su cliente. Cuando todo parece haber concluido, la captura de un soldado americano en Berlín complicará la situación.

El puente de los espías supone el retorno a la dirección de uno de los grandes, Steven Spielberg. Aquí, el director toma un hecho real para recrear con maestría una época tan convulsa como llena de secretismo. Aunque la trama versa sobre los mecanismos de los servicios de espionaje, en realidad no estamos ante una película de espías, sino más bien ante un drama con un pequeño componente de thriller. Spielberg se muestra más sobrio que de costumbre, en una película de mucho diálogo y poca acción con regusto a un cine clásico. Pese a ello, “El puente de los espías” logra interesar sin resultar aburrida, aunque está claro que deberemos permanecer atentos a la trama en todo momento.

Lo mejor de la película es su cuidada ambientación, y es que la veteranía y experiencia de Spielberg se hacen notar sobremanera en este sentido. Todo el aspecto visual está sumamente cuidado para trasladarnos a esos primeros años 60 tan diferentes en Estados Unidos y Berlín. El ritmo de la película puede resultar algo lento, pero es el ritmo que la historia pide y necesita, así que no hay ninguna pega por esa parte.
Lo que sí podemos reprochar es la visión un tanto simplista de la realidad, y muy partidista a la hora de mostrar los comportamientos de los servicios de inteligencia americanos en contrapartida con los rusos y alemanes. Lo de siempre, los americanos son los buenos y el resto son muy malos. Especialmente sonrojante resulta la secuencia final, pero sabemos que Spielberg es bastante dado a estos momentos patrióticos.

Tom Hanks está francamente bien como protagonista, creando un personaje creíble y convincente. El poco conocido actor británico Mark Rylance da una gran réplica en su papel del espía capturado Rudolf Abel, y su parecido físico con el personaje real resulta asombroso. Entre la pléyade de actores secundarios, siempre es un gusto ver rostros como los del veterano Alan Alda.
Sorprende ver el nombre de Joel y Ethan Coen firmando el guión, ya que éste se aleja del estilo habitual de los hermanos en favor de una historia mucho más limpia y menos estrambótica. Por otra parte, la estupenda partitura creada por Thomas Newman también apuesta por el clasicismo al tiempo que puede resultar reconocible como música para una película de Spielberg.

Si obviamos la parte de “americanada”, lo cierto es que “El puente de los espías” se revela como una película para disfrutar calmadamente, saboreando muchos de sus detalles y agradeciendo su clasicismo y falta de aspavientos. La historia es interesante, las actuaciones son buenas y la dirección de Spielberg es, como dice uno de los personajes de la película, la de un “hombre firme”.

Mi nota: 7

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