Con algo de miedo acudí a ver La gran apuesta (The big short) ya que a la hora de elegir una película la temática económica no se encuentra entre mis preferencias. Sin embargo, animado por algunas buenas críticas de gente que respeto, decidí darle una oportunidad.
La verdad es que “La gran apuesta” resulta sorprendentemente dinámica para el tema que trata, con algunas secuencias que parecen más propias de un documental. La trama sigue a un grupo de personas que, por separado, descubren que la aparentemente indestructible burbuja inmobiliaria va a sufrir un pinchazo irremediable, lo cual, como bien sabemos, tendrá graves repercusiones a escala mundial.
Resulta complicado englobar “La gran apuesta” dentro de un género. Podríamos decir que la película se dedica a divulgar cómo se llegó a la crisis a través de conceptos económicos, y lo hace de un modo original y por momentos divertido. Todo para que el espectador sea consciente de una realidad que, aunque pueda intuirse, no suele mostrarse a plena cara ante nosotros. Y ese es el gran valor de “La gran apuesta”, una magnífica utilización de los recursos cinematográficos para desvelar una verdad incómoda que nos afecta a todos.
Como ya sucedía en Spotlight (2015), el protagonismo queda repartido entre un grupo de actores de mucho renombre. Christian Bale, Ryan Gosling, Steve Carell y Brad Pitt (en un papel menor) son los cabezas de cartel. Todos rayan a un gran nivel, pero me gustó especialmente la interpretación de Carell, tal vez el personaje con más trasfondo de la película. También quiero destacar al joven John Magaro, bastante convincente cada vez que aparece.
Sorprende el enorme cambio de registro del director Adam McKay, ya que llevaba años dirigiendo comedias al servicio de Will Ferrell, y que de repente se ha sacado de la chistera una producción en las antípodas de ese tipo de cine. Hay que decir que la película está basada en el libro homónimo de Michael Lewis, escritor y periodista económico que conoce al dedillo los intríngulis de Wall Street ya que trabajó durante varios años en Salomon Brothers.
Es curioso que coincidan en el tiempo dos películas como “La gran apuesta” y la citada “Spotlight”. Ambas competirán en los Oscars compartiendo la vocación de denuncia de un tema bastante grave, aunque el tono de ambas difiere totalmente. “La gran apuesta” introduce humor negro y algunos cameos impagables, no ya para quitar dramatismo, sino para podamos masticar lo que nos cuenta de una manera más sencilla. Considero además que cinematográficamente tiene más virtudes que la película de Tom McCarthy, aunque cierto es que el espectador puede acusar el tramo final debido a la larga duración. El caso es que al salir del cine la sensación con ambas películas es muy parecida, ya que las dos te causan una especie de indignación resignada. Pero supungo que el primer paso para cambiar las cosas es ser consciente de ellas, y es por ello que debemos aplaudir este tipo de propuestas.
Mi nota: 7,5