Traigo hoy una nueva tanda de películas comentadas brevemente, entre las que vais a encontrar propuestas variadas con resultados bastante desiguales. Y recordad que el Monolito espera vuestra opinión.
1922 (Zak Hilditch, 2017)
Segunda adaptación consecutiva de un relato de Stephen King en Netflix tras la reciente El juego de Gerald y, al igual que sucedía en esta, 1922 deja un gran sabor de boca. Estamos ante una película de época en la que el director Zak Hilditch logra una perfecta ambientación construída a base de pequeños detalles. La trama pone a los personajes en una situación insostenible que, cuando estalla, libera una gran carga de creciente asfixia existencial. La cinta supone una buena reflexión sobre la culpa, que alcanza grandes dosis de intensidad a ratos kafkiana gracias a sus momentos oníricos. En otras palabras, la película consigue una atmósfera muy potente durante buena parte de su metraje.
La dirección de Hilditch es bastante destacable, logrando transmitir emociones al espectador como esa angustia vital de los personajes o la imposibilidad de redención del protagonista. Pero lo que más eleva a «1922» como producción totalmente recomendable, es la memorable interpretación de un Thomas Jane en estado de gracia. Pequeña joyita de género que nadie debería perderse.
MUSA (Jaume Balagueró, 2017)
Una vez más (y van…) encontramos una producción española que no logra asearse lo suficiente como para escapar del temido tufillo a telefilme. En Musa nos encontramos con un Jaume Balagueró que parece rodar con el piloto automático en marcha, dando como resultado una película plana y predecible que no presenta mayor interés que la novela que adapta. La buena mano que el director ha demostrado en otras producciones es aquí poco menos que invisible, haciendo que el producto final carezca de ninguna seña de identidad reconocible.
A pesar de contar con una llamativa premisa, el interés pronto se desvanece gracias a unas interpretaciones sosas, un desarrollo aburrido y una mala utilización de la figura de las musas, que quedan desaprovechadas tanto en su concepto como en su representación visual. Además, la cinta navega entre el thriller y el terror quedándose en un lugar intermedio que no satisface a nadie. Decepcionante.
JUNGLE (Greg McLean, 2017)
Tras unas últimas producciones irregulares, el australiano Greg McLean vuelve a recurrir a los espacios naturales salvajes; decorados que le dieron muy buen resultado en la decente El territorio de la bestia (2007). Aquí nos traslada a la selva boliviana en un survival cuyo desarrollo se pierde en vericuetos diversos sin terminar de encontrar un tono acertado. Un personaje perdido en la jungla ofrecía posibilidades que McLean no consigue explotar en esta ocasión, dispersándose por el camino en una serie de decisiones para mi gusto erróneas.
Aunque no está tan brillante como en Swiss Army Man, Daniel Radcliffe sigue dando muestras de crecimiento actoral arriesgando en producciones de este tipo que requieren un intenso esfuerzo físico. Pese a ello, no es suficiente para levantar una película que, aún basándose en una historia real, presenta un buen puñado de situaciones demasiado inverosímiles. Totalmente prescindible.
LAST SHIFT (Anthony DiBlasi, 2014)
Las expectativas con las que encaré el visionado de Last Shift, causadas por la alta estima que parece disfrutar esta película entre los aficionados al género, terminaron jugando en su contra. Estamos ante una película de espacio cerrado ambientada en una solitaria comisaría de policía que promete a priori grandes dosis de tensión basándose en su claustrofóbica ambientación y en el buen trabajo de Juliana Harkavy, que carga con éxito casi todo el peso interpretativo sobre sus hombros. Lamentablemente, el devenir de la trama se ve trufado de cierto culto al sobresalto con el consiguiente desaprovechamiento de su atmósfera.
El director Anthony DiBlasi utiliza trucos muy manidos dentro del género, por lo que la sorpresa es mínima durante el desarrollo de la trama. Aunque la atmósfera se ve beneficiada por algunos momentos acertados, a «Last Shift» le falta valor para explorar terrenos más arriesgados y menos convencionales, por lo que en conjunto la película, aunque se aguanta en pie, lo hace sobre unos cimientos un tanto endebles.