Retomamos la sección Versus, esta vez con la intención de enfrentar las dos versiones que se han filmado de Suspiria. ¿Habrá sido capaz la nueva reinterpretación de superar un referente tan prestigioso como la película de Dario Argento? Os dejo con mis opiniones al respecto.
SUSPIRIA (Dario Argento, 1977)
El nombre de Dario Argento se escribe con letras grandes en la industria del cine de terror. El director italiano, si bien no puede considerarse el creador del giallo, quedó asociado para siempre a esa corriente con títulos como El pájaro de las plumas de cristal, Profondo Rosso o Tenebre. Con Suspiria, Argento alcanzó una de sus mayores cumbres al colocar varios elementos del giallo y del terror dentro de una escenografía cromática inédita.
En «Suspiria», Argento juega en otra liga. Y es que la película se mueve en el terreno de lo subliminal, conformando una experiencia sensorial que atrapa al espectador en su red desde el minuto 1. En el juego de capas que propone la película, lo onírico toma preeminencia sobre lo real, apoyándose en muchos de los miedos que suelen atenazar nuestro subconsciente. Es por ello que Argento da mucho valor a lo simbólico, y por lo que aparecen elementos tan dispares como los torrentes de agua, los ojos en la oscuridad, la mujer en el bosque oscuro, el murciélago, los gusanos, etc. Representaciones todas ellas que poseen un gran poder de sugestión, sin duda.
Aunque vista hoy, puede que «Suspiria» no sea tan atmosférica y agobiante como debió serlo en su día, su fuerza radica en esas poderosas imágenes que a veces recurren al mito. Imágenes potenciadas por una fotografía extraordinaria, desmesurada, que ofrece un juego de luces arrebatador. Con una fuerte preeminencia de saturados tonos azules y, sobre todo, rojos, la escenografía cobra una importancia inusual, alzándose finalmente sobre una historia poco hilada. A ello ha de sumarse un sonido tan exagerado que llega a resultar crispante, pero que realza la atmósfera de la película. Y, por supuesto, la música creada por Goblin, con el tema principal convertido en un verdadero clásico del género.
Es en los momentos en que el sonido desaparece y los personajes hablan cuando la película aparenta hundirse en la mediocridad. De hecho, si nos ponemos a analizar la trama nada tiene sentido. Pero bajo mi punto de vista el guion apenas es una excusa para que Dario Argento dé rienda suelta a sus magníficos delirios visuales.
El rostro de la película es Jessica Harper, que no necesita dar un recital de interpretación para convertirse en un icono del género, cumpliendo con lo que se espera de la protagonista de una cinta de estas características. A su lado, hemos de recordar las apariciones de Stefania Casini, Joan Bennet, y los entonces jóvenes Udo Kier y Miguel Bosé.
Si entendemos el contexto en el que nació el giallo, sin duda debemos considerar a «Suspiria» como una auténtica pieza maestra, ya que sobrepasa los límites del subgénero para abrazar sin disimulo el terror. Su influencia en el cine posterior es incalculable.
SUSPIRIA (Luca Guadagnino, 2018)
Con casi 40 años de diferencia llega este remake, o más bien reimaginación, de la historia original. El director Luca Guadagnino (Call me by your name), impactado desde su infancia con la película de Dario Argento, ha sido el encargado de llevarlo a cabo.
Lo que me resulta más curioso del caso es que la fascinación de Guadagnino por la Suspiria original apenas se deja entrever en su película. Digo esto porque su propuesta sigue unos derroteros muy diferentes no ya en su trama, sino en su propio espíritu. Tenemos a la bailarina americana Suzy Bannion, tenemos la escuela de danza y tenemos a las profesoras y estudiantes. Pero lo demás es diferente. El guion nos cuenta el pasado de la protagonista, cosa que tal vez sea la mejor novedad de esta nueva versión. Pero también se introduce en vericuetos innecesarios en pos de intentar crear un poso dramático que la película no pide. En este sentido, el libreto firmado por David Kajganich da cierta importancia a un convulso contexto histórico en el que varias acciones terroristas se intercalan con una historia relacionada con el nazismo (el pasado del personaje del psicólogo). Todo ello, para mi gusto, sobra. Y sobra porque el espectador que va a ver «Suspiria» no quiere interferencias políticas, sino una simple y llana cinta de asesinatos, locura y terror.
También es sorprendente en esta relectura la huida del referente estético. El omnipresente cromatismo de la película de Argento es sustituido por un tono gris plomizo que parece querer realzar el decorado berlinés en que se desarrolla la historia. Tan solo durante el desenlace podemos hermanar la nueva «Suspiria» con la antigua, ya que es ahí donde la película de Guadagnino explota en todos los sentidos, tendiendo finalmente a la explicitud y lo truculento, y a ese predominio del rojo tan protagonista en Argento.
Por otra parte, la ambientación se aleja del terror durante la mayor parte de metraje (1 hora superior a la original, por cierto), pareciéndose más a un drama con toques de thriller que a una película del género. Con todo ello advierto que esta «Suspiria» puede causar un profundo aburrimiento hasta su final.
Donde esta nueva versión supera a la original es en la calidad actoral. Dakota Johnson sorprende en un papel bastante intenso, aguantando perfectamente el mano a mano con una magnífica Tilda Swinton. Lástima que esto quede devaluado por el absurdo capricho de que la propia Swinton interprete un papel masculino, cuyo maquillaje, sin estar mal del todo, chirría desde el principio. Del resto del reparto coral eminentemente femenino destaca Mia Goth en buen secundario.
Bajo mi punto de vista, es como si Guadagnino hubiese olvidado que «Suspiria» es una película de terror e intentase crear un drama con toques inquietantes, al estilo de Cisne Negro (Darren Aronofsky, 2010), dándose cuenta demasiado tarde de que estaba obligado a meter la parte terrorífica. Confieso que me aburrí, con lo que me quedo con la película de 1977 sin lugar a dudas.